Clásicos Marvel (VII): Excalibur de Claremont y Davis
Cuando Jim Shooter fue despedido de su puesto como Editor Jefe de Marvel , su sustituto Tom DeFalco, tenía un objetivo claro, exprimir la gallina de los huevos de oro todo lo que se pudiera. Los remilgos que tenía su predecesor con Chris Claremont, al otorgarle cierto control y derecho de veto sobre los mutantes, se esfumaron de golpe con la nueva dirección, y el mensaje fue claro: “Chris, vamos a sacar más series mutantes, contigo o sin ti”. Claremont pensó que mejor con él a bordo, mientras el cuerpo aguantara, total, desde que dejó Nuevos Mutantes tenía tiempo.
Así, en 1988 saldrían dos nuevas series mutantes, ambas con Chris Claremont al frente. La primera de ellas, la que motiva este texto, se anunciaba como una serie ambientada en Inglaterra, de donde era originario Claremont, con Kitty Pryde, Rondador Nocturno y Rachel Summers, que habían salido de la Patrulla-X tras la última renovación del grupo y se habían quedado sin serie, más el Capitán Britania y Meggan, que salían de la propia serie del Capitán Britania, editada hasta hace unos años atrás por la filial británica de Marvel, de distribución exclusiva para el Reino Unido.
Para endulzar el pastel, el dibujo correría a cargo de otro británico, el talentoso Alan Davis, que ya se había fogueado en el universo mutante en varios anuales y números sueltos, cumpliendo con altísima nota, de tal manera que los fans pedían a gritos más trabajos suyos, y a poder ser, con los mutantes. Aún más, la serie se anunciaba como de “aventuras y humor en la Gran Bretaña”. Con semejante cóctel de alicientes los fans sólo podían decir “Cállate y toma mi dinero”.
Espera un momento. ¿Humor? ¿Chris Claremont haciendo humor? ¿Don Personajes Torturados haciendo humor? Eso había que verlo.
Claremont quería quitarse la fama de escritor que disfrutaba haciendo sufrir a sus personajes desde hacía tiempo. Mientras en la Patrulla-X había masacres, caídas y demonios por doquier, en Excalibur intentaría aportar un tono más ligero, junto a Alan Davis, un dibujante al que se le daba mejor la aventura fresca, gente guapa, los entornos glamourosos y la comedia de situación que los ambientes oscuros y deprimentes. Más o menos la idea era hacer algo parecido a lo que hacía DC con su divertida Liga de la Justicia de Giffen, DeMatteis y Maguire.
Así, a finales de 1987 aparecía en el mercado en el formato Prestigio el especial en que los personajes se conocerían y formarían el grupo. En él estaba Claremont, estaba Davis, había acción, buenos dibujos, mutantes, varios personajes salidos de la serie inglesa del Capitán Britania, drama, ¿y humor? Humor no había mucho, no. Esperaremos a ver en la serie regular. Tras el esperable éxito cosechado, en junio de 1988 salió a la venta el primer número de la serie regular, con una portada en la que se indicaba al lector que a éstos héroes no había que tomárselos en serio.
El cóctel seguía siendo magnífico. Salvo por el pequeño detalle de que la serie no acaba de ser graciosa. O sea, era simpática, fresca, el tono era agradable, pero cuando le tocaba ser dramática, era muy dramática, y el contraste era evidente. De hecho, la mayor parte del esfuerzo cómico recaía en el dibujo, donde Alan Davis dominaba la comedia en las expresiones y lenguaje corporal de sus personajes. De hecho, normalmente lo más gracioso del episodio del mes solía ser la portada.
Globalmente el tebeo estaba bien, ¿cómo no iba a estarlo?, y las ventas eran excelentes, pero la crítica freía a Chris Claremont. Que si no tiene gracia, que si la serie referencia continuamente a la Patrulla-X y a episodios viejos del Capitán Britania que no se ha leído nadie (ciertamente, en USA esos tebeos nunca habían sido publicados), que si hay miles de cabos sueltos… y algo de razón tenían.
Tras un año de marear a los lectores con cientos de historias que no terminaban, inundadas de cabos sueltos, un crossover con el evento mutante de 1988, Inferno, y otro especial fuera de colección protagonizado por versiones infantiles de la Patrulla-X, Claremont vio que tenía que desligar a esta serie de su serie madre, y darle una personalidad propia, y que las historias debían ser divertidas. Al final del número 11, el grupo se embarcaba en una saga de 9 episodios anunciados en la que irían visitando sucesivas dimensiones alternativas, historias con principio y fin, divertidas, y en las que el grupo iría haciendo piña, para dejar de ser los ex -miembros de la Patrulla-X más el Capitán Britania y los secundarios de su vieja serie.
