La verdad es que el tema del coleccionismo es bien jodido. Me parece una ruina de afición, para empezar porque te crea un agujero en el bolsillo, y para continuar porque es muy difícil ponerle fin. Yo hace ya un tiempo que me replanteo hasta qué punto tiene sentido seguir comprando de forma casi compulsiva: uno empieza a bucear entre los clásicos, a informarse en el foro o por otros medios, a encontrar rankings por Internet... y se da cuenta de que siempre falta tal o cual obra imprescindible en la colección (y en el caso de los cómics es mucho peor que en el de los libros, porque "obra" suele significar "colección de varios tomos").
El año pasado nos mudamos a una nueva casa (que espero sea la definitiva, al menos la hipoteca da para muchos años
) y llegado un momento mi mujer ya me hizo notar que estaba proyectando una librería en prácticamente cada una de las habitaciones, porque me daba ansiedad quedarme sin sitio. Era totalmente cierto, y comprendí que no podía ser, porque, como dice Essex, hay un momento en el que entiendes que jamás te leerás todos los libros y cómics que tienes en tu colección. Te morirás y la pila de lectura seguirá siendo enorme. Así que decidí que mantendría una sola librería, en el estudio que hemos montado en el ático, y hasta dentro de muchos años no quiero ni plantear seguir expandiéndome por el resto de la casa. Eso sí, la librería se la pedí a un carpintero a medida, para aprovechar hasta el último centímetro disponible
La dividí en dos partes: una para libros, otra para cómics. En esta última estoy a punto de quedarme sin hueco libre, y ahí es donde quiero parar. Ya que a mí me cuesta poner un límite, he preferido que sea el espacio físico (sin recurrir a pilas de libros en el suelo ni en el armario de la ropa ni cosas raras) el que me lo ponga. Y la verdad es que estoy muy contento con mi pequeña biblioteca; no es grande, pero creo que está bien elegida
Y si sumo cómics y libros tengo lectura para años y años, especialmente al ritmo que puedo llevar ahora (con dos niños y curro, me pasa como a Essex, apenas saco un rato para leer al final del día y con eso me doy con un canto en los dientes).
Los libros han sido el único objeto que he coleccionado desde que era pequeño (en casa de mis padres aún tengo mis colecciones de Pesadillas y otros libros infantiles). Siempre he sentido pasión por el libro en formato físico y pocas cosas me satisfacen más que leer un buen libro en una buena edición. Pero cuanto más tiempo pasa, más procuro evitar determinados vicios que son la perdición del coleccionista (la más importante, el completismo; no siempre lo consigo -ahí está el reciente caso de Hellblazer-, pero intento ponerme como norma comprar solo lo que me llama mucho la atención, aunque sean volúmenes sueltos o etapas concretas de una colección mayor).
Imagino que el último paso es perder el apego al formato físico, aunque eso lo veo más complicado. Al fin y al cabo, estamos aquí de paso, y el día que palmemos, es posible que nuestros hijos no tengan las mismas aficiones (o, dentro de ellas, los mismos gustos) que nosotros. Seguramente acaben vendiendo mi colección de Sandman de Planeta para comprarse otros vicios (o para meterse droga, yo qué sé
), así que tampoco es bueno obsesionarse por transmitir un legado físico. Lo importante es el emocional/cultural/intelectual. Bueno, y si les preguntas a ellos, seguro que prefieren que les dejes dinero, y ya ellos se lo gestionan a su gusto
He tenido muchas otras aficiones fuertes en mi vida (sobre todo, el cine y la música), pero en ninguno de esos casos me he considerado coleccionista. Simplemente, consumidor, y no me ha importado nunca tener esas obras en formato digital. La perdición siempre han sido, y serán, los libros