He leído Los Mitos de Cthulhu de Lovecraft por Esteban Maroto.
Se trata de un pequeño tomo que recoge tres relatos de Lovecraft ilustrados por el artista español, que tienen un origen muy curioso. Al parecer, fueron realizados por el autor para ser publicados por Bruguera, pero antes de su publicación, la editorial barcelonesa se declaró en suspensión de pagos y no vieron la luz, pero se quedaron con los originales. En el año 200, la editorial Cross Plain publicó los materiales, traducido al inglés por Roy Thomas, pero Maroto no se mostró muy conforme con esa edición, que contaba con un coloreado que no le satisfacía. Finalmente, los editores de Planeta hablaron con el artista y se mostraron interesados en recuperar estas historias, surgiendo esta edición que no queda del todo claro si fue redibujada por Maroto a partir de unas muestras que encontró en su estudio, o es una recuperación del material original. Sea como sea, después de varias décadas en el limbo, por fin se ha podido publicar esta obra más acorde con la idea del artista en un volumen en blanco y negro con portada del propio Maroto.
El tomo incluye varios artículos interesantes que bucean un poco en la trayectoria de los mitos de Cthulhu y su creador, así como en la concepción de las adaptaciones. Resulta curioso que cuando se habla de Lovecraft se mencione sus inclinaciones racistas o su misoginia, además del carácter denso de su escritos, poniendo de manifiesto la poca accesibilidad a un autor que ha inspirado tanto a la literatura de terror, pero que no diría que es para todos los públicos. También, tal y como yo recordaba, va un poco contra de esa exploración que hace Alan Moore de la obra del escritor de Providence, sacando a la luz elementos sexuales que según el barbudo se ocultan en su obra. Aunque reconozco que sí es cierto que en esa búsqueda de lo oculto y su inmersión en sociedades ocultistas puede haber algo de ello, me cuesta verlo con la claridad que nos la muestra Moore en su particular revisión. Pero, bueno, supongo que son distintas formas, y compatibles, de abordar la compleja obra de Lovecraft.
Comenzamos con "La ciudad sin nombre", un relato que trata sobre la búsqueda de un enclave perdido que es descubierto por un investigador para hallar el horror que se encuentra oculto en ella. Más allá de los componentes arqueológicos, la utilización de la mitología árabe o los planteamientos del género de terror más básicos, tenemos un ejemplo perfecto de las inquietudes de Lovecraft sobre la vida y la muerte. Una especia de portal hacia otro mundo que aquel que lo atraviesa nunca vuelve a ser el mismo. Casi como si de una experiencia cercana ala muerte se tratara, el protagonista vive una experiencia que le perseguirá en su pesadillas. Un interesante relato que combina muy bien el terror atávico, la ciencia ficción, la mitología y las dudas existenciales del ser humano. Después tenemos "El ceremonial", donde el protagonista del relato debe volver al pueblo de sus ancestros para participar en un rito que permita que los secretos del mundo originario sigan ocultos. Aquí entramos de lleno en el culto a seres venidos de otros mundos que conforman una civilización tan antigua como olvidada plagada de seres terroríficos. En esta historia tenemos la presencia del Necronomicón, utilizado para el ritual.
Finalmente, cerramos el volumen con "La llamada de Cthulhu", la que está considerada como la primera gran obra de Lovecraft, aunque él mismo no estuvo muy satisfecho con el resultado de su escritura. El relato gira en torno a una misteriosa estatuilla que nos llevará ante la revelación de aquello que se presuponía un simple mito es una realidad. Un viaje de búsqueda y conocimiento, horadando los secretos de la Humanidad para toparse con una criatura venida de las estrellas cuya simple visión aterroriza a los que tiene desgracia de verla. Aunque los tres relatos tiene puntos de conexión, además de formar parte del llamado universo de Lovecraft, esta es quizá la que nos introduce de lleno en la figura de Cthulhu y nos muestra la faceta más turbadora del escritor de Providence.
Maroto realiza un trabajo bastante bueno, principalmente porque creo que capta la esencia del trabajo de Lovecraft. No solo consigue una serie de adaptaciones más o menos fidedignas, sino que transmite al lector sensaciones similares a la lectura de los escritos de Lovecraft. Y es que este clásico de la literatura del horror conseguía una atmósfera y ambientación prácticamente irrepetibles, como si su habitual estado de animo apocado y abstraído del mundo le hiciesen más propenso a explorar el terror en su esencia más pura. Sus creaciones nos llevan a lo más profundo de la psique, donde anidan las pesadillas, cobrando forma los terrores atávicos de la Humanidad. Todo eso es perfectamente plasmado por los lápices de Maroto, especialmente inspirado y utilizando muy acertadamente el formato en blanco y negro, recordando en cierta medida su trabajo en las revistas de John Warren. Un tomo muy recomendable que no solo pone de manifiesto que Cthulhu ha regresado a la vida, si es que en alguna ocasión había muerto, sino que los grandes clásicos del terror nunca pasan de moda.