Daredevil: Omnigold tomo 2: La Prisión Viviente (1967-1968) El primer tomo que recopila la colección del cuernecitos terminaba en plena ascensión del fenómeno Mike Murdock, el hermano gemelo de Matt que se sacó de la manga Stan Lee.
El segundo tomo empieza de la peor forma con un par de números iniciales bastante malos y un tercero con Stan Lee de nuevo en modo fuera de órbita.
La nueva ocurrencia del bueno de Stanley no es otra que disfrazar a Daredevil de Thor con la intención de llamar la atención de Cobra y Mr. Hyde, enemigos jurados del asgardiano, que rondan por la ciudad haciendo maldades.
Pero lo bueno es que nuestro héroe viste el disfraz de Thor ¡encima del de Daredevil! Dime tú de donde sacas un disfraz de Thor incluyendo cara y brazos de plástico.
Y claro, el Daredevil-Thor tiene que volar para ser creíble, así que, qué mejor que ocultar el bastón-cable tras el martillo y balancearse por los edificios, cual si volara. Hay que verlo para creerlo.
Y para rematar, impagable la imagen de nuestro héroe sacándose la máscara de Thor ante Karen y Foggy, apareciendo debajo Mike Murdock ¡con las gafas puestas!
Hasta Gene Colan, que se ocupa de los lápices del tomo por entero, rinde a medio gas en estos primeros números. Aunque el entintado de un deficiente John Tartaglione tampoco ayuda. Ese rostro de Mr. Hyde en el número 30, más que miedo produce sonrojo.
Por suerte, a partir del número 31 de la colección la cosa mejora, especialmente el apartado gráfico, con un Colan que empieza a dar sus mejores frutos. Esa pelea a oscuras de Daredevil contra Cobra y Hyde es una clase avanzada de narrativa gráfica.
Tampoco está mal la idea de que Matt-Daredevil se quede ciego del todo. Tal hecho da para situaciones interesantes, aunque también momentos inverosímiles.
También resulta aceptable el arco del Escarabajo y el robo del collar. Mientras que el Annual 1, donde Daredevil se enfrenta a los Emisarios del Mal, adolece de uno de los problemas de esta colección en sus inicios, la poca singularidad, especialmente respecto a Spiderman. Resulta inevitable acordarse del Annual 1 de Spiderman en que se enfrenta a los Seis Siniestros, por no hablar del humor que gasta nuestro héroe, calcado al de Spiderman. Lo mejor, Colan.
Por suerte lo que queda de tomo es bastante mejor que lo vivido hasta ahora.
De lo más extraño resulta encontrarnos con dos historias consecutivas que casi parecen un calco.
Primero tenemos al Trampero que se disfraza de Daredevil con la intención de engañar a los 4 Fantásticos para vengarse.
Y a continuación tenemos al Dr. Muerte que intercambia su cuerpo con Daredevil con la intención de engañar a los 4 Fantásticos para vengarse.
Se supone que está hecho de forma consciente por parte de Stan Lee. Y bueno, no queda mal.
Las dos líneas argumentales son bastante aceptables, especialmente la del Dr. Muerte, sobretodo gracias a un portentoso Gene Colan. En ella se explica, de forma muy convincente, qué le ocurrió al tirano tras la saga del Muerte cósmico. Curiosamente, la propia historia acaba siendo un déjà vu de la mencionada, puesto que Muerte vuelve a usurpar los poderes, en esta ocasión de Daredevil.
Eso sí, no falta algún momento de alta ingenuidad, como cuando Daredevil, dentro del cuerpo de Muerte, sale de la mazmorra engañando a los esbirros de Muerte, porque éste no les había avisado del intercambio.
Y finalmente, sobra la última vuelta de tuerca del arco, que sucede en la colección de los 4 Fantásticos, en un número, que obviamente se incluye, torpe a más no poder. Dejando de lado de que Spiderman y Thor, que pasaban por allí, se unen a Daredevil sin venir a cuento, y la consecuente pelea de patio de colegio de los 4F contra los tres, la resolución de la historia no puede ser más sonrojante.
Resulta que, tras Daredevil y Muerte haber recuperado sus propios cuerpos, el villano se las arregla para engañar al cuarteto haciéndoles creer que su enemigo mortal sigue estando en el cuerpo de Daredevil. Tras una buena sarta de mamporros se percatan de su error ni más ni menos que por TV, cuando ven que Muerte está presidiendo un consejo de ministros en Latveria. Y hala, todo aclarado y todos para casa.
A partir de aquí se nos presenta lo mejor de este segundo tomo.
Por un lado, los diálogos de Stan Lee rayan ya a buen nivel, mientras que los entintadores hacen todos un muy buen trabajo, el propio John Tartaglione, Frank Giacoia, Dan Adkins, y George Klein. Hasta Vinnie Colletta logra pasar desapercibido. Y claro está, el propio Gene Colan que, ahora sí, está enorme en toda la segunda mitad del tomo.
Los siguientes arcos me atrevo a decir que se leen sin dificultad. También es cierto que no necesitan de largos diálogos, y es que la narrativa del gran Gene habla por sí sola.
Otro acierto está en el desarrollo de las relaciones entre personajes. Crece el protagonismo de Foggy, que luce novia expresidiaria y apunta a fiscal del estado, mientras que Matt y Karen deben alejarse ante la aparente imposibilidad de su amor. Sin olvidarnos de Mike Murdock, tras muchos números sin apenas aparecer, a quien Stan Lee decide liquidar. El supuesto nuevo Daredevil resulta ser un tipo de identidad desconocida a quien Mike habría estado entrenando. Teniendo en cuenta que era harto difícil salir del desaguisado con dignidad, mejor dar por buena la salida.
Así, nos encontramos con dos largas sagas bastante interesantes.
En la primera nuestro protagonista se enfrenta al Exterminador y a los Impíos, los villanos con aspecto animal que fueron presentados en el primer tomo, donde Daredevil queda atrapado en un continuo temporal fuera del presente.
En la segunda, y más larga, hace su presentación el Bufón, un villano que parece inspirado en el Joker, que siempre me ha parecido muy interesante y con muchas posibilidades. Que use juguetes como armas, mola lo suyo. Por no hablar de la prolongada persecución de los representantes de la ley a un Daredevil al que se acusa de asesinato. El escenario ideal para el lucimiento de Gene Colan.
Aquí Stan Lee nos deleita con uno de esos pequeños instantes de cruce de acontecimientos que dan cohesión al UM. Aparece Richard Raleigh, el político corrupto que aparece en el Magazine de Spectacular Spider-Man. Número que sucede en algún lugar entre las páginas del Daredevil #42.
El tomo termina con un número unitario en que Daredevil y Matt como abogado, ayudan a un expolicía que se ha quedado ciego. Emotivo y seductor pero argumentalmente sobresaturado para tan pocas páginas.
En resumidas cuentas, aquí nos encontraremos argumentos redundantes, sobre villanos movidos por la venganza del héroe de turno, ya sea Daredevil, Thor o los 4 Fantásticos, o una afición por los disfraces que sobrepasa la media. Acción y aventuras en base al patrón marveliano más primario, sin más pretensiones.
Si esperamos encontrar originalidad o tramas trascendentales es posible que nos sintamos decepcionados tras leer este segundo tomo. De otro modo, creo que podemos pasar un rato entretenido.
Así que la valoración se queda en un regular, una primera parte argumentalmente floja y una segunda mitad que no está nada mal. Y si no, siempre nos quedará deleitarnos con uno de los grandes dibujantes de la historia de Marvel, Gene Colan.