Conan: Omnibus 1: La Llegada de Conan (1970-1973) Con el nacimiento de la serie de Conan, Marvel se expande a terrenos que poco tienen que ver con lo visto hasta ahora en la editorial. Por lo menos desde el resurgimiento, en lo que llamamos la era Marvel de los cómics.
Primer de todo, el personaje no es propiedad de Marvel, sino que se trata de una licencia.
Luego, los guiones, o buena parte de ellos, son adaptados de relatos escritos. A diferencia de las aventuras correspondientes al sector superheroico de la casa.
Y, finalmente, la colección está fuera de la continuidad Marvel. Por lo menos aparentemente en estos inicios, porque tiempo más adelante se certificaría que sí forman parte de la continuidad clásica, sólo que acontecen en otra época, la llamada Edad Hyboria.
Robert E. Howard es el creador de Conan a principios del Siglo XX, en una revista que recogía relatos pulp.
El universo creado por Howard personifica como pocos el género de la fantasía heroica, y parece una inevitable influencia para posteriores universos de renombre del mismo género, como los creados por Tolkien o George R.R. Martin.
Entrando ya en el contenido del presente volumen, Roy Thomas y el joven Barry Smith son los encargados de trasladar los relatos pulp de Howard a la historieta gráfica.
Si nos atendemos a los créditos, buena parte de las historias son adaptaciones de los relatos originales de Howard. Algunas adaptaciones son más literales, otras más libres o parciales, y finalmente también hay un buen número de argumentos propios de Thomas.
Como aperitivo, antes del primer número de Conan se incluye un relato muy corto publicado en la colección Chamber of Darkness, protagonizado por un bárbaro llamado Starr que es claramente un embrión de Conan. De hecho, los autores de la historia son también Thomas y Smith.
Lo que nos encontramos aquí son, sintetizando al máximo, las aventuras de Conan fuera de su tierra natal. El cimmerio se pasea por reinos, aldeas, ciudades-estado, desiertos y demás entornos, donde hará uso de su espada ante cualquier amenaza.
Más de la primera mitad de los números incluidos aquí, son relatos autoconclusivos sin apenas continuidad entre unos y otros, más allá de la figura de Conan.
De hecho, hasta el número 8 no encontramos a otro personaje que repita en una segunda aventura. En este caso Jenna, una de las muchas mujeres que pasan por los brazos del cimmerio.
Historias no especialmente complejas que ocasionalmente terminan con moraleja. Pero con un atractivo irresistible gracias a un Roy Thomas que hace el mejor trabajo de su carrera en una labor escrita muy sólida.
Y, como no, al trabajo de un Barry Smith que da un salto de gigante respecto a lo que le habíamos visto hasta ahora. Se terminó la excesiva influencia de Kirby y Steranko, así como la incapacidad anatómica. Smith depura su estilo hasta hacerlo propio y ya en estos primeros números da muestras de un gran talento como dibujante.
Así, se van sucediendo relatos clásicos del personaje. Épicas luchas espada en mano, reinados tiranos, Dioses, criaturas sobrenaturales o brujería son algunos de los ingredientes que podemos degustar ya desde los primeros números.
El primero hace de número de presentación donde Thomas nos pone en situación. Ubica la Edad Hyboria, en la que transcurren estas historias, tal como originalmente hizo Howard, entre el hundimiento de Atlantis y los primeros hombres primitivos de nuestra era.
Todos los relatos son disfrutables, siendo uno de esos casos en los que cada lector tiene sus preferidos. Pero bueno, quizás yo destacaría el robo en la Torre del Elefante, con sus buenas dosis de brujería y un despliegue gráfico brillante. También la guerra entre Brythunia e Hyperbórea, el diablo alado de Shadizar, los guardianes de la cripta y especialmente la siguiente contra el ser alado negro o la del Dios Araña.
El relato del monstruo-pulpo sería posteriormente reeditado en Savage Tales, versión que también se incluyen al final del tomo.
