Otra cosa es que pueda entender que una editorial pueda considerar que para escribir a un personaje afroamericano sobre, por ejemplo, problemas raciales en sus encuentros con la policía, pueda ser más indicado que ese tebeo lo escriba un afroamericano. Lo ue no quiera decir que no pueda escribirlo, excelentemente, Nick Spencer.
Eso ya lo estamos viviendo, de hecho. No se permiten ciertas cosas en la ficción moderna. Se aboga porque los escritores o actores sean reflejo de sus personajes, de modo que en una serie de animación, un personaje negro tenga que ser doblado por un doblador afroamericano, un indio por un indio, etc, etc. Ya ves tú la escabechina en una industria en la que voces como las de Goku o Bart eran doblados por mujeres. O Momo por un blanco.
En el lado contrario, guionistas como Christopher Priest ya han declarado varias veces que no quiere que lo encasillen como "escritor negro" o de personajes negros, que es mucho más que eso, y que le cansa que a veces lo llamen para el Pantera Negra de turno solo por el color de su piel. Hemos visto casos así con Willow Wilson o Ta-Nehisi. La identidad cultural del autor es un punto MUY importante en su elección, y su relación con la del personaje.
Moralmente me parece una forma de fraude, porque, más allá de la idea de tener un seudónimo femenino, el tipo ha colgado fotos de una mujer dando a entender que él era una mujer. De hecho, le han hecho entrevistas por escrito, donde se le ha hecho preguntas específicamente dirigidas a mujeres creadoras, y en las que él ha contestado sin revelar que no era una mujer. Algunos de los tweets que he visto del señor parecen conscientemente dirigidos a dar a entender al lector que es una mujer. Una cosa es ponerte un nombre femenino, que anda, y otra llevar la farsa a esas dimensiones.
La historia está llena de hombres y mujeres que han cambiado su género para practicar una profesión que les estaba vedada. Hay casos muy famosos, siempre presentados con una pátina de orgullo y reivindicación. Siempre se ha hecho por algún tipo de beneficio o lucro personal. Desde luego, son farsantes e impostores, pero cada uno era un caso particular. Hemos tenido desde hombres en deportes de mujeres (mucho antes de que existiera la palabra trans, me refiero), mujeres en deportes de hombres, hombres en moda que se hacían pasar por mujeres, mujeres que pasaban por guerreros, hombres practicando la prostitución fingiendo ser mujeres (¿eh, Ronaldo?
)... de todo. Es casi un arte en sí mismo, el de fingir ser lo que uno no es para un beneficio personal. Algunos son muy desagradables y claramente inmorales, pero otros cuentan con el favor y apoyo del público y la historia.
Entiendo que este hombre entra en ese grupo de impostores que lleva al extremo su personaje.
Como digo, si fuera solamente un seudónimo femenino, creo que no habría debate, pero si interpretas, finges, te cuelgas medallas y abanderas luchas, entras en un terreno muy diferente.
Pero vamos, que para los que somos autores y sabemos cómo funciona esto (sin sesgo político o ideológico) el tema de los seudónimos es el día a día de la industria.
No sé si os acordáis, pero en el mundo del cómic hemos tenido:
-El caso de un guionista que firmaba con una X por cuestiones de marketing, sin revelar su nombre.
-El caso de un autor que firmaba como japonés en una línea amerimanga siendo realmente estadounidense.
-El caso de un dibujante que cambió su nombre artístico y estilo para que las editoriales le dieran trabajo después de ganar mala fama con plazos.
-El caso de un articulista que contestaba los correos con trastorno de personalidad múltiple y se contestaba a sí mismo.
-Autores que han fingido ser fans y se han escrito a su propio correo por la falta de cartas.
Y suma, y suma, y suma...
Ninguno de estos casos son muy distintos a este. Y hay muchísimos más de los que algunos creen o recuerdan.