Se podría haberla matado (ya se hizo con Gwen) o se podría, sencillamente, haberlos divorciado.
Sí y no. Si se hubiese matado a MJ, además de reiterativo habría supuesto una situación de luto para Peter que, al menos a corto y medio plazo, chocaría de lleno con esa recuperación del Spiderman ochentero y desenfadado que se buscaba.
Particularmente, yo les habría divorciado. Un Spiderman divorciado, con su ex-esposa no demasiado lejos, podría haber dado lugar a situaciones muy interesantes, maduras y realistas. Pero ya sabemos que en Marvel había un pánico atroz a que los fans más jóvenes pudiesen encontrar a un personaje con el que resulte imposible identificarse.
Dentro de las pocas opciones que se permitían, se ha escogido esa. Un estupidez, claro, pero es que cualquier decisión que pudiesen tomar con tantas limitaciones autoimpuestas posiblemente habría resultado igual de estúpida o más aún.
Al final no queda más que verlo como un instrumento para lograr un fin concreto. Y en el peor de los casos, es algo muy sencillo de deshacer y volver al estatus anterior si la cosa no funciona (aunque a estas alturas está claro que ni va a haber marcha atrás ni se la espera).
Y en mi caso particular la definitiva muerte del personaje de ficción que más me ha marcado en mi vida.
Mira, te confieso que yo soy de los que decidieron dar carpetazo con Spiderman tras el final de este Un Día Más. En un momento dado, muchos meses después, me dio la ventolera y decidí que echaba de menos al personaje. Y me hice con todo lo que se había publicado desde el Mefistazo (lo cuál no era poco, ya que por aquel entonces la colección estaba inmersa en El Desafío). Al final,
me leí devoré todo ese montón de tebeos, casi cien números, prácticamente del tirón. Y teniendo momentos mejores y peores, más de lo primero que de lo segundo, no sólo no me arrepentí sino que disfruté de Spiderman como no lo disfrutaba desde que era un chaval. Y por supuesto, la nueva etapa con Slott es mejor aún, uno de mis tebeos preferidos actuales mes a mes.
Vamos, que acabé justificando el Mefistazo y dando la razón a aquellos que pensaban que era un mal necesario.
No estoy diciendo con esto que te líes la manta a la cabeza y te pongas a leer todos esos tebeos, evidentemente. Pero si algún día te pica el gusanillo y te da por hacerlo, lo mismo te llevas una sorpresa.