La verdad es que el hilo llevaba 3 días sin una respuesta y se me había olvidado por completo
Echando un vistazo atrás...
Vazquez, tu historia es muy buena, aunque me parece un poquitín apresurada. De todas formas, me gusta mucho cómo Chuck vive los sucesos de Dinastía de M y Civil War, especialmente el final
Hipe, ¿¿¿pero cuántos capítulos has puesto??? No leía nada desde la aparición de Colmena
Vazquez, gracias por los comentarios
Los nombres los saco de los créditos de los videojuegos
Creo que hasta el momento todos están sacados del manual de instrucciones de Pokémon: Amarillo (qué recuerdos
) que encontré en mi cuarto
Las leyendas están un poquito adaptadas pero no, no las he inventado yo. Y ya puestos pongo los capítulos X-XII.
Hipe, tranquilo, que no pasa nada
Si quieres luego te lees los
186 capítulos seguidos
Capítulo X
El viaje desde Hamada hasta Hiroshima era mucho más corto que el de Okayama a Hamada, aunque sería más duro, teniendo en cuenta que Isobe y Matsui lo tenían que hacer a pie.
Fiel a su condición de mejor de los yojimbos, Matsui no hizo ninguna pregunta sobre por qué Isobe no había cogido caballos, o por qué llamaba a su padre “emperador” en lugar de “padre”. Tampoco hizo ninguna pregunta sobre qué les esperaba en Hiroshima. Sin embargo, Isobe debió sentirse obligado a responderle.
-En Hiroshima me espera un buen amigo. Él nos ayudará a recorrer Honshu.
Honshu era la más grande de las cuatro islas del Japón. En ella se encontraban Okayama, Hiroshima o Hamada. Tanto Isobe como Matsui, el uno con su época de samurái y el otro con su profesión de yojimbo, se habían visto obligados a salir de la isla en incontables ocasiones.
Los pensamientos de Matsui se desviaron hacia las cuatro islas del Japón: Honshu, Hokkaido, Shikoku y Kyushu. La leyenda contaba que Japón fue creado cuando los dioses Izanagi e Izanami hundieron su lanza enjoyada en el mar. Cuando los dioses sacaron sus armas del agua, cayeron cuatro gotas de las hojas. Aquellas gotas se convirtieron en las cuatro islas principales del Japón.
Isobe lo sacó de su ensimismamiento.
-Me he separado del emperador. Necesito contactar con unos amigos, de mi época de samurái. El primero me espera en Hiroshima. Él me ayudará a recorrer Honshu y después viajaremos a Hokkaido. Al norte, en Esashi, me espera otro de ellos.
-¿Y después?
-Viajaremos por la costa oeste de Hokkaido hasta Setana. Desde allí viajaremos a Okushiri-To, donde me espera el siguiente.
-¿Para qué los necesitas?
-Para luchar contra los demonios.
-¿No era eso lo que quería tu padre?
Isobe miró fijamente a Matsui. Él no había dicho nada de que se había separado del emperador porque éste quería que él exterminara a todos los demonios.
-Soy el mejor de los yojimbos, Isobe. Tengo formas de saber las cosas.
-Y yo tengo mis motivos. Desde Okushiri-To regresaremos a Hirosaki.
Matsui siguió prestando atención a Isobe, pero una parte de su consciencia se deslizó por el entorno. Había algo en él que no le gustaba.
Capítulo XI
Himeno contempló a Sugimori. Los dos ninjas se encontraban frente a frente en la habitación de Himeno, invadida por las sombras del anochecer.
-No deseo unirme a nuestro padre, Sugimori.
-Lo sé. La Cortahierbas ha sido un simple regalo para mostrar que aún puede aceptarte. Si aún no estás de acuerdo con él, al menos haz otro trabajo para mí.
-¿Cuál?
-Matar al emperador.
Himeno le miró con incredulidad.
-Sugimori, eso es ridículo.
-Su palacio en Hamada está bien vigilado, por los mejores yojimbos que se pueden comprar. Excepto uno.
-Matsui.
-Sí. Por algún motivo, el príncipe Isobe se lo ha llevado consigo. Los ninjas de mi padre dicen que se dirigen a Hiroshima.
-¿Para qué?
