He leído Las crónicas del león Melquiades
(Desafortunadísima traducción, por cierto, ese "Huyamos por la izquierda", cuando el original "Exit stage left" no deja lugar a dudas sobre la expresión teatral que dicta que el escenario se debe abandonar siempre por la izquierda, lo que tiene todo el sentido del mundo cuando la obra trata sobre el mundo del arte y el teatro, y tu protagonista es dramaturgo. Un "abandonemos el escenario por la izquierda", si se quería seguir con el plural mayestático, hubiera sido mucho más acertado).
Gran cómic, sobre los derechos individuales y la libertad durante los años 50 del Macartismo, la lista negra, el mundo del arte y la cultura y la represión sexual. Melquiades es aquí una mezcla de Tenesse Williams y Dalton Trumbo, que se codea con la flor y nata de la época. Como ocurría en aquel entonces, Melquiades se ve obligado a vivir su homosexualidad y estilo de vida en secreto, viviendo una vida falsa con un matrimonio apañado, aunque su fama y notoriedad le hayan conseguido cierta inmunidad ante el Comité de Actividades Antiamericanas.
Por supuesto, la cosa no dura, y ya la tenemos montada.
El dibujo no está mal, aunque me da la impresión de que se queda a medio camino y podía haber llegado a más. No tiene ni mucho menos el realismo antropomórfico de Blacksad, pero tampoco el estilo cartoon desenfadado que podría haber añadido crudeza a la mezcla por el contraste de lo sórdido de la historia. En mi opinión, la elección estética es mejorable, pero aun así, cumple perfectamente.
Respecto al guion, preparaos para un ir y venir de frases para la posteridad. En ocasiones, sinceramente, demasiado. Russell se pasa a veces en ese exceso que cometemos al escribir al querer hacer demasiado interesantes a los personajes, haciendo que siempre tengan la respuesta perfecta, increíblemente ingeniosa. Y eso no es solo poco creíble, sino algo irritante. Aunque me gustan los diálogos "de ida y vuelta" tanto como al que más, al estilo del Hollywood de los años dorados, que Melquiades siempre tenga una réplica ingeniosa puede llegar a cansar. Ni Capote, ni Wilde ni Churchill eran tan ingeniosos como se los pinta, y muchas de sus citas estaban retocadas o falseadas. Con Melquiades se va más allá, haciendo que hasta un "Melquiades, ¿me pasas el azúcar?" pueda acabar en un "Claro, ¿es que la vida no es ya bastante amarga?". En fin, que para mi gusto falta un poco de normalidad, pero sin duda da grandes momentos y geniales reflexiones.
Un cómic muy interesante, bien realizado y que recomiendo sin reservas. Brillante e ingenioso, a veces demasiado, pero muy conseguido.
"¿Con qué va a defenderse, Sr. Melquiades?"
"Probablemente con la verdad".