Los Nuevos X-Men, de Grant Morrison.Hace ya unos cuantos días, nuestro amistoso vecino
Christianspi comentó en otro hilo que la etapa de Morrison en la franquicia mutante era algo que acabaría leyendo, pero que no tenía entre sus objetivos más inmediatos. En ese momento, ya con este hilo entre ceja y ceja, me comí las ganas de explicarle las excelencias de este puñado de tebeos.
De hecho, me comí tanto esas ganas que ya no lo voy a hacer.
Y no es porque no pueda, no señor. Podría acudir a lo alucinante que es que uno de los guionistas de tebeos de supers más grande que ha dado el medio se haya currado una etapa para La Patrulla-X. O a lo poco frecuente que es encontrarse un talento tan personal como Quitely en una colección puntera de Marvel. O podría hablar de cómo aquí se recupera la magia perdida en una serie que ya llevaba años dando siglos de agotamiento, o en lo audaz del planteamiento, o en cómo Morrison realiza un esfuerzo encomiable a la hora de intentar recuperar (y renovar) ese sentido de la maravilla tan marvelita que se perdió en algún momento de los 90 y que rara vez vuelve a asomarse por algún título.
O mejor aún, podría abordar las propias historias que encontramos en esos números. Así, hablaría de esa declaración de intenciones que supone un comienzo tan brutal como el de "E de Extinción", primer arco del etapón. O de la, para mí, inolvidable Revolución perpetrada por ese personaje que últimamente ha acabado adquiriendo tanta popularidad en la franquicia a la misma velocidad en que se convertía en una parodia de sí mismo. O del magistral rescate mental, una variante de aquel viaje de Hank Pym al interior de La Visión pasado por un tamiz de modernidad. O de ese
whodunnit en el que un personaje tan poco apreciado por un servidor como Bishop toma un papel relevante. O de los arrestos que hay que tener para narrar a estas alturas de la película algo tan crudo y extrañamente realista como los juegos mentales en los que Scott Summers juega con fuego mientras nosotros, los testigos silenciosos, sabemos que es imposible que no se queme. O de lo chungo que es Planeta X, clímax de la etapa y a la vez uno de sus momentos más controvertidos.
O podría hablar del descubrimiento que suponen personajazos como Pico, Ángel, Xorn, las Cucos o ese Fántomex que tanto brillaría en otra obra imprescindible como es el periplo de Remender en X-Force.
Sí, la verdad es que sería muy sencillo intentar explicar los motivos que convierten en una lectura ineludible esta Nueva Patrulla-X que, curiosamente, cada día asocio más a la Patrulla-X más vieja de todas, la de los miembros originales.
Pero, como he dicho, no lo voy a hacer. No soy yo quien va a vender estos tebeos. No cuando es el propio autor quien ha puesto en circulación la herramienta perfecta para que tanto el neófito como el veterano se derrita por leerlos.
Por poner en antecedentes, el ya legendario Manifiesto Morrison es la declaración de objetivos que el escocés presentó en la redacción de Marvel para tratar de exponer su percepción de la franquicia mutante en esos primeros compases del nuevo milenio y hacia dónde consideraba que ésta debería dirigirse. La traducción es de Juanjo Palacios y, supongo, los derechos del texto pertenecen a Panini. Como el objetivo de que lo transcriba reside en mi deseo de que estos comics lleguen a la mayor cantidad posible de lectores, espero que en la editorial sean comprensivos y que no me lleve la desagradable sorpresa de encontrarme una mañana en mi buzón una demanda ni nada por el estilo. Gracias de antemano, señores de Panini.
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Tal vez a estas alturas a Christian le hayan entrado más ganas de leer la etapa de las que ya tenía. De ser así, ha merecido la pena. Supongo.