ARCHIVOS VÉRTIGO (I): ANIMAL MAN DE MORRISON
Posiblemente no sea lo más apropiado hablar de esta serie bajo el epítome de Vértigo, ya que el sello editorial acabaría siendo una realidad con la colección en marcha. No obstante, me parece una etapa representativa de por qué en DC vieron necesario crear una línea para lectores adultos. Y es que si Watchmen revolucionó hasta límites insospechados el género de superhéroes; o la Cosa del Pantano de Alan Moore combinó el género de terror con lo superheroico de una forma que nadie a sabido igualar, Animal Man rompe los moldes de tal forma que debemos crear un nuevo género para ella sola. Morrison, pese a tener un estándar de calidad bastante alto en sus obras, nunca volvió a escribir algo tan original, a la par que atrevido. Creedme, el Animal Man de Morrison no es de este planeta o dimensión, viene directo de un espacio interdimensional donde la fantasía es el límite y Morrison la gobierna.
En 1987, Alan Moore había dejado conmocionado al fandom con las obras anteriormente mencionadas, por lo que DC envió al Reino Unido una “caza de talentos” masiva. Según parece, la directriz consistía en encontrar artistas británicos cuyas excentricidades estuviesen a la altura de su talento. Además, aquellas cualidades debían emplearse en personajes olvidados del Universo DC, posiblemente para fomentar la libertad creativa.
Así es como entra en escena Grant Morrison, un guionista nacido en enero de 1960, procedente de Glasgow. Su carrera se inicia en 1986 con algunos trabajos en Marvel UK, pero sobre todo en la revista 2000 AD, de la que surgirían gran parte de los autores británicos más conocidos. Morrison se estruja la mente, buscando un personaje con el que presentar esa historia que le introdujese definitivamente en el mercado estadounidense. De ese modo, el escocés se topa con Animal Man, un personaje nacido en las páginas de Strange Adventures #180, publicado en septiembre de 1965. Se trata de la misma colección que vio nacer a personajes secundarios del Universo DC como Deadman y Adam Strange.
Dave Wood y Carmine Infantino, daban vida a Buddy Barker con el sugerente título de "Yo fui el hombre con poderes de animal". En los primeros compases, las historias se acercaban más a la ciencia ficción que a otra cosa. No sería hasta la tercera aparición del personaje, cuando adoptaría el característico uniforme de color naranja con una gran “A” azul. Como buen personaje secundario, tras un par de años de duros enfrentamientos con alienígenas, animales gigantescos y gangsters, acabaría cayendo en el ostracismo más absoluto. Solo sería recuperado en 1972, cuando protagonizaría varios números en Adventure Comics. Posteriormente, su participación en la JLA de DeMatteis y Giffen, le granjearía un nuevo periodo de reconocimiento, aunque fuera por un espacio corto de tiempo.
Sea como sea, y sin una explicación del todo razonable, Animal Man era el personaje elegido por el escocés para dar forma a una miniserie de cuatro números. En ella, Morrison pretendía radicalizar y modernizar al personaje de Buddy Baker, dejándolo después en manos de otro autor. Sin embargo, el proyecto tuvo tal aceptación que acabó convirtiéndose en una serie regular. A partir de ese momento, la colección toma un rumbo diferente cuya trama gira en torno al Evangelio del Coyote, una de las ideas más revolucionarias que yo haya leído nunca. Así, Morrison establece unas líneas maestras que nos guían hasta el final del camino en Animal Man #26; un camino que no dejará indiferente a nadie.
Durante seis largos años, Morrison modeló el personaje a su antojo, cosechando un arrasador éxito de ventas y crítica con una colección dirigida un público poco convencional. Tanto es así, que la serie se publicó sin el sello del Comics Code Authority, el equivalente a para todos los públicos de nuestro país. Asimismo, sirvió de detonante para el despegue de la carrera de un joven y brillante escocés cuya característica más significativa era la innovación y el atrevimiento a la hora de plantear conceptos, huyendo del estereotipo de superhéroe convencional.
Morrison, como muchos de los autores británicos que cruzaron el charco, muestra una nueva forma de entender el género. La lucha del bien contra el mal pasa a un segundo plano, dando paso a la crítica social centrada en la defensa de los animales y el ecosistema. Además, utiliza el humor como herramienta para romper la cuarta pared, como ya hiciera Byrne en su etapa al frente de Hulka.
