He leído
Conan el Bárbaro Nº 3.
Retomo la lectura de la serie tras mi
anterior comentario.
Antes de nada, querría decir que cada vez me convence más el formato de dos números USA a 4 euros, principalmente porque a pesar de todo es actualmente el modelo más económico de Panini, además de que la lectura cunde bastante. Al menos, es una subida de 5 céntimos por número, mucho más admisible que los 20 o 25 céntimos del a grapa de 24 páginas. No obstante, que la serie sea bimestral ya me convence menos, todo hay que decirlo. Quizá el cómic no sufre tanto en la experiencia lectora, pero al relato de texto cuesta mucho cogerle el ritmo. También es cierto que el trabajo de John C. Hocking está siendo muy discreto, pero creo que su historia ganaría enteros leída con una mayor continuidad, en lugar de 4 páginas cada dos meses. En mi opinión, o tiene capítulos muy independientes o difícilmente va a captar la atención del lector. Reconozco que no me está pareciendo una historia del todo mala, pero a este ritmo es muy complicado valorarla justamente.
Centrándonos en la etapa de Aaron, me da la sensación que poco a poco se va desinflando. Sigo sin ver con claridad a dónde quiere llegar el escritor, con una serie de historias que aúnan el pasado del personaje con el presente. A mí me parece todo demasiado deslavazado, sin ninguna conexión aparente. Puedo entrever que son ejemplos del enfrentamiento de Conan con la muerte, pero es más una suposición que otra cosa. Aaron es demasiado críptico, y nos ha dejado en suspense la historia de la Bruja carmesí para llevarnos por otras aventuras del cimmerio que a mí me han parecido algo tramposas en su ejecución. Realmente, Aaron me está empezando a cansar, porque no cuenta nada y no se dirige a ningún lugar concreto, por no mencionar que a mí me está decepcionando un poco. Me esperaba algo más de este autor.
Como viene siendo habitual, tenemos dos historias sin ninguna conexión, pero que rememoran ciertos momentos de la vida de Conan. La primera de ellas se centra en sus inicios como rey de Aquilonia, donde una vida como monarca le enferma y debe buscar algo de acción para recuperar la salud, ejerciendo de justiciero nocturno en la ciudad de Tarantia. Hay que decir que parte de un concepto bastante plausible y que se ha tratado en otras ocasiones, sobre todo en la serie clásica de Conan Rey. La idea no es solo buena, sino que encaja muy bien con el personaje. El problema es la ejecución, y la forma en la que se obvian elementos que servían para que Conan encontrase el equilibrio y se acabase convirtiendo en un buen monarca, amado y querido por todos. Por ejemplo, la ausencia de Zenobia es muy importante, la cual estuvo presente bastante rápido en el inicio de su reinado, pero Aaron se olvida de ella, para sustituirla por la figura de un león. Eso y sus actos como justiciero enmascarado tiene un punto de absurdo. Ya digo que como concepto y en esencia, las ideas son acertadas, pero es la forma de desarrollarlas en las que falla el escritor, dando como resultado una historia de Conan tan pobre como desnaturalizada. Supongo que a los nuevos lectores todo esto no les influirá, pero a poco que se conozca la figura de la creación de Howard, hay aquí aspectos que chirrían bastante.
En el apartado gráfico tenemos a Gerardo Zaffino, un artista argentino que presenta un estilo bastante sucio. No está mal para la fantasía heroica, pero a mí no me ha gustado demasiado. No comparto la efusividad de
Julián en la sección final, y preferiría que puliese un poco más su estilo para volver a verlo por aquí. En la segunda historia vuelve Mahmud Asrar, que sigue sin apasionarme demasiado. No está mal, se deja leer, pero esta muy por debajo de otros artistas que han hecho trabajos muy superiores con Conan en el pasado, y algunos bastante recientes. Sigo pensando que no es el artista más adecuado para esta serie, aunque admito que le está poniendo ganas, algo que se nota en muchas de sus viñetas yen su narrativa.
Por otra parte, la segunda historia nos devuelve a la etapa de Conan como pirata, en una especie de encuentro con lo sobrenatural de la mano de un ídolo de madera. No está mal. Tampoco creo que sea para tirar cohetes, sino más bien un trabajo que nos presenta la historia típica del género, cuyos protagonistas son intercambiables. Sinceramente, no es originalidad lo que nos ofrece Aaron aquí, sino más bien todo lo contrario. Dejando a un lado que se está haciendo eterno saber que va a suceder con la Bruja Carmesí y la que se supone que es la trama central, suspendida una y otra vez de manera constante, para mí el principal problema es que este podría ser un relato cualquiera que sirviera de complemento a la antigua Espada Salvaje de Conan. Un relato intrascendente, para pasar un buen rato y un ejemplo de lo divertido que puede ser el género en ocasiones, pero claro, esta es la nueva serie regular de Conan en Marvel y uno se espera algo más. No historias de complemento donde debería haber tramas épicas y líneas argumentales trepidantes. En fin, no sé, veo a Aaron muy perdido, sin rumbo fijo, y desaprovechando bastante la oportunidad que le han brindado. Si para esto quería Marvel recuperar a Conan, mejor que se lo hubiesen dejado a Dark Horse, al menos ellos han dejado grandes etapas para el recuerdo. Aaron, de momento, está en un perfil muy bajo. Espero que no siga bajando...