En cuanto a la personalidad de nuestro protagonista, desde luego no es el modelo de héroe ejemplar. En todo caso un buen modelo de antihéroe, bastante primario, codicioso, lujurioso… Sus intereses parecen reducirse al dinero y las mujeres, y a mantener su pellejo a salvo, claro.
Si bien también es un personaje que intenta hacer justicia donde cree que no la hay. Que intenta proteger a los más indefensos, aunque le cueste reconocerlo.
Los personajes secundarios son, en este inicio, muy fugaces. De hecho, apenas hay un amigo, de los que Conan va haciendo por el camino, que acabe sobreviviendo al relato de turno, o como mucho a una segunda aparición.
Espada y brujería.Creo que es a partir del número 14 cuando la colección da el definitivo paso hacia la leyenda del cómic americano de siempre.
El subgénero de la espada y brujería define ya a la perfección lo que nos encontramos en estas páginas, siempre dentro de la fantasía heroica como género más general. Lo sobrenatural y la hechicería ganan enteros sin que las luchas espada en mano pierdan protagonismo.
El primer arco que se alarga más allá de un solo comic-book nos trae una importante incorporación. Elric de Melniboné, personaje creado por Michael Moorcock, es introducido por Thomas en el universo del cimerio. Aunque en realidad el mundo de Elric existe en otro plano existencial. Quizás hasta podríamos hablar de una primera versión del Multiverso.
Thomas aprovecha una sinopsis del propio Moorcock en la que es, para mi gusto, mejor historia hasta el momento, la de la Emperatriz Verde. Una genialidad de arriba abajo, con un Barry Smith que ha evolucionado hacia un estilo más detallista y perfeccionista. Enorme trabajo de diseño y narrativa por parte del británico.
A continuación, un breve relato que ya había aparecido en blanco y negro en Savage tales 1, versión que también se incluye al final del tomo, sin la censura hacia el ligero erotismo original que sufrió la versión en color. En él se introducen elementos de la mitología nórdica y se trata de otra delicia visual y poética.
Gil Kane sustituye a Smith durante un par de números en una aventura que también parece inspirada las leyendas nórdicas y en especial en los vikingos. Kane hace un estupendo trabajo, desde luego, pero le falta ese algo especial que transmiten las páginas dibujadas por Barry Smith.
De vuelta con Smith, entramos en la gran epopeya de esta primera etapa. Una larga saga que abarca hasta siete números, si bien la saga pasa por etapas diferenciadas.
La grandiosa línea argumental se asienta sobre el enfrentamiento entre turanios e hyrcanos, por el poder y posesión de Tarim, el Dios Encarnado.
Conan se mueve entre unos y otros, tras haber sido usado por ambos bandos de forma traicionera. Viviendo diferentes andanzas sin abandonar la línea argumental principal. Tan interesantes como la del monstruo de los monolitos o la del hombre-bruitre.
Y por encima de todo la entrada en escena de Red Sonja, o Red Son-Ya, una valiente guerrera de roja cabellera que podemos considerar como la primera figura secundaria de peso. El número del asalto a la torre, por parte de ambos protagonistas, es uno de los mejores del tomo.
Por desgracia Barry Smith no termina la saga del Tarim, puesto que abandona la colección en el número 24.
Pero su sustituto no es otro que John Buscema, por lo que el apartado gráfico, lejos de empeorar, se puede decir que apunta a lo más alto.
Los dos números restantes cierran el arco con la espectacular invasión a Makkalet, con Big John en modo Dios. Además de otros deleites como la asombrosa identidad del Tarim, un ruin asesinato y algunas ideas geniales como el espejo donde se puede ver el futuro.
Conclusión.Historia imperecedera del cómic americano.
Poco que ver con el catálogo superheroico de Marvel, pero de inevitable paralelismo en la forma de argumentar, narrar y dibujar de sus autores.
Roy Thomas en la obra maestra de su carrera y Barry Smith en un trabajo gráfico para la posterioridad.
Imprescindible.
Reseña en la web de Universo Marvel:https://www.universomarvel.com/resenas-conan-omnibus-1-la-llegada-de-conan-1970-1973/