No obstante, la etapa presenta una evolución paulatina y constante. En un principio, se nos presenta a un Buddy Baker deseoso de volver a ejercer su papel de superhéroe y reencontrarse con la fama, contando con el apoyo incondicional de su mujer. Durante los primeros números, la serie atesora una gran calidad, pero se mantiene ligada al Universo DC y a todo aquello que podríamos considerar estándar en el género. Una vez se confirma que el proyecto se transforma en serie regular, Morrison da un paso adelante y ya no vuelve a mirar atrás.
A partir de ese momento, el autor comienza a plantear una serie de historias autoconclusivas que forman parte de un todo, las cuales culminan en un final apto para la reflexión. Viajes en el tiempo, una cruda venganza, homenajes a personajes olvidados que hicieron disfrutar a muchos niños, nos llevarán al final de una etapa en la que, ya derribada la cuarta pared, todo es posible, incluso se vuelve algo compleja de entender. Pero lo realmente relevante en ese desenlace, es una conversación que sirve de vehículo para que el autor pueda volcar sus críticas sobre la industria del cómic y los cómics de superhéroes, que en aquellas fechas había sufrido una increíble transformación. Todo ello, nos conduce a una nueva e interesante reflexión sobre la representación del creador de historias como una especie de dios terrenal. Sinceramente, nunca he vuelto a ver nada igual en un cómic.
En el apartado gráfico cabría destacar las maravillosas portadas de Brian Bolland, otro británico procedente de 2000 AD, reconocido por su trabajo en Juez Dredd, La Broma Asesina y Camelot 3000, entre otras. Los lápices del interior son obra de Chas Troug, un dibujante cuyo único trabajo relevante fue el de esta colección, aunque realizaría la serie titulada Coyote, en el sello Epic de Marvel. Incluso participaría en la serie de DC Forgotten Realms, centrada en explotar la saga Dungeon & Dragons. Sinceramente, pese a que su trabajo aquí es bastante bueno, seguramente sería un autor más desconocido de lo que ya es, si no hubiese participado en una etapa donde el protagonista indiscutible es Morrison. Aún así, el dibujante supo captar la esencia de lo que pretendía transmitir el escocés, algo que, en honor a la verdad, no me parece nada desdeñable. Tampoco habría que olvidar el trabajo de Tom Grummett, un dibujante por el que siento cierta debilidad y que se encarga de algunos números como sustituto.
En cuanto a ediciones españolas, me quedo con el bonito tomo editado por Planeta. La editorial consigue condensar la etapa en 600 páginas, con un tomo muy manejable y bien editado. Sin lugar a dudas, una de las mejores ediciones de Planeta durante su posesión de los derechos de DC.
Sintetizando un poco esta lluvia de información, podríamos decir que el Animal Man de Morrison es: una etapa en la que el guionista tuvo que tomar peyote para contar su experiencia en un cómic; una etapa en la que el debate sobre la elección entre la vida de un hombre o un mono nos llevan a un nuevo nivel en la lucha por los derechos del los animales; una etapa que comenzó con un autor que afirma que tras los cuatro números iniciales se quedó sin ideas, optando por la “improvisación”; una etapa en la que se cuenta el verdadero origen de Animal Man; una etapa irreverente, innovadora, delirante, revolucionaria, crítica, atípica y no apta para mentes obtusas; en definitiva, el Animal Man de Morrison es una etapa en la que se define a un autor, marcando su estilo de tal forma que lo convierte en su sello personal. O lo que es lo mismo, estamos ante una obra 100% Morrison.
Todo esto, aunque parezca una tontería, hace que la obra sea difícil de recomendar al público en general. No obstante, y pese al gran trabajo de Jeff Lemire en la etapa actual, o el trabajo inmediatamente posterior de Jamie Delano siguiendo la senda marcada por el escocés, esta etapa me parece definitoria para el personaje. No se me ocurre mejor forma de conocer a Buddy Barker que leyendo la etapa de Morrison. Comprobadlo vosotros mismos, os aseguro que la experiencia no deja indiferente a nadie.