La historia avanza muy bien. Si no supiera el resultado estaría intrigado por ver lo que pasa con Essex

Pero bueno, todo muy bien. El capítulo con Essex está muy bien narrado y en el cuarto podemos ver por fin a Emma en la actualidad

Espero que el Club sea lo que creo que es, y la historia será aún mejor

Bueno, y un trozo de la mía.
Al día siguiente.
Un chamuscado Mole, que aún no había podido ducharse para quitarse las cenizas provocadas por el rayo lanzado por Tormenta, daba enfurecido de comer a la boca a los X-Men.
El plato era sopa, y los X-Men tuvieron que comerla a regañadientes, ya que no comían desde hacía mucho tiempo. Lobezno limpió la gran cuchara con avidez, aunque un segundo después demostró que el entusiasmo que había demostrado era porque quería escupirselo en la cara a Mole.
La mezcla de sopa y de saliva de Logan le dio a Mole en plena cara.
-¡Raaargh! ¡Nadie se mete con Fred J. Dukes!
Mole recordó el daño en la mano de la última vez que había golpeado a Lobezno y le tiró la sopa en la cara. Ésta goteó por la nariz, los ojos y las mejillas de Logan. Éste, contra todo lo previsto, ejerció tanta fuerza que dobló las vigas a las que estaba sujeto y se liberó, sacando las garras mientras lo hacía.
Mole retrocedió asustado. Logan se lanzó a por él y le hizo un corte profundo en un hombro. Mole gritó de dolor y le estampó la manaza en la cara a Lobezno, empujándolo contra las vigas metálicas. Éste se reincorporó y fue a atacar a Mole, pero entonces quedó flotando en el aire. Todos volvieron la vista y vieron a Magneto con la mano extendida.
-¡Señor!-gritó Mole-¿No iba a atacar a Factor-X?
-Sí, pero ha habido algo que me ha llamado la atención en el último momento.
Magneto sacó la otra mano oculta bajo la capa mostrando un cartel arrancado de una pared.
-El cartel dice: “¿Harto del mandato de Magneto? ¡Únete a Excalibur! ¡Sólo tienes que buscarnos entre tus gentes de confianza y nosotros te encontraremos!”
-¡Es una blasfemia, señor!-gritó Mole.
-Sí, así es.
Ditraídamente, Magneto empujó a Lobezno contra la pared y le enroscó las vigas alrededor del cuerpo, mucho más fuerte que la última vez.
-Mole, únete a Mésmero y Marea y haceros pasar por voluntarios para entrar en Excalibur. De paso, interrógales. Dicen algo de que les atacaron la mutante fugada y otro. Y una última cosa: Si te da tiempo, busca a Mímico y a…
En ese mismo momento, una figura encorvada entró en la sala.
-¿Señor?-dijo la ronca voz de Dientes de Sable.
-¿Sí?
-Rankin me ha atacado. El muy idiota estará ahora ahogándose a unas millas de aquí. Llevo nadando toda la noche.
-¿Y qué hacías ahí?
-No lo sé, señor. Me desperté y estaba en una lancha en mitad del mar. Entonces apareció Rankin y la destrozó, pero se hirió en el intento.
-Entiendo. ¿Qué tal funciona tu olfato después de un baño?
-Bien.
-De acuerdo. Guiáles a estos idiotas. Te explicarán lo que tienes que hacer por el camino.
Logan dirigió una mirada cargada de odio a Dientes de Sable, que fue devuelta con creces. Mole también miró de forma desafiante a Magneto, pero cuando él se giró apartó la vista.
-¿Algún problema, Mole?-dijo Magneto.
-No… Ninguno, señor.
Pentágono.
Una figura femenina se deslizó por el suelo, girando cada vez que veía una cámara. Llegó junto a una puerta que indicaba que estaba prohibido el paso. Una cámara enfocaba la puerta en su totalidad. Entrar sería difícil. Lo primero era averiguar si había otras entradas. Se deslizó hacia una enorme cristalera y con un diminuto cortacristales fue quitando suavemente porciones hasta abrir un agujero lo bastante grande como para poderse escabullir.
Se deslizó silenciosamente por la cornisa, avanzando hasta la siguiente cristalera. Como había previsto, daba a la puerta cerrada. Repitió la operación teniendo cuidado de lanzar los cristales fuera del recinto del Pentágono, ya que si los tiraba dentro al romperse podían llamar al atención de algunos guardias.
Entró en la habitación y se acercó a una pequeña caja fuerte. Extrajo un aparato de un bolso y se lo colocó en la oreja. La acercó a la caja fuerte y giró los mandos hasta que oyó los tres característicos chasquidos que indicaban que había dado con la combinación correcta.
Abrió la caja y cogió unos documentos y un pequeño objeto electrónico. Tan silenciosamente como había llegado, saltó por la ventana y gracias a una cuerda se dejó caer grácilmente en el jardín.