La historia de
Mingo sigue tan buena como el primer capítulo, está bastante emocionante... Aunque qué pronto te has cargado a casi todo el mundo, ¿no?
La historia de
Hipe hasta mejora
El capítulo no tiene mucha acción y en su mayor parte es un resumen del origen de Los 4F, pero aún así me ha gustado bastante conocer más cosas sobre este mundo, como el que Reed sea profesor o que a los mutantes se les trate tan bien.
La de
hielospidercapi11@ ha sido normalita todo el rato, pero el final me ha gustado bastante
A ver si en tu próxima historia mantienes todo el rato la calidad de este final.
Vazquez, como puedes ver mis malos no caen tan fácilmente
Himeno a saber si pasará de bando o no, pero teniendo en cuenta que Sugimori le dijo que si no podía proteger a Akabane moriría, pues lo tiene chungo para seguir del lado de Takahashi y sus demonios (de hecho ya le acaba de atacar uno).
Y sin más, os dejo con los próxmos capítulos.
Capítulo XXXVII
Himeno se puso en pie, satisfecho de haber derrotado al demonio. Otro demonio reposaba cerca de él. Entonces los vio. Isobe y Matsui estaban arrodillados junto al cadáver de Yuichi, que se había roto el cuello cuando Akabane le había golpeado con el ala, estrellándole contra una pared.
Sin duda, una muerte indigna de un samurái. Isobe le cerró los ojos con cariño. Y entonces vio a Himeno.
-Domo arigato, samurái-dijo Himeno despidiéndose con un saludo de la mano-. Me has hecho un favor al exterminar a ese demonio.
-¿Seguro?-sonrió Matsui-Ese demonio era Akabane, y por lo que parece trabajáis juntos, ¿no?
-¿Qué? No. No puede ser…
-Nos vemos, ninja. Asegúrate de estar preparado la próxima vez.
-¿Sí?-Himeno agarró con firmeza su katana-Los dos estáis agotados. Si fuera un samurái, esperaría a la igualdad de condiciones. Pero no lo soy.
Matsui rió.
-Deja de fingir. Tú también estás agotado, y lo sabes.
Himeno desapareció entre las sombras con movimientos despreciativos. A Sugimori y Takahashi no les gustaría mucho lo de Akabane.
Capítulo XXXVIII
-¿Y ahora?-preguntó Matsui.
-Tendríamos que dirigirnos a Esashi, en Hokkaido-murmuró Isobe-. Pero sin Yuichi, no creo que podamos ir directamente. Tendremos que adquirir una barca en Hachinohe.
Isobe y Matsui emprendieron un nuevo camino, rumbo al nordeste de Honshu. Ya habían emprendido muchos caminos juntos.
Cuando se conocieron, Isobe aún era un samurái. Por sorprendente que pudiera parecer, eran enemigos. Matsui ya era uno de los mejores yojimbos, pero aún no era considerado el mejor. Había sido contratado por los rebeldes, y se vio obligado a luchar contra Isobe. Su primer combate fue realmente espectacular. El ejército de los rebeldes y sus yojimbos se enfrentaron al pequeño ejército capitaneado por Isobe. Matsui prácticamente acabó con la mitad del ejército de Isobe, mientras la otra mitad luchaba contra los rebeldes y el resto de los yojimbos. Entonces Matsui se encaró con Isobe, y libraron una larga lucha hasta que por fin Matsui tuvo que huir. Mientras, el ejército de Isobe derrotó a los rebeldes. El emperador ganó aquella batalla.
La siguiente vez que se vieron, Matsui ya no estaba al servicio de los rebeldes, sino que el mismo emperador lo contrató durante un breve período de tiempo para vigilar el palacio. Isobe y Matsui entablaron amistad. Por aquel entonces, Matsui ya era el mejor de los yojimbos e Isobe ya no era samurái.
Matsui funcionó como yojimbo, y estuvo algunos años al servicio del emperador. Después el emperador le destinó a vigilar el feudo de uno de sus señores. Matsui consiguió una buena recomendación por parte del señor, y estuvo algunos años más yendo de feudo en feudo. Después fue cuando lo contrató el emperador para vigilar la caravana de Isobe y de Yukio Tajiri.
