Aviso, no he leído lo que habéis escrito hoy, no tengo tiempo. Así que disculpadme si patino, o me repito, pero me apetece aportar un granito de arena.
Cómo veo yo, en pocas palabras, la relevancia de los primeros números de Spiderman.
He leído varias veces AF15. Es un cómic aceptable, con un ritmo adecuado a lo que se hacía en ese momento. Se esbozan detalles; se presentan situaciones que podrían llegar a convertirse en relevantes con un posible desarrollo futuro; se construye un ritmo narrativo pausado, pero no lento, en el que las escenas se van encadenando de forma bastante natural. Los diálogos son resultones, sin resultar empalagosos ni innecesarios, sin buscar la carcajada o la lágrima fácil. El dibujo es correcto, bien encuadrado, dinámico (Ditko movía bien a los personajes, aunque sus caras no era maravillosas, dice una neurona desde la parte de atrás), con algunos escorzos osados pero sin llegar a nada radical.
No es el mejor tebeo de la historia. Es un buen tebeo, muy MUY de su época. De los que se hacían como 50 al mes.
Pero hay una cosa en la que destaca del resto de propuestas más o menos similares que podían encontrarse en las tiendas de la época: el protagonista es un adolescente normal, al que le pasa algo extraordinario que le dota de poderes fantásticos, pero que sigue siendo normal (al menos, al final de ese tebeo).
Sólo ese detalle hizo que decenas, tal vez cientos de miles de niños americanos idolatraran de manera inmediata al nuevo héroe.
Y el (entonces no tan) viejo señor Lee vio la balsa llena de peces, y lanzó el mejor de sus anzuelos. Entre él y Ditko construyeron, poco a poco, un personaje sólido, interesante, complejo, pero al mismo tiempo natural y cotidiano, lo suficientemente joven para que mantuviera el atractivo hacia la chiquillería sesentera, pero no tan infantil como para provocar el repudio de los adolescentes que querían ser adultos.
Así, en pocos meses Spiderman pasó de ser un personaje interesante más, a ser EL personaje más interesante de la oferta mensual de tebeos americanos para la enorme mayoría de sus potenciales compradores. Repitiendo algunos esquemas, como era el modo de hacer tebeos de entonces (porque, salvo dos casos puntuales, la de Spiderman nunca fue una serie rompedora en ninguna de sus facetas narrativas, sino más bien conservadora), y creciendo, poco a poco, con sus lectores. A su ritmo, sin estrambotes, pero sin desmayos.
Ese conjunto de historias es lo que hace importante a Spiderman en la historia del cómic-book americano. Luego está todo el concepto mercantil que rodea al personaje, y que no se desarrolla hasta bastantes años después (casi una década) cuando se convierte en héroe televisivo. Si hoy es importante la audiencia televisiva (pero más la cinematográfica, como se ha demostrado) para un personaje de cómic, hace 40 años el impulso que tenía cualquiera que protagonizara un serial animado era del orden de 10 veces superior al actual.
Y me retiro de nuevo a trabajar, sigan a lo suyo.
Gracias.