Yo es que, para mí, apostar todo en un juego a "la dificultad"... bueno, es respetable, pero vaya.
Hay miles de juegos que nada tienen que ver con la dificultad. Que se basan en otros parámetros, como la inteligencia, la emocionalidad, la narrativa, la resolución intuitiva, la experiencia jugable...
Por ejemplo, hace poco me pasé el Stanley Parable, y es una gozada. Un juego narrativo, muy inteligente, en el que vas avanzando por variaciones y decisiones, cambiando rutas, alterando finales y argumentos. Es un juego divertido, diferente, único en su género, muy exigente a la hora de ir avanzando si quieres ver todas las cientos de experiencias posibles, pero cuya dificultad manual es nula, todo está en ser exhaustivo, hacer algunos puzles, repasar decisiones, y vivir la aventura en la que nunca sabes qué va a pasar a continuación.
Y así hay miles de juegos, que no basan su propuesta en la simple habilidad.
A mí es que me parece el concepto más básico de videojuego, la propuesta lúdica rollo puntuación competitiva donde empezó la industria en los setenta.
Se ha evolucionado cojón y medio desde ahí.
La dificultad debería siempre estar aparejada a la propuesta, y alcanzar el equilibrio perfecto para que la experiencia resulte un reto, sin llegar a desesperar ni ser un paseo por el parque.