El resultado fue muy positivo, por fin Excalibur encontró su punto. En estos números tenemos trenes interdimensionales, versiones cómicas de Inglaterra, ogros respondones, sátiras del Universo Marvel de la época, piques con John Byrne, homenajes a John Carter y Frank Frazzetta, Kitty Pryde como Leia esclava… Y Alan Davis cada vez dibujaba mejor. Pero, el endiablado ritmo de trabajo y su perfeccionismo crónico empezó a agobiarle y dejó la serie por sorpresa en el número 17.
Los números siguientes tuvieron que ser encargados a otros dibujantes cuyo rendimiento fue bastante inferior. Pero lo peor fue que quedó en evidencia que Alan Davis aportaba algo más que el 50% de la serie, y que un Claremont saturado de trabajo con cualquier otro dibujante daba un resultado muy inferior. El 18 lo dibujó un mediocre Dennis Jensen en una pretendida parodia de los mangas japoneses que no tenía ni puñetera gracia. Sin Davis, los intentos de humor provocaban una mueca de desprecio en los lectores. Claremont se dio cuenta y dijo “pues fuera humor”.
Se empezó a buscar un colaborador que pudiera sustituir a Alan Davis con dignidad. Se barajaron los nombres de Ron Lim, Rick Leonardi y a una joven promesa, Chris Wozniak, del que se decía que iba a ser el próximo Bill Sienkiewicz. Rick Leonardi, un colaborador habitual de Claremont en la Patrulla-X como dibujante de reserva, dibujó el número 19, que fue entregado con el tiempo justo para ser publicado. Se puede apreciar cómo las primeras páginas del número presentan un gran acabado y cómo las últimas apenas parecen esbozadas e indignas de alguien con el talento de Leonardi. Para el número 20 se tuvo que recurrir a insertar un número de inventario, dibujado por Ron Lim, que rompía con la trama de las dimensiones alternativas, y que tenía la calidad que suelen tener estos pegotes, o sea, nula.
Lim y Leonardi se cayeron pronto de la lista y se apostó por Wozniak. Su estilo era feísta y el contraste con el estilo de Alan Davis era brutal, pero sobre todo, ni era adecuado para una serie de humor, ni tenía una décima parte del talento de Sienkiewicz. Los lectores rechazaron de inmediato al nuevo fichaje, que sólo dibujaría unos pocos números aquí y allá, con poco éxito. Claremont sólo pareció cogerle el pulso a la serie en los números 23 y 24 en los que Alan Davis volvería a dibujar la serie, y a darle un digno final a la ya larga saga de las dimensiones alternativas, que se había alargado mucho más de los 9 capítulos anunciados. Ni qué decir tiene que la serie volvía a rozar el cielo por esos dos episodios que a los lectores nos supieron a gloria bendita.
Mientras tanto, se anunciaba que, tras el éxito de años anteriores en Spiderman y La Patrulla-X, en 1990 varias series serían quincenales durante los tres meses de verano, y Excalibur estaba en la lista. A Claremont le salía el trabajo por las orejas, y la calidad de su trabajo se resentía. Decidió que no haría ningún número de Excalibur de ese periodo quincenal, del 26 al 31 y que ya volvería en el 32. Tan sólo realizaría el 27, que sería un triste despropósito, a pesar de los dibujantes que le acompañarían, Bill Sienkiewicz y Barry Windsor-Smith. Sin duda, la serie no era la misma sin Alan Davis. Por supuesto, el humor ya había desaparecido completamente de la serie.
El resto de números los escribiría un novato Scott Lobdell junto a varios dibujantes menores, resultando en general material totalmente prescindible. En esas fechas se anunció que finalmente Chris Claremont abandonaría la serie definitivamente tras la historia que ocuparía del 32 al 34, y justo después volvería Alan Davis, esta vez, como autor completo, guion y dibujo.
Los números de despedida de Claremont fueron tan mediocres como el resto de los que realizó sin Davis, pero eso daba igual, la afición lo que deseaba era el retorno triunfal del alma de la serie. Alan Davis ya se había fogueado como guionista en sendos especiales de Batman y Lobezno con dignos resultados. El experimento no podía salir mal.
Pero salió el número 35 y ¿otro número de Lobdell? ¿Pero esto qué es? Los lectores estaban indignados, no podían seguir comprando una serie de números de relleno. Desde la editorial se anunciaba que la etapa de Davis seguía en pie, que estaba acumulando números para cuando llegaran las etapas quincenales, y que empezaría en el número 42, coincidiendo con el próximo relanzamiento de la familia mutante. Mientras tanto, a disfrutar con Lobdell, que sumando números de relleno, podía llegar a conformar una etapa.
