Bueno, ahí va, mi manga favorito, espero haberle hecho un mínimo de justicia al "manga perfecto"
En la web:
Parasyte, de Hitoshi IwaakiParasyte, de Hitoshi Iwaaki
“Shinichi… He aprendido sobre el ‘demonio’ en los libros… y creo que el ser vivo más cercano a ese concepto es el propio ser humano…”
Parasyte (
Kiseijū) es un manga
seinen guionizado y dibujado por
Hitoshi Iwaaki entre noviembre de 1989 y diciembre de 1995 y que se publicó de manera serializada en 64 capítulos en la revista
Afternoon de la editorial
Kōdansha.
Eclosionando de unas esferas transportadas por el viento, comienzan a aparecer una especie de “gusanos” que centran todo su empeño en invadir cuerpos humanos, llegando al cerebro y asimilándose en la zona de cuello para arriba, acabando de esta forma con la persona huésped y controlando todo el organismo. Una vez parasitado el cuerpo, que necesitan para vivir, pueden modificar la forma y densidad de la parte infectada, adoptando el rostro y apariencia que deseen o creando filos y cuchillas duras como el mejor acero e impulsados por tentáculos a velocidad y fuerza sobrehumanas.
Pese a su apariencia humana y la necesidad de los órganos vitales del cuerpo parasitado para vivir, éstos seres se diferencian bastante de las personas; son fríos, actúan siempre sin emoción alguna y siguiendo la lógica, priman por su supervivencia sin altruismos de ningún tipo, y un instinto superior les obliga a devorar seres humanos.
Shinichi Izumi, un estudiante de bachillerato cualquiera, se topa con uno de estos seres, pero el parásito no puede llegar al cerebro y acaba fusionándose con el brazo derecho, por lo que, pasado el susto inicial de tener un brazo que se transforma y le habla,
Shinichi le pone el nombre de
Miggy (
migi es derecha en japonés). La cosa comienza a complicarse cuando
Shinichi y
Miggy descubren, a través de una especie de telepatía compartida entre los seres parasitarios, que hay bastantes personas invadidas y que empiezan a proliferar asesinatos que dejan los cadáveres totalmente destrozados. Pero la detección de parásitos también funciona en el otro sentido, lo que les pondrá en el objetivo de estos monstruos…
Hasta aquí, una interesante idea, que parece pensada para crear un gran manga de peleas, al menos, las bases están ahí y ofrecen una oportunidad única. Pero
Hitoshi Iwaaki se desmarca de las tendencias del
shonen, para rápidamente dejar claro que, pese a que tendremos nuestras dosis de acción, lucha y violencia, lo importante de su obra va ser la reflexión y el mensaje. Y es que de repente, la cadena trófica, de la cual el ser humano es la cúspide y desde allí desprecia al resto de los seres vivos, se ha visto alterada al entrar un nuevo eslabón, los parásitos, el necesario depredador del ser humano.
Entonces empiezan los dilemas: los seres parasitarios lo tienen claro, los seres humanos, prepotentes, aferrados a su supremacía, desprecian el valor de cada vida ajena a ellos. Las personas, son los verdaderos parásitos de la Tierra. La superpoblación, el escaso respeto hacia el medio ambiente, la continua producción de residuos y contaminación a la vez que agotamos los recursos… Los seres parasitarios parecen casi una medida de contención del planeta. La obra abre con las siguientes palabras:
“Alguien en la Tierra pensó, sin que viniera muy a cuento… ‘¿cuántos bosques se salvarían de ser quemados si la población humana quedara reducida a la mitad…?’ Alguien en la Tierra pensó, sin que viniera muy a cuento… ‘Si la población humana quedara reducida a una centésima parte, ¿también la ponzoña que vierte se reduciría en la misma proporción…?’ Alguien pensó, sin que viniera muy a cuento: ‘Hay que proteger el futuro de todos los seres vivos…’.” Queda clara la posición crítica de
Hitoshi Iwaaki respecto al comportamiento de nuestra especie, y a lo largo de la obra veremos cómo denuncia severamente muchos de nuestros actos en una época en que estos temas no eran ni mucho menos tan comunes como lo son ahora, aunque ojalá lo hubieran sido.
¿Por qué un ser humano tiene derecho a comer carne de una vaca si lo necesita en su alimentación y un parásito no puede devorar a un hombre en las mismas condiciones? ¿Valemos más que nada? ¿Por qué entonces nos maltratamos tanto entre nosotros?
Y pese a la continua condena del autor a la humanidad, muestra también que los seres humanos somos especiales, egoístas, quizá, pero con una gran fuerza interior y unos sentimientos que nos alejan del instinto de supervivencia en determinadas circunstancias, llegando hasta el punto de ponernos en peligro por otros, y eso es algo que los seres parasitarios no logran entender, y que
Hitoshi Iwaaki deja claro que es nuestro verdadero valor y que queda por encima de la crítica hacia nuestra conducta.
Pero hablemos de los personajes. En un principio vemos a los parásitos casi como máquinas, con el único objetivo de sobrevivir y empleando la pura lógica como medio. Pero poco a poco, y especialmente a través de
Miggy, descubriremos que cada ser parasitario es diferente, y van evolucionando, desarrollando un carácter propio. Por ejemplo,
Miggy desarrolla una curiosidad voraz por cualquier cosa, quiere saber más y más. Puede que otros simplemente odien puramente, otros querrán conseguir un mayor poder, o incluso, como es el caso de
Ryôko Tamiya se pregunten quiénes son, y cuál es su proposito.
