He leído
El Green Lantern Nº 19-20.
Retomo la lectura de la serie tras mi
comentario.
Morrison se marca aquí dos números que son todo un homenaje al pasado de la editorial con un Liam Sharp que sigue mostrando su versatilidad artística, adaptando su estilo a la vistosidad propia de los sesenta y setenta en contraposición con la narrativa más actual. Si bien es cierto que Morrison me gusta y está haciendo un trabajo muy interesante, creo que estoy desarrollando cierta predilección por la parte artística de esta etapa, en la que Sharp entra en el juego psicodélico del guionista de tal forma que dibujo y guion se cohesionan francamente bien. Puede parecer baladí, pero no es tan habitual como debiera que dibujante y guionista consigan conectar de esa forma, sobre todo cuando tenemos un autor tan particular como Morrison. Creo, sin lugar a dudas, que esta etapa se va convertir en el futuro en un clásico moderno, si no lo es ya.
Como decía al principio, Morrison juega principalmente en estos números al homenaje a los cómics de otra época, añadiendo su particular aderezo psicodélico. También cabe destacar como va urdiendo una trama de largo recorrido, pese a que cada entrega se lee con solvencia y como unidad, aunque se vayan añadiendo algún
cliffhanger en la última página. Ya lo he comentado otras veces, pero creo que merece la pena ratificarlo una vez más. Hoy apenas nadie escribe pensando en el lector de la grapa, sino más bien en el del recopilatorio. Morrison da un paso atrás en ese sentido, dignificando la grapa como contenedor de relatos y como parte integral de una historia mayor. Prácticamente es un serial mensual en su máxima expresión, como deberían de ser todas las grapas, o como lo eran en otro tiempo, pero ya no lo son.
La primera historia es la que "dinamitaba" la cabeza de nuestro querido compañero
Steven, en la que vemos a un Morrison en su salsa. Es un cómic plagados de guiños a otra época en la que los juguetes y los cómics tenían una mayor afinidad y confluían sus mercados. Entre los diálogos se deja caer alguna pequeña crítica incluso. Además, el escocés sigue elaborando todas su tramas en torno a un Green Lantern en su papel de policía intergaláctico, cuyo regreso a la Tierra está basado en el peligro que corre el planeta de ser atacado por alienígenas. Un concepto muy setentero, pero lo traslada a la actualidad bajo un prisma de ciencia ficción al estilo de las grandes sagas del género como puedan ser Star Trek u otras muy similares. En esa línea, Hal deberá enfrentarse a una raza capaz de crear juguetes del tamaño de planetas, imitando incluso a la Tierra primigenia, Pangea, y sus formas de vida. Una raza que ve nuestro planeta como un objeto que le han usurpado. En un ambiente de lo más bizarro, Hal deberá detener la enésima invasión de la Tierra en esta etapa.
En esta ocasión, Hal no va a estar solo, sino que cuenta con la colaboración de Flash, en otro guiño a la relación de ambos personajes que tiene una larga tradición desde que John Broome escribiera sus respectivas cabeceras allá por los años sesenta, llegando a convertirse en algo habitual la presencia de Barry Allen en las páginas de la serie del cruzado esmeralda. A todo esto, habría que sumar unos diálogos de los invasores alienígenas algo extraño, pero entendible, y algunos cuadros de texto en verso. Toda una ensalada de elementos de lo más variopinta, pero que en las manos de Morrison parece que funciona, poniendo de manifiesto una vez más su alto nivel creativo y sus capacidades imaginativas, que no parecen tener límites.
En el segundo número volvemos a tener una nueva invasión alienígena, pero en esta ocasión tiene nombre propio: Hyperman. Se trata de un personaje rescatado de la etapa de Curt Swan en Action Comics. Otro clásico, para que nos entendamos. Morrison nos lo presenta como lo que realmente es, un trasunto de Superman, con una esposa muy poderosa y un perro que nos recuerda mucho a Krypto, el perro de la familia El. Sharp adapta su estilo para la ocasión, con color de puntitos incluido, para hacer un mayor hincapié en el homenaje al pasado de la historia, en la que Hal deberá enfrentarse a Hyperman y su hiperfamilia para evitar que lleven a cabo sus planes de conquista en el planeta. Un martes cualquiera en la vida de un Green Lantern, cuyo último enfrentamiento estará marcado por la tragedia, por la posible destrucción de su anillo. Pero esto, en consonancia con la época homenajeada, será una aventura para el próximo capítulo. Continuará...