Garrac... creo que confundes el tocino con la velocidad.
Dejemos de lado que te marcaras un Vaerun con eso de "las esencias" hablando de Spider-Man sin conocer siquiera la etapa "esencial" del personaje, que estás leyendo ahora. Algo bastante peliagudo, cuando quieres debatir con garantías sobre un personaje tan icónico como es Spider-Man. Pero vamos a lo seguro.
Me parece, por como hablas, que no tienes mucha formación en la materia. En narrativa y ficción, me refiero. Si por lo que fuera, no es así, siéntete libre de dar por consabidas muchas de las cosas que quiero explicarte, porque ya las sabrás:
Todo cambia en esta vida. Las ideas y los sandwich de mortadela. Da igual que sean cosas "físicas" o no. Se puede cambiar de ideología, de política, de amores, de casa, de pan de molde, y de lo que sea.
Ahora bien, todo tiene en un principio unas características descriptivas por las que es conocido. Algo de lo que se ocupa la semántica, y sobre todo, la pragmática, a la hora de que el lenguaje sea reconocible. De que cuando yo digo "perro", sea un labrador, un mastín o un bulldog, los dos entendamos lo mismo.
Entonces, hablando puramente ahora de creación:
Dices que las ideas, cambian, y con ella, los personajes. Eso no es posible. Un personaje, dentro de un marco narrativo unitario, sea un capítulo, novela o saga, debe ser: verosímil, coherente, y tener un arco lógico.
Si yo creo a Pepe, un justiciero español aficionado al tocino, aunque el día de mañana lo escriba otro autor, la evolución de dicho personaje, sin importar el formato (tira de prensa, cómic, libro), deberá ser coherente con las características y rasgos con los que se definió al personaje en primer lugar. Esto, más que una idea (que es algo más abstracto), es una caracterización inicial que marca la pauta del personaje y hace "que cobre vida". Luego claro que hay una base reconocible, una esencia, un conjunto de rasgos y características definitorias por las que se rige el personaje.
Por ejemplo; el Sherlock Holmes de Arthur Conan Doyle. No tiene sentido tratar de plasmar al personaje como un patán, necio, bruto, torpe y de pocas luces. Porque no sería el personaje. No creo necesario explicar que CUALQUIER TIPO DE VARIACIÓN paródica, sátira, deformada o de deconstrucción, es de hecho UNA REINTERPRETACIÓN, y nunca el mismo personaje. Me parece algo obvio y carente de interés en ningún punto del debate, a no ser, para ser expuesto como carencia del interlocutor. Si yo hago un tebeo para reírme de Lobezno, y digo que Lobezno es Paco, un señor de Cuenca de 40 que se pone agujas de tricotar en los nudillos, queda claro que nada tiene que ver con el personaje real.
Ahora bien, hablas de interpretaciones del público y sensibilidad generacional, de como el público percibe una obra dependiendo de la época en la que su lectura es realizada. Esto, tampoco es óbice para lo que comentamos. Claro que el personaje tiene una esencia reconocible que es casi físicamente palpable. Una serie de atributos con el que su creador lo concibe, y que quedan inscritos en el personaje. Luego, puede haber añadidos, giros, cambios, realizados dependiendo de la época por ese mismo autor u otro, pero nunca podrán contradecir los aspectos formales con los que el personaje ha sido creado. No sin incurrir, evidentemente, en un mal hacer en la caracterización de ese personaje, que ha cambiado su forma de hablar, comportamiento, aspecto o procedencia, sin una explicación verosímil y plausible. Tanto da que lo haya hecho un mago o no; la explicación no tiene por qué ser "realista". Pero sí, siempre, verosímil.
Así, claro que todos los personajes de ficción, como todo en esta vida, tienen una esencia. La que los creadores le insuflaron cuando esbozaron los rasgos característicos de ese personaje. Es igual que sea reinterpretado en el futuro o "adaptado a los nuevos tiempos" (caso de Miracleman). Todo dependerá de cómo encajen esos nuevos aspectos en la base estructural del personaje.
Por ejemplo; queda establecido desde el comienzo, que Batman es un detective, millonario, con un álter ego, traumatizado por la muerte de sus padres, que resuelve casos y crímenes. A eso se le pueden añadir muchos matices (está un poco desequilibrado, es obsesivo, mata o no mata), pero la esencia del personaje, de modo que este sea reconocible, debe ser respetada. De lo contrario, estamos poniendo en riesgo la coherencia interna del mundo de ficción que hemos creado, y si hay algo que hunda rápidamente una ficción, es que esta parezca falsa.
De esta forma, cada cual puede interiorizar lo que quiera de un personaje (El Quijote es valeroso, un loco, un romántico, un peligro, un señor, un idiota), pero los rasgos que su autor original le ha otorgado deben ser respetados, y si son matizados, cambiados, o alterados, explicados, de manera coherente y verosímil con la obra.
Por tanto:
Entiendo que te agarraras como un gato panza arriba a eso de "las esencias no existen" cuando medio foro te atacó unísono, ya que si encima no conocías dicha esencia, en el caso de Spider-Man, era lo más conveniente para tu discurso. Pero en cualquier caso, resulta ridículo que pretendas de verdad sostener la hipótesis de que "todo son ideas, cada uno tenemos una, las ideas vuelan, cambian con el tiempo, como es ficción, no hay una verdad", porque sencillamente es absurdo y antinatural. En última instancia; es mentira. Como todos sabemos; cada personaje tiene una esencia, un comienzo.
Ahora, ¿que a ti te encanta que esta esencia sea reinterpretada, ampliada, modificada a los nuevos tiempos, siempre y cuando se haga de forma COHERENTE Y VEROSÍMIL con el universo de ficción en el que habita el personaje y con el pacto con el lector?
Perfecto, a mí me parece genial. Que se añadan matices y cambios bien argumentados.
No veo problema en que una araña quisiera picar conscientemente a Peter como parte de un entramado divino. Porque sigue respetando la esencia de "una araña radioactiva mordió a Peter Parker". A lo mejor los poderes no provenían de la radiación. Bien, genial.
Pero no puedes decir que a Peter lo ensartó un rinoceronte por el ojete en Uganda, y que llevamos 70 años leyendo las aventuras del Asombroso Hombre Rinoceronte, que bebe, pega a su tía, maltrata a sus novias, aborrece al ser humano, y odio las ciencias por ser más tonto que un cipote.
Las esencias, en última instancia, NO SON UN IMPEDIMENTO. No constituyen una barrera. Sino una base y una ayuda sobre la que construir nuevas historias y capítulos en la vida de un personaje, que cambiará con el tiempo y los años, igual que hacen las personas reales, ya que eso le otorgará credibilidad y poder. Se puede jugar de muchas maneras. Pero hay que conocer las reglas del juego para que todos juguemos a lo mismo. Para que cuando yo pase por la casilla de salida, tú no grites ¡UNO!, el otro se coma una y cuente 20, y el último diga que poker. Querer romper las reglas (de la narrativa, de la ficción), o pretender que no existen para cubrir nuestras carencias, es de mal jugador.