Por cierto, que me da que hay algo que habría que aclarar y explicar formalmente:
Los efectos de sonido no se escuchan en el medio escrito. Se leen.
Esto es así no solo porque evidentemente usen grafías para imitar ese sonido, sino porque además, el sonido no entiende de idiomas.
Un muelle suena igual en Washington que en Cuenca. Sin embargo, a veces las grafías difieren, porque aunque adapten un mismo sonido, la conversión al idioma utilizado aconseja distintos usos, ya que en varias ocasiones, el sonido se sustantiva o se verbaliza, usando términos que vienen a definir específicamente ese sonido, o tienen relación con el mismo. Caso de las onomatopeyas "Ouch" frente a "Ay" o "Ha" frente a "Ja". Aunque en inglés suelen ser bastante más variadas debido al uso. Lo hemos visto con casos concreto como el "Snap", por ejemplo.
Esto no es lo mismo que la traducción o no de nombres de personajes, que no olvidemos que funcionan como nombres propios, y que por tanto, no solo van en mayúscula, sino que pueden conservar su forma original sin ser traducidos. No tienes por qué llamar Juan a tu amigo John de Nevada, ni tienes por qué corregirle si escribe New York. El castellano acepta estos extranjerismos, si bien en algunos casos aconseja el uso castellano (Nueva York) cuando lo hay, y desaconseja los que no han sido adaptados (USA frente a EE. UU.).
Además, el castellano toma estos extranjerismos y los adapta a sus normas, caso de míster, máster, cíborg, y un largo etc.
Por lo tanto, es correcto el uso de distintos neologismos que siempre se han venido usando en el mundo del cómic adaptando palabras del inglés al castellano (telépata, metamorfo), mismo caso para la castellanización de nombres (Spiderman).
En última instancia, que es a lo que me vengo a referir, no es solo que evidentemente las onomatopeyas estén sujetas a las normas castellanas de puntuación, sino que evidentemente son representadas por grafías que muchas veces no tienen el mismo uso en castellano que en inglés, llegando el punto de que un hablante castellano no comprenda la grafía representada (spring por boing, por ejemplo), o no reconozca el sonido que dice emular.
Por tanto, hablamos de una traducción en toda regla de términos que están sujetos a las mismas leyes ortográficas que todos los demás.
Distinto es, que una editorial diga querer respetarlos por adecuación a la norma y respeto al uso particular original (que en realidad no es el caso; ya ha dicho Julián que es para evitar errores).
Pero eso es una cosa, y otra, que la puntuación de las onomatopeyas sea una tontería, que alguien las considere elementos gráficos simplemente y exentas de normas, o no reconocer que en sí es un error ortográfico no cerrar una exclamación.
Todo tiene su explicación si se quiere.
Más allá de las opiniones, hay normas y reglas que están ahí para quienes las estudiamos (y para quienes quieran escribir correctamente el castellano).