Joer, ni que ser director editorial fuera algo que requiriera estar colegiado, como un médico, arquitecto o abogado
Bueno, es sencillo de comprobar, vamos a verlo.
Vamos a coger a la considerada mejor editora española en la actualidad (según distintas fuentes como Babelia, El Cultural) y una de las mentes más poderosas e influyentes de este sector; Elena Ramírez. No es ningún secreto que tanto la posición de editores como de agentes literarios, están normalmente ocupados por mujeres.
Elena Ramírez, que es Editora de Seix Barral, estudió Filosofía y Letras en la Universidad Autónoma de Madrid y luego un Máster en Edición, en la Stanford University, California.
(Curiosamente, su fundador, Carlos Barral, si acaso uno de los editores más míticos de la historia editorial en el mundo, era Licenciado en Derecho, y tenía una extensa formación literaria, además de ser Senador, autor y poeta). Tuve la suerte de conocerla no hace mucho, por cierto, en un Congreso editorial
Podemos entender que es casualidad, que esta mujer está puesta ahí a dedo, o que su formación no tiene nada que ver con su éxito.
Que lo mismo para llegar a cabeza de una gran editorial mundial, basta con decir que uno lee mucho en la playa o tiene las estanterías llenas de libracos.
No sé muy bien qué idea tenéis del mundo editorial (global, no hablo solo del cómic), pero parece muy errada y poco realista.
A esas posiciones, solo suelen llegar profesionales con una formación académica e-x-q-u-i-s-i-t-a, que es muy difícil adquirir (pasta como principal problema), y una preparación completamente de élite. Después de todo, manejan imperios de millones. Aunque ya nada es como antes (el mercado editorial del siglo XX dio una figura del editor muy parecida pero de otra pasta; los grandes filántropos, intelectuales, pensadores y hombres de letras. También los había como José Manuel Lara padre, que como es sabido, no era editor, sino empresario (hay que diferenciar). Una cosa no tiene nada que ver con la otra, porque ese tipo de "editores" (director comercial y punto) ni siquiera leen los manuscritos.
En el caso de editores como Elena Ramírez, desde luego son mentes privilegiadas, con una inteligencia y conocimientos impresionantes.