Vale que el nuevo servidor me esté dando guerra, pero ya deberíais suponer que yo iba a pasar por aquí.
Artemis propone:
X-Men #53 (1996)Mark Waid (guión), Andy Kubert (lápiz) y Cam Smith y John Dell (tinta)
En primer lugar, ese nombre plantado ahí a golpe de Chorra-X es lo que los chavales de hoy día llaman un "látigo cepa". En fin, que el tío no solo se pasa los números y las horas muertas metiendo miedo a la peña-X ,amén de más de un superbobo por ahí, sino que coge al antiguo recipiente Fénix y una telépata de nivel omega y le planta su nombre a fuego. Con dos cojones.
Eran otros tiempos. Y por otros digo mejores, al menos en los que a intriga se refiere. Sí, sí, nostalgia y todo lo demás, pero está probado.
Veníamos de la época del Hobgoblin, donde un malo de verdad podía pasarse años y años sin desvelar su verdadera identidad, ni a héroe ni a público. Donde un guionista prometía llevarse el secreto a la tumba o hasta que él decidiera hacerlo público en el número que tenía pensado, lo que pasara antes.
Hoy todo es pim pam pum, ni hay misterio ni leches, y los
"road to" consisten en números de relleno con una cabecera encima del título que no tiene nada que ver con lo dentro se cuenta. No hay intriga, ni tensión. No puedes hacer porras con los colegas sobre quien está detrás de tal plan o muerte porque ya te lo cuenta el previo del próximo número.
A lo que me refiero es, a que ya no hay Onslaughts en el UM. Ni Hobgoblins. No de esta manera.
Con Onslaught, que se convirtió en Embate por un par de números por obra y gracia del traductor Lorenzo Díaz , encontramos a un tío que se plantaba en escena barriendo el suelo con el Juggernaut, atemorizando las escuelas de los Bebes-X, cargándose el plano psíquico, vapuleando a los pesos pesados de la Patrulla emisarios mediante, sin despeinarse, en su propia casa. El mensaje estaba claro; Onslaught estaba presente en todo momento, no había lugar, ni persona, a salvo de su influencia. Podía llegar a cualquiera en cualquier parte.
Lo mejor de todo esto, es que iba generando una atmósfera de terror, de tensión, de mal rollito, que hacía las delicias de los lectores noventeros. Y por mucho que todo el mundo supiera ya en los créditos iniciales que Bruce Willis está muerto, aquí nadie se coscó del panorama hasta que fue tarde, por mucho que se diga. Solo hay que leer los correos de la época para ver que el personal estaba más perdido que el proverbial barco del arroz. Y eso que los lazos, y las conexiones eran profundas. Sin ir más lejos, en el nº6 de X-Man, Nate Grey arranca a Xavier del plano astral, enseñándole de paso a Onslaught a hacerlo, cosa que utilizaría más de una vez y de dos, para raptar al propio Grey, o a Franklin, y teleportarse a donde le diera gana a través del dichoso plano astral

Cosa que se contaría 9 meses después. De nuevo, la relación, pistas y pequeños entramados de la saga en diversas colecciones, fue uno de los puntos fuertes de esta pequeña aventura.
Apaliza al Juggernaut, deja mudo a Cámara, se cachondea de Jean Grey, y juega con tíos del primer equipo de la talla de Cíclope o Lobezno como si fuera pipiolo. Se estaban llevando tortas por todas partes y ni siquiera sabían de donde venían ni quien las daba. Y esto nos lleva a lo que vengo diciendo; hasta bien avanzada la trama no se ve nada de esto.
El mal, cuanto menos presente está físicamente, más miedo da. Así ha sido siempre, y es algo que sabe cualquier director de tres al cuarto sí es que quiere hacer algo que no dé risa. A un villano de peso nunca hay que mostrarlo abiertamente. Cuanto menos se sepa de él mejor, cuanto menos se lo ve mejor. Se teme lo que no se conoce. Hay que currárselo mucho para que después de 50 años, de llamarle Otto, de bodas fallidas por medio y de alianzas incomodas, como digo, muy bien tiene que escribir un tío para que a Peter Parker le dé miedo la millonésima galletada con Doc Ock. Algunos dirían que la confianza da asco, y lo primero que se pierde no es el respeto, sino el temor. En fin.
Onslaught aparecía por todas partes, pero sin aparecer realmente. Trucos de sombras y espejos, los típicos nombres formados con cosas cotidianas -frentes aparte- que hacen que te jiñes en pelis del tipo Resplandor. Se jugó muy bien, muy, muy bien con el personaje. Con esa atmósfera de incertidumbre.
Y bueno, ahí acabo. Waid salió escaldado, y el evento acabo de una forma bastante metrallera y como excusa del Héroes Reborn. Pero por otra parte, también se aprovecho de forma brillante para dar fin al argumento del traidor. Y el argumento karmico que le cayó a Xavier era justo y necesario. Que quisiera cepillarse a la pelirroja solo era un plus de lo más interesante.

Bien por Mark.
Así que nada; la próxima vez que pilléis la ración mensual de turno y os señalen al malo de la saga en la primera página o en el previo del mes anterior, acordaos del bueno de Onslaught, de su magnífica
"Road to" y del por culo que dio en todas las cabeceras.
Hasta cuando lo hacía mal, era uno de los mejores.
