¿No os habréis olvidado de dónde iba en La Fortaleza?

Pequeño recordatorio:
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Capítulo XIII
Los yojimbos del emperador llevaban todos recogidos el pelo en una cola de caballo, un kimono blanco y una katana al cinto. En los pies llevaban unas sandalias muy sencillas. Eran profesionales, y cada pocos segundos miraban a los que tenían a su alrededor para asegurarse de que estaban bien.
Uno de ellos desvió la mirada hacia el que tenía a su izquierda. Descubrió con sorpresa que había desaparecido, y se llevó la mano al cinto. Antes siquiera de que pudiera aferrar la empuñadura de su katana, sintió como alguien le agarraba la cabeza con suavidad y cómo una hoja increíblemente fría se deslizaba por su cuello, con una punzada de dolor que sólo duró un segundo. Fue consciente de que no podía respirar, y de que la sangre le caía del cuello. Después, la vista se le tornó borrosa y cayó en los brazos del ninja que tenía detrás.
Himeno se deslizó por una ventana tras comprobar que los ninjas de Takahashi habían acabado con todos los yojimbos del emperador. Utilizó el arte del caminar silencioso para deslizarse sigilosamente por los laberínticos pasillos, guiándose hasta dónde creía que se encontraba la puerta de entrada.
Efectivamente, la puerta de entrada se encontraba a su izquierda. Enfrente de él había un pasillo vacío, y a su derecha una puerta que conducía a las entrañas del palacio, custodiada por dos yojimbos.
Extrajo un cable y lo enganchó con cuidado a una estatua que había a un lado de la puerta principal. Después estiró y la tiró al suelo con un ruido sordo. Los yojimbos volvieron la vista hacia la estatua y Himeno se deslizó detrás de ellos. Nunca supieron qué les mató.
Himeno abrió las puertas dobles. Delante de él se extendía un corto pasillo hasta los aposentos del emperador. Con sumo cuidado, abrió la puerta de los aposentos. El emperador descansaba tumbado boca arriba. Con gran agilidad Himeno deslizó una daga por su garganta. El emperador hizo ademán de incorporarse y después cayó muerto. Himeno desapareció entre las sombras mientras la sangre teñía las blancas y perfumadas sábanas del emperador.
Capítulo XIV
Al cabo de pocos días, Isobe y Matsui divisaron por fin la ciudad de Hiroshima. No era como Isobe la recordaba de sus días de samurái. Las casas estaban todas juntas debajo de la ladera de una montaña. En lo alto de la montaña se alzaba un palacio, o más bien una fortaleza.
-Vamos, Matsui.
Isobe emprendió el camino por las calles de Hiroshima hasta un pequeño local.
-Sí, está donde lo recordaba.
Isobe y Matsui entraron en el local. Un grupo de gente se apiñaba alrededor de un dohyo. El dohyo estaba hecho de de arcilla y arena, limitado por una tawara, un tipo de cuerda, enterrada en la arcilla. En el centro estaban dibujadas las shikiri-sen, desde donde se empezaba el combate de sumo, que los sumotoris ya habían abandonado hacia tiempo.
Los dos sumotoris, o rikishi, se empujaban los unos a los otros, mientras los mawashi ondeaban con los duros empujones. El sumo era considerado un gendai budo, un arte marcial moderna, y no había espacio para kinjites, las técnicas ilegales que pocos luchadores de sumo usaban.
Sin embargo, el rikishi de la derecha pegó una fuerte patada al otro, sacándole del dohyo y tirándole al suelo. Todos abuchearon al tramposo.
Isobe vio a una figura que no abucheaba, sino que permanecía quieta en un rincón. Se acercó a ella.
-Hacía tiempo, Yuichi.
El viejo amigo de Isobe le miró. Era pequño y menudo, de rostro bastante serio. Parecía cansado y envejecido, con unas profundas ojeras, a pesar de que tenía la misma edad que Isobe y Matsui. Tenía el pelo moreno y un semblante serio. Las ropas eran sencillas: Chanclas, pantalones anchos y camisa de una seda barata.
-Sí, es cierto, Isobe. ¿Qué tal te va como príncipe?
-No demasiado bien. ¿Y tú? He oído que te retiraste.
-Mis años de samurái están muy atrás. ¿Quién es tu amigo?
-Matsui. Es…
-Sobran presentaciones. El mejor de los yojimbos, ¿no? A menos que sea otro Matsui.
-No, es él.
-Es un placer-sin embargo, una mirada de odio brilló en sus ojos.
Matsui y Yuichi agacharon la cabeza.
-¿Qué haces por aquí, Isobe?
-¿Has oído hablar de los demonios?
-Demasiado bien, amigo mío. ¿Para qué me necesitas?
-Necesito formar un grupo. Yuichi, confío en que te unas a él y me ayudes a llegar a Esashi, con Hideto.
-¿Esashi? ¿En Hokkaido?
-Sé que está lejos, pero…
-No puedo abandonar Hiroshima en estos momentos de necesidad.
-¿Necesidad? Los demonios se mantienen alejados de las aldeas.
-Sí. Excepto los de Akabane.
-Empieza desde el principio.
-Akabane. Es un rebelde que ha conquistado Hiroshima. Vive en el palacio al norte de la ciudad.
Isobe recordó el palacio que había visto.
-No sé por qué, pero los demonios le obedecen. Exige de Hiroshima una cantidad diaria de dinero, comida y mujeres…
-Basta. Matsui, vamos. A por él.
-Isobe, os acompañaré.
Isobe se volvió hacia Yuichi.
-Perfecto.
Capítulo XV
Yukio Tajiri se dirigió a la puerta de entrada del palacio de Hamada. Tenía que discutir con el emperador unos últimos asuntos. Sin Isobe como príncipe, se iría de Hamada a su aldea natal en Uvajima. Unos guardias le abrieron las puertas del palacio.
Yukio siguió avanzando hasta llegar a los aposentos del emperador. Llamó a la puerta. Nadie contestó.
-¿Emperador?-preguntó-¿Emperador?
Yukio olvidó el respeto hacia su emperador y entró. Yukio chilló al contemplar la terrible escena. En sus aposentos, el emperador yacía muerto sobre la cama.
Capítulo XVI
Sugimori se deslizó con facilidad por los pasillos del palacio de Gotsu de Himeno, como si hubiera estado allí cientos de veces antes.
-Espero que estés disfrutando de tu recompensa-dijo al verle.
-Sí, la verdad es que no es mal sitio.
-Nuestro padre te pide que partas ya en dirección a Hiroshima. Camina hasta los límites de Gotsu en dirección a Hiroshima y un ninja de nuestro padre te dará un caballo.
-¿Por qué no puedo montar en un demonio, como todos?
Sugimori no sabía cómo, pero Himeno había averiguado que los ninjas de Takahashi se desplazaban usando demonios. Eran un medio de transporte muy veloz, y volaban a suficiente altura como para que no hiciera falta esquivar ni siquiera una montaña.
-Nuestro padre prefiere que no te acostumbres a usar demonios.
-Sí, ya.
-Lo hablaré con él. Si tienes suerte, a la salida de Gotsu quizá te espere algo mejor que un caballo.
Nuevo personaje, Yuichi. Reaparece Yukio, la princesa, y podemos ver cómo Sugimori y Takahashi van recuperando la confianza en Himeno...