He leído Terry y los Piratas: La mina del tesoro (1934-1936).
Desde luego, no puedo negar que este confinamiento me está sirviendo para aprovechar la situación y leerme algunos tomos que tenía por ahí abandonados desde hace tiempo. Este es un buen ejemplo de ello, principalmente porque después de leer obras tan importantes como el Príncipe Valiente de Foster, o el Flash Gordon de Alex Raymond, me faltaba abordar alguno de los trabajos de Milton Caniff, en lo que podríamos denominar como en gran triunvirato de autores en lo que a tiras de prensa se refiere. Terry y los Piratas era la serie que por temática más atractiva me resultaba, por lo que cuando anunció Dolmen su publicación aproveché para darle una oportunidad, y la verdad es que no me arrepiento en absoluto. Ha sido una lectura maravillosa, y espero poder leer en siguiente volumen de la colección más pronto que tarde.
Antes de nada, quería hablar un poco de la edición. He criticado mucho cómo ha publicado Dolmen la etapa de Flash Gordon de Raymond, principalmente porque no me parecen tomos cómodos para leer. Si bien es cierto que se disfruta mucho el arte del dibujante, la experiencia lectora es una auténtica tortura. En esta ocasión es todo lo contrario. El formato apaisado le sienta bien, así como la inclusión de tres tiras por página, favoreciendo la lectura hasta tal punto que si no te fijas bien da la sensación que las viñetas se han realizado para ser leídas de este modo. Nunca dejará de sorprenderme que este tipo de obras de tanta calidad se publicasen de complemento en los periódico, además de esa capacidad de contar algo en muy pocas viñetas. En el prólogo se advierte de la mala reproducción de algunas planchas, que si bien es cierto que no todas tiene una calidad óptima, se nota que han hecho un buen trabajo de restauración, por lo que los fallos son demasiado leves. Quizá el hecho de que sean en blanco y negro también les ha ayudado un poco. Sea como sea, hay que admitir que Dolmen ha puesto un gran mimo en sta recuperación de la obra, que como mínimo m parece un edición bastante decente. De precios me abstendré de hablar, porque casi 30 euros por poco más de doscientas páginas no creo que sea barato, pero tampoco excesivamente caro. En mi opinión, es algo más o menos aceptable. Mi única crítica va dirigida al punto de corte, que no está mal del todo, pero en beneficio de la lectura quizá se podría haber dejado en una página menos, donde todas las tramas quedaban más o menos solucionadas, en lugar de dejar al lector ante la llegada de un personaje del que quizá ya no recuerde nada cuando inicie la lectura del siguiente volumen, teniendo en cuenta que se detiene la tira diaria para centrarse en la dominical hasta que ambas se unan en una trama común. No obstante, es un detalle menor, aunque no carece de cierta importancia, porque yo creo que es mucho mejor dotar a los tomos de cierta independencia y unidad, a pesar de que hablemos de una serie que se convierte en una historia-río interminable.
Omnigold resume muy bien los acontecimientos, así que me centraré un poco en mi opinión tras la lectura, para evitar repetirnos. Como suele ocurrir con este tipo de obras, llama mucho la atención lo bien que ha envejecido la serie de Milton Caniff. No hay que olvidar que se trata de una serie de aventuras que está marcada por un marco temporal muy concreto, lo que no facilita para nada la intemporalidad que puede ofrecer la fantasía heroica o la ciencia ficción. Sin embrago, Caniff consigue que unas historias realizadas en la primera mitad de los años treinta sean igual de validas y disfrutable ne pleno siglo XXI, algo que me parece digno de mención. Como afirma nuestro compañero, es una serie de aventuras muy dinámica, que nos permite a través de sus personajes sumergirnos en una lectura altamente divertida. Uno de los aspectos más interesantes es ver como el autor va concatenando una trama con otra, para que nuestros protagonistas vivan aventuras sin parar desde que inician su particular búsqueda del tesoro en pleno corazón de China. Además de la acción y las aventuras, predomina el humor, con unos diálogos muy inspirados en los que Caniff utiliza no solo registros cómics, con viñetas finales que dejan un gag o chiste más o menos elaborado e inteligente, sino que también juega con la ironía y el sarcasmo. Hay una gran dosis de humor en este volumen, pero uno inteligente, que te saca una sonrisa y que convierte a los personajes en protagonistas entrañables a los que el lector acaba cogiendo fácilmente cariño. De ese modo, al galán aventurero y mentor del valiente Terry se les une Connie, un simpático chino que a pesar de presentarse como mayordomo de la pareja, realmente no cobra nunca su sueldo y acaba transformado en el tercer protagonista de la obra, facilitando así esa dosis de humor tan presente en la tira, y que sirve como contrapunto a otros elementos propios de los seriales radiofónicos de la época como es el melodrama romántico que acompaña a las jóvenes hermosas que van desfilando por las historias.