Capítulo IXL
Yukio bajó de su lujoso caballo, un corcel blanco. Había llegado a Uvajima, su aldea natal. Respiró el aire marino con agrado. Un hombre al que no le faltaba mucho para ser el doble de alto que ella la saludó con una reverencia. Era calvo y sus ojos denotaban un brillo inteligente. Vestía con unas sencillas ropas blancas y marrones (un chaleco blanco de una tela muy áspera, unos anchos pantalones marrones y unos zuecos), ya que de su talla no había muchas ropas de calidad.
-Me alegro de que haya llegado sana y salva, princesa Tajiri.
-Gracias, Hitoshi. Los yojimbos que me enviaste me escoltaron todo el camino.
-Sígame, princesa Tajiri.
El gigante anduvo por las calles de Uvajima hasta que dobló por un callejón. Llamó a una puerta de roble macizo.
-Contraseña-dijo una voz.
-Kimono.
-Pasa.
Hitoshi entró en el edificio, seguido de Yukio. Era una estancia sencilla, cuyo único objetivo era albelgar una tramplilla que el gigante abrió. Después cogió una antorcha que estba sujeta en la pared y comenzó a bajar por un angosto pasadizo.
-Corren tiempos peligrosos-explicó.
Hitoshi y Yukio bajaron por el pasadizo. Estaba excavado en la misma roca de Uvajima.
-Este pasadizo fue construido hace muchos años. En realidad fue elaborado por Amaterasu-la poderosa diosa del sol y de la naturaleza, que dominaba la Takamagahara, la Llanura Celestial-, y fue la acción del hombre la que elaboró aquí este laberinto.
Yukio asintió en silencio, con cuidado de no tropezar ni de resbalar.
-Cuando Amaterasu lo creó, era un río subterráneo, pero se secó. Después se encontró la entrada en Uvajima, y los rebeldes construyeron ese edificio encima. Además limpiaron las rocas sueltas.
-¿Y cómo llegó a tus manos?
-Matsui fue contratado por el señor de Uvajima. Digamos que hizo buen trabajo. Después, como fiel siervo de mi señor, éste me donó la cueva. Después de todo, sólo se necesita en caso de guerra. ¿Y cómo va a haber una guerra en Uvajima cuando la mismísima princesa proviene de aquí?
-Me halagas, Hitoshi. Pero ya no soy la princesa, y lo sabes.
El gigante no respondió, sino que siguió avanzando por el pasadizo. Había tantas bifurcaciones que Yukio temió que Hitoshi se hubiese perdido hacía tiempo. Como si le hubiera leído los pensamientos, el gigante le respondió de inmediato:
-Tranquila, ya estamos llegando.
Ciertamente, se notaba que el laberinto de pasadizos había sido creado por Amaterasu. Las paredes estaban muy húmedas, y pequeños riachuelos serpenteaban por el suelo. De nuevo, Hitoshi pareció leerla los pensamientos.
-El río se secó hace tiempo. Los pequeños riachuelos que ves están provocados por la lluvia de toda Uvajima.
-¿Toda?-Yukio arqueó una ceja.
-Y más. Este laberinto se extiende mucho más allá de Uvajima. No se sabe con certeza dónde lleva, pero parece que se trata de un laberinto de cuevas submarinas en el mismo lecho de Honshu.
-¿Nadie lo ha explorado?
-Nadie ha osado. Estas cavernas tienen miles de años de antigüedad. Aquí dentro puede haber cualquier tipo de demonios.
Yukio pareció pensativa.
-¿Los demonios pueden venir de aquí?
-A lo mejor. De algún sitio han de venir, pero para extraerlos de aquí se hubiera necesitado un portal místico, que ya debería haber sido sellado.
-Y si ha sido sellado…
-Exacto. La única forma de llegar al hogar de los demonios y acabar con la amenaza sería descendiendo por estos túneles hasta el mismo centro del riku.
Hasta el mismo centro de la tierra… La tierra, el riku, era uno de los tres elementos primarios de la cultura japonesa: Sora (cielo), riku (tierra) y kairi (océano).
Entonces Hitoshi se detuvo.
-Ya hemos llegado.
Recuperamos a Yukio (salía en el capítulo 2, os acordaréis de ella
) y tenemos a un nuevo personaje, Hitoshi, que dará mucho de que hablar...