MAESTROS MARVEL (I): JOHN BYRNEAunque ya no tome café, la invitación para formar parte de este hilo, no podía ser rechazada y mucho menos cuando se me permite escribir sobre uno de mis artistas favoritos y la historia que cambió mi concepción de los cómics.
Año 1987, por aquel entonces, los Buscema, Romita y compañía, sólo eran nombres a los que no daba importancia mientras pudiese disfrutar de mis héroes, pero había uno que me llamaba mucho la atención, John Byrne, de cuyo trabajo me enamoré perdidamente tras la saga del Barón Sangre a la que seguía el primer origen del Capitán América.
Resulta innecesario desglosar la trayectoria de este artista, es algo que seguramente los fans marvelitas se conocen al dedillo, así que al grano…
Según cuentan, Byrne “dejó” de leer cómics con el número 32 de los 4F y la historia de la que voy a hablar, fue publicada por Fórum durante las Secret Wars II precisamente con ese número, no deja de ser una casualidad, pero esas cosas siempre me han hecho gracia.
“Héroe” o como yo la llamo, “El día que Byrne me robó la inocencia”.
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Cuando un autor se encarga del guión y el dibujo de forma simultánea, la calidad será mejor o peor, pero desde luego nos da la oportunidad de conocerlo un poco más y en este caso, mientras me documentaba para escribir, tengo la impresión de que Byrne se desnuda aquí por completo.
Thomas Hanson, es un adolescente solitario cuyo único refugio son las aventuras de su ídolo, la Antorcha Humana y es aquí cuando Byrne parece hablar de sí mismo a través de una profesora usando una cita de Robert Frost:
“…para quien vea su separación. Mi objetivo en la vida es unir mi trabajo y mi vocación, tal como ambos ojos dan una visión única. Sólo cuando el amor y la necesidad se unen y el trabajo se convierte en placer, es cuando la tarea se cumple y conseguimos realizarnos.”¿Estará hablando de un momento personal en el que ya era un autor considerado y de paso ajustaba cuentas con quienes dudaron de que acabaría dedicándose al mundo del cómic, incluido él mismo?
No quiero contar mucho más de la historia porque creo sinceramente que merece ser leída, sólo diré que aún con el paso del tiempo, me cuesta no identificarme con el joven Thomas y es que en su caso, los héroes forman parte de su mundo tanto como puedan formarlo nuestros ídolos de carne y hueso.
Byrne obliga a Johnny a ver la vida de otra manera y para ello cuenta con la ayuda de un Todopoderoso que actúa como uno de los protagonistas de Cuento de Navidad, en la que para mí fue una de las mejores apariciones del personaje.
Para finalizar, aunque bien podría haber funcionado como inicio, utiliza de nuevo una cita, esta vez de Scott Fitzgerald:
“Muéstrame un héroe y te escribiré una tragedia”Sin embargo, no es sólo el guión lo que hace especial este cómic, no veremos a Byrne desplegando sus habilidades a la hora de dibujar a superhéroes peleando por salvar al mundo en grandes batallas.
Alguno pensará y puede que no le falte razón, “con la cantidad de trabajos excepcionales que hizo Byrne para Marvel ¿escoges este para explicar su forma de dibujar? Pírate y háblanos de sus X-Men o de un cómic de los 4F plagado de acción”. Pero eso se ha hecho mil veces y aparte de no querer repetir lo que otros hayan dicho, creo que tiene mucho sentido.
El Byrne que vais a encontrar es un artista maduro, en la plenitud de su carrera y los pilares básicos de su método de trabajo están presentes en esta historia.
De John, sorprendía su rapidez a la hora de dibujar sin que la calidad disminuyera y como sucediera con autores anteriores, eran muchos los que querían conocer su secreto, que desafortunadamente no iban a encontrar.
Byrne no podía ser muy distinto a grandes talentos de otros campos, el único secreto es observar y trabajar, pero mejor lo cito (extracto de Next-Men)…
“No quieren oír hablar de mis 3 años en la Escuela de Arte, mi trabajo como diseñador, mi entrenamiento durante el trabajo. Quieren que les diga que me levanto por las mañanas, me siento a la mesa y meto el pie izquierdo en un cubo con agua tibia mientras miro hacia el Este”¿Quiere eso decir que estamos ante un autor que desprecia la inspiración? NI mucho menos, pero desde luego no es alguien que dependa de ella para trabajar.
“Sólo hay trabajo duro; generalmente a día de hoy, parece que el único requisito para encontrar trabajo en la industria es enseñar un par de radiografías de tus huesos. Es cada vez más difícil decirles a los aspirantes a dibujante que van a tener que estudiar y trabajar para obtener buenos resultados y convertirse en grandes profesionales”Eran los inicios de los 90, seguro que se os ocurren un par de nombres a los que Byrne dirige estas palabras.
Entrando en materia, podemos encontrarnos con muchos dibujantes que hagan a nuestros héroes de forma más o menos aceptable y sin embargo, no terminan de convencernos cuando han de dibujar sus vidas civiles y es que una máscara o los accesorios del uniforme, son útiles para esconder las carencias. Byrne trabajaba a sus personajes desde el interior porque entendía la estructura del cuerpo humano. Cada personaje gozaba de unas particularidades físicas distintas y eso los hacía más reales. Hulka, Sue o Alicia Masters podían ser tres mujeres bellas, pero cada una de ellas lo era en base a pequeños matices que iban más allá de diferenciarlas por la altura o el corte de pelo.
Otra de sus obsesiones era entender y reflejar las emociones de los personajes, esto evidentemente se hace visible en gran parte por el tratamiento de los rostros y la mirada, para mí, sin duda, una de las facetas que mejor domina, sin embargo, como buen conocedor de la anatomía, tenía en cuenta que el estado de ánimo se expresa con todo el cuerpo, no sólo levantando una ceja, o mostrando las caries del personaje.
En este cómic, plagado de momentos emotivos, encontraréis muchos ejemplos, podría detenerme a enumerarlos, pero se haría eterno.
Pasemos a los fondos, otro punto fuerte de Byrne.
Otros artistas los utilizan porque no tienen más remedio, convirtiéndolos en un mero decorado que no aporta gran cosa, sin embargo, John, los cuida al detalle y con ellos, va más allá del dónde y en muchas ocasiones los utiliza para contarnos cómo vive el personaje o cuáles son sus motivaciones.
Como muestra, echadle un ojo a la taquilla de Thomas.
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Por último y debido en gran parte a la época en que abandonó la lectura de cómics para aficionarse a las series de televisión y el cine, Byrne estaba más interesado en el desarrollo de las secuencias que en su duración, no había que ir del punto A al B en un número determinado de viñetas.
En ocasiones la colaboración entre guionista y dibujante no consigue un óptimo resultado, sin embargo, al tener Byrne el control de ambas facetas, el trabajo se convierte en algo orgánico que fluye de forma natural y que, en mi opinión, facilita que el mensaje llegue al espectador.
Obviamente, no puedo decir que Héroe sea una obra maestra indiscutible del género, pero pocas, con tan sólo 22 páginas, han sido capaces de transmitirme tanto. No sólo por el tema si no por el empeño en demostrar que un cómic es algo más que texto acompañado de imagen cuando se hace con rigor y sin guardarse nada.
Sólo me queda despedirme, agradeciendo que os hayáis tomado la molestia de leerme,sé que me dejo muchas cosas, pero espero que al menos haya servido para que alguno sienta curiosidad por este cómic, a todos aquellos que ya lo conozcan, los invito a que compartan sus impresiones y así me termino el café, que como todas las pasiones, sabe mejor cuando aún está caliente.