-Aún no lo sabemos. Queremos que lo descubras. Pero mientras, deberás asesinar al emperador. Los ninjas de mi padre te escoltarán, matarán a todos los yojimbos.
-¿Cuál será mi recompensa?
-Tierras. En Gotsu. Un palacio excelente. El emperador anterior se alojó en él durante unos años.
-Parece que Takahashi no está dispuesto a darme más cosas valiosas, ¿no? No sé, la lanza enjoyada de Izanagi, o de Izanami… ¿Alguna estatuilla de Tsuki yumi? Sé que no es tan valiosa como la Cortahierbas, pero me gusta.
Tsuki yumi, la diosa de la luna, tenía algunas estatuillas consideradas como muy valiosas.
-No. Un palacio en Gotsu. Bastará por el momento.
Capítulo XII
Isobe y Matsui continuaron recorriendo el largo camino hasta Hiroshima. Cada cierto tiempo Matsui miraba al cielo, protegido del sol con su amplio sombrero de paja. Cientos de demonios recorrían el horizonte.
-Isobe, ¿qué has hecho con tu katana?
-Era del emperador. Ya no la necesito.
-Caminemos hacia ese desfiladero. Se acerca un demonio, y será mejor que no nos vea.
El desfiladero era pequeño, y no parecía proporcionar mucha protección, pero Isobe obedeció y se dirigió a él. El demonio que recorría el cielo por encima de sus cabezas parecía mucho más grande que el que les había atacado a su llegada a Hamada. “A veces me gustaría saber algunas técnicas ninja”, pensó Matsui.
Matsui era un yojimbo, algo así como una posición neutral en la eterna lucha entre los samuráis y los ninjas. Había conocido a Isobe en sus años como samurái, y admiraba el Bushido, el impecable código de honor samurái. Los samuráis eran más valientes, honrados y mejor entrenados que los ninjas, pero ciertamente había técnicas ninja realmente asombrosas. El arte del caminar silencioso, el arte de estar a la vista sin ser visto… A Matsui le fascinaban aquellas técnicas, pero jamás lo reconocería ante Isobe.
Caminaron por el estrecho desfiladero. El demonio estaba demasiado lejos como para detectarles si hacían algún ruido extraño, pero Matsui había aprendido a caminar en silencio y no llamar la atención. Sin duda aquella forma de pensar nacía de su fascinación por las técnicas ninja, pero no conocía el arte del caminar silencioso. Sin duda era una técnica realmente interesante, pero con caminar en silencio bastaba para no llamar la atención del demonio.
Matsui miró a lo alto de los lados del desfiladero. Era un lugar perfecto para una emboscada. Los ninjas atacaban así, pero, ¿y los demonios?
Por su parte, Isobe estaba demasiado concentrado como para pensar en aquello. El Bushido no exigía no evitar las batallas, pero sí no huir de ellas. Si el demonio atacaba, ¿qué haría? “Vive por la espada, muere por la espada.” Él había dejado la suya abandonada en Hamada. Aún se lamentaba de haber tomado aquella decisión. ¿En qué se estaba convirtiendo? No le cabía la menor duda de que si incumplía el Bushido se haría el sepukku. ¿O no? El sepukku era un arte difícil, pero imprescindible para todo samurái. Básicamente consistía en suicidarse tras haber incumplido el Bushido, pero se dedicaba la mayor parte del tiempo a la meditación, antes de suicidarse.
El Bushido era muy estricto en algunos aspectos. Antes de una batalla, el samurái se perfumaba con incienso para que, en caso de que el enemigo le rematara cortándole la cabeza, como hacían los samurái, ésta no oliera mal. El Bushido también se especificaba que si un enemigo se suicidaba a las puertas del hogar de un samurái, éste también debía suicidarse. Sin duda, era una manera muy práctica de acabar con su enemigo, aunque los samurái no solían usarla debido a su fuerte valor, y los ninjas eran demasiado cobardes como para suicidarse. Durante un momento, Isobe se preguntó si Matsui lo haría. Después, alejó de su cabeza aquellos pensamientos.
Seh, capítulos centrados en el Bushido y en la relación de samuráis y ninjas, que será muy importante, como hemos visto en el prólogo.