A pesar de la atemporalidad, tampoco pueden faltar ciertos tópicos propios de la época. Sin embargo, aunque están presentes y no se pueden obviar, pasan prácticamente desapercibidos, porque Caniff muestra otros aspectos que se adelantan a su tiempo. el más evidente es su forma de tratar a la mujer dentro de las historias, que lejos de ser damiselas en apuros son mucho más que elementos decorativos de las tramas. Por ejemplo, la primera en unirse al grupo, será también la primera en disparar cuando llega el momento de la lucha. La señorita Drake dará un cambio radical al conocer la realidad de la vida en base a sus experiencias con Ryan. Y, por supuesto, tenemos a Burma, prototipo de una feme fatale, cuya evolución s asombrosa. Si bien es cierto que le componente romántico está ahí, o que la facilidad con la que las mujeres se arrojen a los brazos de uno de los protagonistas puede llegar a causar algo de rubor, no dejan de ser pequeños destellos de una época, pero es un aspecto que Caniff va redirigiendo a lo largo de las diferentes tramas en todo momento. Además, el aire desenfadado inicial se va modificando poco a poco, construyendo tramas mucho más elaboradas y bien definidas que abordan temas bajo un tono más adulto. Supongo que seguiremos viendo una evolución paulatina en las siguientes entregas de la colección, pero ya como punto de partida, me parece que tiene una altísima calidad. A mí me ha gustado mucho, y creo que argumentalmente supera incluso a la obra de Raymond, un que se queda un escalón por debajo de la de Foster en ese aspecto.
Por último, tenemos el apartado gráfico. Hay que dejar claro que Milton Caniff es un buen dibujante, a mí me ha gustado bastante, pero no está a la altura de Foster o Raymond. Seguramente, también influye mucho el formato de tira de pocas viñetas, lo que tampoco ofrece demasiado margen para las composiciones que hacían en sus propias tiras los otros dos grandes de la historieta. También creo que el artista ira evolucionando a la par de su obra, por lo que podremos ver una gran diferencia entre estos inicios y su fase final en la colección. Pero lo cierto es que a pesar de estar ante un buen dibujante, que lo demuestra como puede en esas pequeñas viñetas, Terry y los Piratas apenas puede competir gráficamente con algunas de las grandes tiras de la historia. Al menos no en cuanto a espectacularidad. Su narrativa es increíble en muchos aspectos, ya que aprovecha muy bien la simplicidad para conseguir una cinemática prácticamente perfecta. De hecho, con tampoco espacio, creo que es una auténtica virtud conseguir este efecto visual, que se aprecia mucho mejor la ver varias tiras remontadas en una misma página. Además, tiene un buen dominio de la anatomía y el movimiento del cuerpo humano, así como a la hora de definir los rostros de los personajes. Esto permite que se encuentre una particular y virtuosa sintonía con los diálogos, muy adecuado para la socarronería, la ironía y el humor que se puede apreciar en mucho de ellos. Obviamente, el impacto visual no es el mismo, pero eso no significa que gráficamente sea una serie muy buena también, sobre todo a nivel de oficio de un dibujante de cómics. Sea como sea, a poco que nos sumerjamos en cada una de sus páginas, podremos observar, porque Milton Caniff está tan bien considerado en la industria dela comic strip. Por mi parte, la experiencia ha sido muy satisfactoria, iniciando un viaje que merece mucho la pena.