Spiderwoman: Marvel Limited Edition 3: Adiós a Los Ángeles (1980-1981)
Reseña en la web de Universo Marvel:https://www.universomarvel.com/resenas-spiderwoman-marvel-limited-edition-3-adios-a-los-angeles-1980-1981/Nos encontramos ante el tercer volumen que recopila la colección clásica de Spiderwoman. Un tomo fácilmente divisible en dos mitades, la primera de las cuales significa la continuación y conclusión de la etapa guionizada por Michael Fleisher.
En la anterior entrega, Fleisher daba un vuelco a la temática de la colección al convertir a la protagonista en cazarrecompensas de la noche a la mañana.
Lo mismo para los personajes de apoyo. El guionista aprovechaba la coyuntura para renovarlos por completo, dando entrada a Scotty McDowell, vecino discapacitado de Jessica Drew y socio de nuestra heroína en su nueva faceta, así como al capitán de policía Alexander Walsh.
De aquí parte la continuación de la etapa Fleisher. Una etapa en la que Steve Leialoha se hace definitivamente con el puesto de dibujante a lápiz, si bien en un par de números salteados cede su herramienta de trabajo a Jerry Bingham y Ernie Chan, respectivamente.
Este final de trayecto de Michael Fleisher consta básicamente de dos ciclos argumentales supeditados a las maniobras de dos nuevos villanos, que no supervillanos. En primer lugar, hace su presentación Rupert Dockery, un magnate de la prensa sensacionalista de la peor índole. Dockery ha encontrado en Spiderwoman la gallina de los huevos de oro con la que rellenar titulares adulterados de su panfleto, de modo que le busca las cosquillas. En primera instancia, el delictivo director de periódico utiliza a un pobre diablo al que convence para que se disfrace de supervillano de pena, y posteriormente opta por aprovechar el tirón de un oponente real, el Implacable, con quien Spiderwoman ya se las tuvo en el anterior volumen. Concretamente, Dockery se friega las manos cuando se entera cómo el Implacable coacciona a Spiderwoman para que robe para él unas joyas. Lo que está en juego es la vida de su socio Scotty, que acaba en estado comatoso, mientras que el invitado para la ocasión vuelve a ser Spiderman, que ya tuvo un primer encuentro con su homónimo femenino al final del anterior volumen.
El segundo oponente que hace su presentación es Karl Malus. En este caso se trata del clásico científico pérfido que se vale de su genio para la creación y manipulación de supervillanos, al estilo Jonas Harrow, para entendernos.
Los peones en este caso son la Mosca, el enemigo de Spiderman, el Hombre Lobo (Jack Russell), que vuelve a pasearse por estas páginas, y el propio Scotty McDowell. Malus inyecta un antídoto al moribundo socio de Jessica, consistente en ADN de la Mosca, pero la cura es también un dardo envenenado al conferir superfuerza a McDowell y verle crecer unas alas de insecto. De este modo nace el Avispón.
En su conjunto, estamos ante historias que no pasan de aceptables, pero, por lo menos, se nota una mejora respecto a lo leído en los anteriores tomos y Michael Fleisher marca un rumbo concreto en los argumentos. El trabajo gráfico es también correcto sin más, sobresaliendo, como era previsible, el número dibujado por Jerry Bingham.
Entra Chris Claremont.La marcha de Michael Fleisher significa la entrada de uno de los nombres más prestigiosos (si no el más prestigioso) del momento en Marvel, el mismísimo Chris Claremont, que se quedará ya casi hasta el final de la serie. Un cambio en el apartado escrito, pero no en el visual, porque Steve Leialoha sigue inamovible y acompañará a Claremont a lo largo de toda su etapa.
Sin embargo, antes nos encontramos con un número que hace de puente entre los dos guionistas estables, un episodio guionizado por J. M. DeMatteis, igualmente dibujado por Leialoha.
Tenemos que Spiderwoman y su socio siguen en su supuesta labor de cazarrecompensas, un trabajo que a estas alturas ya pasaría más por el de heroína de alquiler. El nuevo encargo consiste en dar caza a Turner D. Century, un chiflado con indumentaria de principios de siglo, obsesionado con restaurar la forma de vida de ochenta años atrás por medios violentos.
El episodio no está mal como relato aislado sin mayor continuidad. Sin embargo, DeMatteis se guardaría un hilo para su etapa en Capitán América. En concreto, recuperaría al otro personaje presentado aquí y también anclado en el pasado, Morgan MacNeil Hardy, para un episodio autoconclusivo bastante especial.
Eso sí, lo que queda muy forzado es el episodio de broncas, sin una razón de peso, entre Jessica y Scotty. Lo curioso del caso es que, casualidad o no, DeMatteis parece estarle haciendo el trabajo sucio a Claremont, quien pondrá punto final a la sociedad.
Chris Claremont inicia su andadura en la colección con un thriller alrededor de una corporación criminal, cosa que indica su intención de seguir en la línea dejada por Fleisher en cuanto a una Spiderwoman reciclada a investigadora privada. Un inicio de trayectoria en el que el guionista también parece echar mano de supervillanos un tanto olvidados, caso de Martillo y Yunque, ocasionales oponentes de Hulk, y de Angar, viejo conocido de Daredevil y Puño de Hierro.
Sin embargo, Claremont, como sus antecesores en el puesto, pronto se apunta a la ya tradicional enmienda al actual entorno de Spiderwoman. Así, el guionista recupera a una vieja conocida de la colección, Lindsay McCabe, la amiga actriz de Jessica, al tiempo que se deshace para siempre de Scotty McDowell. Por si fuera poco, Jessica y Lindsay se desplazan a San Francisco, abriendo así la enésima etapa de la colección.
No terminan aquí las novedades porque, ya en San Francisco, se incorpora a la nómina de secundarios David Ishima, un joven que viene a rellenar el abandonado corazón de Jessica Drew. Lo único que no sufre cambios es la ocupación de la protagonista, que finalmente se estrena legalmente como investigadora privada tras haber conseguido la pertinente licencia.
La nueva etapa se inicia con un modesto episodio de ciencia ficción. Un relato escenificado en un pueblo que vive un extraño conflicto entre humanos y una colonia alienígena.
Finalizamos el tomo con un arco argumental en el que Claremont lleva a la colección al terreno que mejor conoce, el de los mutantes. Un episodio cuyo mayor legado es el de la primera aparición de Siryn, quien gozará de larga trayectoria en los títulos mutantes. El caso es que los colegas Juggernaut y Black Tom Cassidy utilizan a la joven mutante, vestida con la indumentaria de Banshee, para que les haga un trabajo sucio, hasta que la propia Patrulla-X irrumpe para poner las cosas en su sitio. Otra aceptable historia, con un Steve Leialoha que poco a poco ha ido encontrando su sello, si bien estéticamente no es un dibujante demasiado vistoso.
Conclusión.Al menos este tercer tomo mejora algo las cosas respecto a los dos anteriores en cuanto a guiones y también dibujo, pero todavía sin pasar de lo aceptable en su conjunto.
Veremos qué nos cuenta Chris Claremont en el cuarto y último de la colección.