En el verano de 1991, por fin salió el esperado nº 42, y era todo lo que los lectores esperaban y más aún. Estaba tan bien dibujado como era de esperar por Alan Davis, pero además era fluido de leer, parecía que la historia iba hacia algún lado, y sobre todo… era divertido. Como se prometió, Alan Davis tenía acumulados números hasta llegar al número 50, que encima sería de doble longitud. En esos números demostró que sabía escribir superhéroes, resolvió incógnitas y cabos sueltos de los primeros números con Claremont, incorporó personajes nuevos y le dio una dirección y un sentido a la serie. Ya no era una colección escindida de la Patrulla-X. Ahora era una serie con personalidad propia, y a la que Davis le había cogido cariño. Y además era divertida.
¿Y las ventas? Las ventas muy bien, gracias. Pero no eran espectaculares. Tras la renovación mutante del verano de 1991, Excalibur había demostrado ser la que menos había llamado la atención del público. La familia mutante, ya sin Claremont, ya era una familia numerosa, y de cada miembro se esperaban unos ingresos mínimos. Daba igual que los lectores y la crítica amasen la serie, el departamento de marketing era implacable. Excalibur debía implicarse más en las tramas del resto de series. Los lectores no se lo podían creer. ¿Están locos los jefazos de Marvel? Pero si lo mejor que le podía haber pasado a la serie era cortar el lazo definitivamente con el resto de la familia mutante. Alan Davis decía que sí, que vale, y luego hacía lo que le daba la gana, gracias a la complicidad de su editor y amigo Terry Kavanagh. Mientras la serie no cayera en manos de Bob Harras, el editor del resto de series mutantes, Davis no tendría problemas. Pero algo había que hacer para contentar a los jefes.
Así, en los descansos que se tomaba Davis debido a los periodos quincenales, se intentaba colar a todo invitado posible. La Patrulla-X, Spiderman, Pantera Negra, Máquina de Guerra… el que hiciera falta, así Davis tenía carta blanca para hacer lo que quisiera en sus episodios. Incluso se permitió bromear al respecto cuando tuvo que hacer un par de episodios con Mariposa Mental de la Patrulla-X de invitada. Del número 51 al 60 se alternarían números de relleno con otros íntegros de Alan Davis, y con otros en los que era guionista o tan sólo coargumentista.
Destacan los números 54 a 56, que son los únicos de esta tanda escritos y dibujados al 100% por Davis, en los que profundizaría en los varios miembros de la familia Braddock, que llevaban arrastrando subplots desde el principio de la serie y desde el viejo serial del Capitán Britania. A partir del número 61 empezaría otra tanda de episodios que acabaría siendo la última del genial autor inglés.
Los jefazos habían decidido que ya estaba bien, y que Excalibur debía ser parte de la familia mutante como una más. Con trasvase de personajes continuos, con participación en todos los crossovers y con Bob Harras supervisándolo todo. Davis dijo que bueno, que vale, que el gato es vuestro y vosotros sabréis, así que acabó dejando la serie tras el número 67. Por supuesto, con la altísima calidad a la que nos tenía acostumbrados cuando se responsabilizaba al 100% de la serie. Davis siguió profundizando en las relaciones entre miembros del grupo, en su historia, cerrando cabos sueltos de los primeros números de Claremont y mirando hacia delante, llegando a incorporar hasta cuatro nuevos miembros al grupo. Todo un manual de cómo hacer un tebeo de superhéroes.
Más allá de ese número hay una serie vulgar de mutantes, interrelacionada con el resto de la familia y sin personalidad propia. Atrás quedarían los buenos tiempos para siempre.
¿Y en España cómo se ha publicado todo esto?
Pues Forum lo publicó en grapa de 36 páginas, a partir de 1989, a razón de un episodio americano en cada episodio español. Aquí:
http://www.universomarvel.com/fichas/xclbf_v1.htmlEl especial de presentación lo publicó dentro de la colección Prestigio. Aquí:
http://www.universomarvel.com/fichas/esp/prestf101.htmlEl segundo también dentro de la colección Prestigio:
http://www.universomarvel.com/fichas/esp/prestf108.htmlHubo más especiales, pero como no son ni de Claremont ni de Davis, ni merecen mucho la pena, pues no los reseño.
Los últimos números de Davis, del 61 al 67 se publicaron en un tomo de tapa blanda titulado el Retorno de Fénix, no en grapa. Aquí:
http://www.universomarvel.com/fichas/esp/xclbregfenixf.htmlPanini empezó a reeditar esta etapa en el mejorable formato Best of Marvel Essentials. Pero no pasaron del número 11 Una lástima.
http://www.universomarvel.com/fichas/bomeexcburp_v1.htmlEn Estados Unidos toda esta etapa está digitalizada y reeditada en tomos. Del 1 al 34, más especiales, en los tomos Excalibur Classic 1 al 5, y la etapa de Alan Davis en solitario en los tomos Excalibur Visionaries: Alan Davis 1 a 3.