Por supuesto también tenemos un bando humano, encabezado por
Shinichi, que junto con
Miggy hacen un dúo al que es imposible no cogerle cariño.
Shinichi recorrerá un tortuoso camino a lo largo de toda la obra, creciendo como ser vivo y aprendiendo a plantearse ciertas cosas. Sufrirá golpes tremendos pero surgirá renovado de cada uno de ellos. Tras él, hay una construcción de personaje realmente impecable, que sitúan a
Shinichi en lo más parecido a un punto neutral entre humanos y parásitos, aunque evidentemente, luchará por su propia especie. También serán de gran importancia dos chicas;
Satomi Murano y
Kana, caras opuestas de una moneda, y fundamentales en la historia.
Como he dicho, también hay acción, y escenas realmente violentas, pero con un enfoque adulto e inteligente, casi estratégico. Cada enemigo sirve para revelar algo sobre la naturaleza de la especie parasitaria, ampliando así nuestro conocimiento sobre ellos, y poco a poco, los retos son más complicados, pero también
Shinichi y
Miggy mejoran.
Tras conseguir que nos importen los personajes,
Hitoshi Iwaaki, comienza a moverlos de una forma totalmente natural, propulsada por las motivaciones y encontrando obstáculos. Así, consigue momentos con una carga dramática y tensión enormes, nos hará reir, nos hará sufrir, nos hará pasarlo realmente mal, nos hará estar profundamente afligidos y nos hará, en definitiva, crecer junto con
Shinichi, y sentir en nuestras carnes lo que siente él de una manera vívida y real como en pocas obras.
No en vano,
Parasyte es conocido en Japón como “el manga perfecto”, y queda totalmente confirmado tras leerlo. Extensión, ritmo, personajes, originalidad, dibujo… lo tiene todo, y se nota el amor del autor por su obra, y cómo supo finalizarla de manera redonda y decidió no seguir explotando algo que podría haberle sido realmente rentable, pero que como él mismo reconoce, dejó la historia cuando sintió que debía finalizar, y no siguió escribiendo por el riesgo de hacer que la calidad del producto se viera resentida.
No voy a engañar a nadie;
Parasyte es mi manga preferido, desde que se terminó de publicar en España en 2018, lo releo cada año, así que esta ha sido mi tercera lectura de la serie completa sin contar las relecturas de los tomos cuando estaba saliendo. Y me sigue encantando. Si con el segundo tomo no te ha tocado la fibra y te ha atrapado… seguramente signifique que un parásito ha devorado tu cerebro.
Apartado GráficoA parte de crear una historia irrepetible,
Hitoshi Iwaaki también la ilustra con semejante calidad; más allá de los potentes diseños de los seres parasitarios, las formas que crean al parasitar cuerpos o sus modos de ataque,
Hitoshi Iwaaki consigue, con un dibujo limpísimo recrear hasta el mínimo detalle cualquier escenario de forma realista. Este realismo se extiende también a los personajes, que tienen siempre unas proporciones muy cuidadas, formas y complexiones distintas, recreando una variedad de individuos enorme. Los rostros es donde se introduce el estilo del autor con unos rasgos menos realistas, pero que siempre consiguen diferenciar a cada personaje desde la sencillez y la expresividad.
Pese a utilizar esos ojos tan “manga”, o quizá precisamente por ello, plasma las emociones de los personajes de manera inmediata con una simple mirada, llegando al punto de que el lector es capaz de distinguir a los seres humanos de los seres humanos parasitados sólo con fijarse en sus ojos.
El protagonista,
Shinichi Izumi, a lo largo de la historia, sufrirá una importante evolución, en su modo de ser y mentalidad, que
Hitoshi Iwaaki refleja de una manera sutil pero contundente. Esto, sumado a su capacidad para enfatizar el movimiento y el dramatismo de los momentos fundamentales de la trama, hace que no se pueda imaginar
Parasyte con otro dibujo, porque sería imposible que fuera tan extremadamente efectivo.
Por el contenido de la obra, hay varias escenas de alto contenido de violencia, sangre y entrañas donde el autor también demuestra maestría, mostrando situaciones increíblemente macabras sin que repugnen al lector y haciendo que sean vistas de manera incluso natural.
EdicionesEsta obra estaba inexplicablemente inédita en España hasta la reciente edición de
Planeta Cómic, una edición ante la que me quito el sombrero, ya que en mi opinión es sencillamente perfecta. Se basa en la edición
Kanzenaban “definitiva” japonesa, con un total de 8 tamaño
tankôbon de entre 270 y 300 páginas muy manejables, encuadernados en rústica y con sobrecubiertas. Cada tomo cuenta con un índice. El diseño se basa en estos
Kanzenban, pero adaptándolo de manera que han quedado unos tomos realmente bonitos y elegantes. Incluye algunas páginas a color en cada tomo que se agradecen muchísimo por su calidad, y a modo de extras, se incluyen correos de lectores, una entrevista, artículos y reflexiones del autor y un epílogo de
Shunsuke Tsurumi, historiador y filósofo japonés que son todos de gran interés por la cantidad de información, disquisiciones y opiniones que contienen, a la vez que nos acercan a la figura de
Hitoshi Iwaaki y nos ayudan a comprender la repercusión que tuvo la obra.
Cada tomo tiene un precio de 9.95€, por lo que es bastante asequible ir haciéndose con la serie completa mes a mes, más aún teniendo en cuenta que sólo son 8 volúmenes, no como otras series manga kilométricas…