Leído
Sam Pezzo.
Todos nos hacíamos una única pregunta; ¿estará la recomendación Mipeyana a la altura de su leyenda?
Y la respuesta es que sí... con reservas. Con más reservas de las deseables, quizás.
Tengamos en cuenta que el nombre de este noir italiano surgía como respuesta de Mipey, tras recomendación de Guolberain, a mi mención alternativa de Torpedo o Alack Sinnner (dos de los grandes noir del cómic) como medidores de 100 Balas:
http://foro.universomarvel.com/index.php?topic=39429.150Por lo tanto, esperaba una obra más redonda que estas, y también, por encima del más-a-menos de Azzarelo.
El veredicto que os puedo ofrecer es que definitivamente, Sam Pezzo no llega.
Para empezar, es una obra muy corta, de apenas una decena de historias, entre 1979 y 1983. Las historias no tienen gran profundidad, y siguen fielmente el modelo Chandler o Hammett, en los que a veces la historia era secundaria a los propios personajes. Es decir, argumentos como "El halcón maltés" son poca cosa en sí mismos, pero, las investigaciones siempre quedaban respaldadas por unos mordaces Sam Spade o Philip Marlowe, que acaparaban todas las miradas en los diálogos y sus formas de interaccionar con la policía o la
femme fatale.
En el caso de Pezzo, no estamos de suerte. Ya que los argumentos resultan igualmente inanes en ocasiones, embarullados pero sin gracia, no llegando a sorprender ni a emocionar prácticamente en el 90% de los casos. Son giros simples de una traición por dinero, un asesinato no tan misterioso o encargos dudosos. Sin reinventar nada, podemos decir simplemente que funcionan, aunque a veces las tramas son un tanto aburridas incluso.
El gran problema es que además Giardino no es Chandler, ni Hammet, ni Abulí, ni Sampayo. Pezzo tiene cierta carisma, pero no tiene la gracia, el ingenio ni los juegos de palabras de Torpedo, ni la mística y la profundidad psicológica de Alack Sinner. No aborda política, ni cinismo, ni demasiada condición humana.
Ocurre algo peor respecto al personaje de Pezzo; el personaje no existe. No conocemos su pasado, ni su infancia, ni nada personal sobre él. Simplemente es un detective privado con bigote. No hay mucho que contar sobre él, y en las historias, el personaje simplemente se limita a resolver los casos, además, con algunos hábitos molestos (como que en absolutamente todas las historias, Giardino cuele un par de tiroteos "in extremis", de esos que disparan al personaje por la espalda y los casquillos se estrellan junto a la oreja, le cortan el bigote, atraviesan el periódico que lee, la gabardina, el sombrero, o pasan limpiamente bajo el sobaco. Un abuso de estilo que acaba destacando negativamente).
En esto, hay que mencionar también el dibujo, muy bueno, pero bastante verde en las primeras historias, con composiciones de páginas flojas, y un trazo indeciso, pero sobre todo, enfoques muy desaprovechados (hay uno, en uno de los primeros casos, en los que atraviesan el cráneo de un personaje de improviso con un balazo casi en la última viñeta antes de subir a un tren. Pero en lugar de hacer un plano desde la vista del asesino subido al vagón, desde atrás de la cabeza de la víctima, haciendo que el lector vea el rostro de Pezzo y su acompañante enfrentados al asesino mientras le vuelan la cabeza al finado, el autor ejecuta una viñeta muy pobre, en la que disparo, sorpresa, impacto y muerte sucede todo en el mismo momento, con una distancia fea e impersonal que ni epata ni consigue sorprender). Es cierto que esto dura poco, y que la mayoría de historias tienen una factura francamente buena.
En definitiva, estamos ante un tomo integral, con todas las historias protagonizadas por Pezzo, que nos dibuja una Bolonia sucia pero imprecisa (alejada de las Nueva York de Torpedo o Sinner, mucho más vivas y omnipresentes), con tramas pequeñitas de casos fáciles y muy olvidables (alejadas del regusto hard-boiled de
Sin City, 100 Balas o similares), que sin estar nada mal, no termina de erigirse en una lectura capital o trascendente. Para que nos hagamos una idea, comparándola con otra publicación italiana de la época, no es
Ken Parker. No tiene grandes tramas que nos emocionen, ni su protagonista tiene tantísimo carisma ni está tan bien construido, ni tiene grandes secundarios (solo hay uno que sea digno de mención, la china Lia Wang), ni, sobre todo, podemos hablar de un estilo fresco o ingenioso. Mientras que Bernet puede estar más o menos a tiro (a mí personalmente me gusta más Bernet), Abulí en sus mejores historias queda muy por encima de Giardino, que no tiene esa picaresca ni ese sabor auténtico de bajos fondos en la narración, siendo mucho más plano y convencional.
Podríamos decir que estamos pues ante un género negro correcto, clásico, de buena factura, pero que a nivel argumental no tiene prácticamente nada que aportar y se queda simplemente en ser una historia más de tantas.
6/10
Recomendable para los amantes del género y un cómic interesante, pero ni mucho menos imprescindible.
Mipey, paga la coca, primer aviso.