Voy a contar un secreto, uno que los lectores de cómics veteranos ya sabrán y que los lectores nuevos sólo sospecharán: los 80 son la mejor década que ha habido y que habrá para los cómics Marvel. Y lo son, entre otras cosas, porque por primera vez la editorial dejó de ser "La Casa de las Ideas" para pasar a ser una casa que se había construido sobre aquellas ideas del eslógan.
Me explico, claro.
Los 60 suponen la cuna de todo aquello que a día de hoy lleva el logo de Marvel, esos cómics que seguimos comprando con más o menos agrado, esas películas que parten la pana en taquilla y esas camisetas que podemos llevar sin que nos tachen de frikis ahora que se venden en Primark y similares. Esa década iba fundamentalmente de Stan Lee y un puñado de dibujantes a los que bien podríamos llamar "Kirby, Ditko y otros" creando de la nada (o de la casi-nada, va, que algunos personajes ya existían en tiempos de guerra) un microuniverso de ficción compartido en el que la imaginación era el límite y en el que se asentaron con sólidos cimientos las bases de la Marvel que conocemos.
Los 70, por su parte, expandieron todo aquello: a Stan Lee le sucedió el aventajado Roy Thomas en prácticamente todas las colecciones, y llegarían un montón de nuevos autores tan imaginativos como los anteriores y más audaces, transgresores incluso; y así, mientras que las grandes series como Spiderman, Los 4 Fantásticos o Los Vengadores seguían teniendo picos de calidad muy altos, eran las colecciones minoritarias las que más llamaban la atención por lo arriesgado y/o brillante de sus propuestas. Además, el número de colecciones a publicar iría aumentando con nuevas licencias sacadas de la literatura o el cine, consolidando a Marvel como el espejo en el que editoriales como DC Cómics tendrían que mirarse sin aspiraban a tener una oportunidad en el mercado.
Habrá quien diga que los 60 fueron la mejor década de Marvel, por los motivos que he esgrimido o por otros diferentes. Y habrá quien opine lo mismo de los 70. Y será una opinión tan respetable como fácil de defender. Pero es en los 80 cuando el testigo en la editorial lo empiezan a tomar los lectores, jóvenes que fueron creciendo con Spiderman, El Capitán América o Los 4F y que ahora querían escribir las historias de todos aquellos maravillosos personajes que alimentaron sus sueños cada día. Y lo hacen por medio de la renovación de conceptos, de una modernización de lo que se había contado en aquellas historias tan ingenuas y casi infantiles primero y absolutamente locas después. Fue el tiempo de los Simonson, Miller o Byrne, por ejemplo.
Y también fue el tiempo de Roger Stern.
Clásicos Marvel (XI): Doctor Extraño, de Roger Stern.Si simplificasemos al Doctor Extraño lo máximo posible, seguiría siendo un personaje tremendamente interesante: un exitoso cirujano bastante capullo que recibe una cruel cura de humildad en forma de accidente de coche que le incapacita para seguir ejerciendo su profesión termina, por uno de esos rocambolescos giros del destino que sólo se dan en los cómics, estudiando las artes místicas hasta convertirse en aventajado alumno primero y hechicero supremo después.
Si eso ya de por sí es un punto de partida interesante, la propia naturaleza de las historias propicia que los dibujantes tengan la oportunidad de dibujar otras dimensiones, con colorines y formas imposibles. Es más, si un dibujante del Doctor Extraño no tira de colorines y formas imposibles, es probable que no haya aprovechado bien su estancia en la colección.
Y así, tenemos etapas en la colección tan bien valoradas por los aficionados como la de Lee y Ditko en los seminales sesenta o la de Englehart y Brunner en los locos, locos setenta.
Como ocurriría con el Daredevil de Miller, el Thor de Simonson, Los 4F de Byrne o el Hulk del pobre Mantlo, los 80 actualizarían al Doctor Extraño hasta dar con su versión definitiva.
Reescribiendo a Stephen Extraño.Cuando Roger Stern comienza a escribir al Doctor Extraño, se encuentra con un personaje cuya existencia parece totalmente plácida: el Maestro de las Artes Místicas vive en su mansión de Greenwich Village con una galería de secundarios a su servicio (su mayordomo asiático, su contable y su alumna y amante venida de otra dimensión); y como a veces ocurre, de repente aparece una mujer y toda su vida se pone patas arriba.
Morgana Blessing y su impacto en la existencia del buen doctor será el elemento que impulse las primeras historias de una etapa en la que Stern, haciendo gala de su oficio, irá tirando de lo más interesante de la, uhm, "galería de villanos" del personaje (véase Dormammu, Pesadilla o el Barón Mordo), al mismo tiempo que recupera a personajes más olvidados como El Hermano Vudú o Rama Tut. Y así, tras unos primeros números en que se va preparando el terreno, sin darnos cuenta nos encontramos con el Hechicero Supremo viajando a través del tiempo en busca de un fragmento perdido del alma de la señorita Blessing, lo cuál servirá además como excusa para que Marshall Rogers pueda dibujar esos paisajes oníricos con colorines y formas imposibles (¿veis? os lo dije).
Más adelante, en la que intuyo que es la historia más recordada de la etapa, el Doctor Extraño asistirá al regreso de Drácula, que tras el final de su colección (La Tumba de Drácula de Wolfman y Colan, palabras mayores) había tenido un par de momentos en La Patrulla-X de Claremont que, para el que escribe estas líneas, a día de hoy siguen siendo inolvidables; "La Fórmula Montesí", larga saga en la que Extraño combatiría al señor de los vampiros y que contaría con sospechosos habituales como Hannibal King, Blade o Frank Drake, bien podría servir como cierre a la que fue una de las mejores colecciones de la Marvel de los 70.
Y en otra de las historias clave de la etapa, Extraño viajaría a la Dimensión Oscura, antiguo reino de Dormammu, para ayudar a Clea a derrocar a la opresora hermana de éste, todo ello con un Paul Smith pletórico a los lápices. Gran material.
Con todo, mi historia favorita de la etapa es también la más introspectiva.
"Haber Amado y Perdido" nos muestra a un Stephen Extraño tocando fondo. La mujer que ama, Clea, se ha ido, y esto le ha dejado un vacío en el que se cuestiona a sí mismo y a la naturaleza de sus actos. Y de esas cenizas surgirá un personaje más fuerte y seguro, totalmente preparado para encarar cualquier cosa que venga.
Si este pequeño "Born Again" del Doctor Extraño ya es de por sí un magnífico tebeo, es el arte de Michael Golden lo que lo convierte en uno de los grandes clásicos del personaje.
Sinceramente, si yo no hubiese leído esta etapa, si no la tuviera en alguna de las ediciones en las que se ha publicado (a poder ser en los dos tomos "Un Mago Renovado 1 y 2" publicados en la Colección Obras Maestras de Forum), insistiría a Panini para que la reeditase un año de estos. Puede que no sea una de las etapas más famosas de los 80, de esas que más se reivindican o que aparecen en cualquier lista de lo mejor que ha dado Marvel, pero me parece la etapa más interesante de uno de los personajes ya de por sí más interesantes de la editorial.
Triunfo y Tormento: Despierte el Alma Dormida...Si tuviese que ser objetivo, cosa que afortunadamente no ocurre, no podría expresar lo mucho que me gusta "Triunfo y Tormento", lo perfecto que me parece o cómo es desde hace muchos años uno de mis tebeos favoritos de Marvel.
No me quiero extender demasiado en el argumento, que se resume en un duelo de magos ancestral que termina provocando la unión de dos personajes tan lejanos como el Doctor Extraño y Víctor Von Muerte, el mejor villano de toda la historia de la editorial, en la arriesgada empresa de descender al infierno de Mefisto en busca de un alma.
Y si bien el planteamiento es magnífico, la caracterización del Doctor Muerte, la mejor versión que he visto del archienemigo de Los 4 Fantásticos, es la que hace tan sobresaliente la historia.
Y encima en este caso Stern se empareja con los independientes Mike Mignola y Mark Badger, para hacer el proyecto un poco más fuera de lo común.
Me gusta pensar que, si alguien aún no lo ha leído, lo acabará haciendo. Se hará un gran favor. Lo prometo.
¿Había dicho ya que es uno de mis tebeos favoritos de Marvel?
Stern y su mundo.Por motivos que se me escapan, creo que Roger Stern no está tan valorado como se merece. Al menos en Estados Unidos, quiero decir, donde se me hace extraño que no se hubiesen reeditado etapas tan brillantes como las que escribió en Los Vengadores o Spiderman, por ejemplo, hasta que Panini España encargó la digitalización de los materiales.
Aquí en España, sin embargo, creo que es uno de los guionistas a los que se recuerda con más cariño, probablemente porque escribió algunos de los tebeos con los que toda una generación nos enganchamos a los tebeos Marvel.
Pero más allá de sentimentalismos circunstanciales, Roger Stern es el especímen que mejor representa a una nueva hornada de escritores en Marvel, aquellos que venían de abajo, del fandom, y que habían ido madurando con el sueño de poder escribir algún día a esos personajes de los que habían leído todas sus aventuras y que tanto les marcaron. Una generación que contribuyó a renovar y expandir la leyenda de esos héroes de papel y llevarlos a un nuevo tipo de lector.
Hace unos años, nuestro compañero Celakanto se encontró con una extensa entrevista a Stern por parte de un escritor americano llamado George Khoury. Tras pedirle permiso al propio Stern, la tradujo y la colgó en una web creada para la ocasión.
La entrevista en sí es magnífica: en ella el guionista habla de esos comienzos como amateur en un fanzine, de cómo unos amigos fans acabaron escribiendo las mejores colecciones de la editorial o de cómo era la experiencia de trabajar en el bullpen de la Marvel de los 80. De la inigualable Marvel de los 80.
Aquí la enlazo:
http://rogerstern.blogspot.com.es/2007/09/roger-stern-los-e-xit-os-y-dilemas-de.html. Personalmente, la haría de obligada lectura para todo aquel guionista que quiera empezar a escribir en Marvel. Y me parece tan inspiradora que recomiendo a todo el personal que se tome un tiempo para poder leerla y disfrutarla. Quizás con un café.
Hay días en los que me da la impresión de que cada vez amo más los tebeos.
Ey, se me olvidaba: Excelsior.