He leído
El Green Lantern Nº 9.
Retomo la lectura de la serie tras
anterior comentario.
Otra entrega de lo más interesante, donde Morrison continúa en su línea habitual. Creo que esta es una de esas series que sigo mes a mes con más ganas. No obstante, debo admitir que mi fijación con la subida de precios de las grapas m obsesiona un poco y al fijarme que este número cuesta 4,95€, me pareció algo caro. Es cierto que es una grapa de 64 páginas y que ECC la exprime al máximo sin publicidad ni rellenos innecesarios, pero aún así, me sigue pareciendo cara. Obviamente, frente a los 5€ de las grapas de 48 páginas de Panini quizá no lo sea tanto, pero la verdad es que poco a poco el que se presupone que es el formato popular por antonomasia y la opción más barata para leer una serie está dejando de serlo. Y es que esta semana, sin ir más lejos, dos grapas de ECC, la únicas novedades que he comprado, me han costado 7,95€, una auténtica pasada en mi opinión. Una lástima estar teniendo que hablar de este tipo de cuestiones, en lugar del contenido de los tebeos en sí.
Dejando al lado las cuestiones editoriales y económicas, en esta ocasión, tenemos doble ración de Hal Jordan. Comenzamos con el primer y único anual de la serie hasta el momento, en el que Grant Morrison forma equipo con el dibujante italiano Giuseppe Camuncoli para narrar la historia titulada "Los inalámbricos", que trata sobre una reunión familiar de los Jordan que se transforma en una ataque alienígena de unas criaturas con poderes de radiofrecuencias. Aunque debo admitir que no deja de ser una bizarrada algo simpática del guionista, éste no desaprovecha la ocasión para mandar un mensaje sobre el problema medioambiental que suponen la utilización masiva de los móviles, una contaminación, que según Morrison, afecta a nuestros cerebros, sin que podamos descansar y dormir lo suficiente. No deja de tener algo de razón, todo hay que decirlo, aunque todo está envuelto en una divertid historia de ciencia ficción al estilo superheroico. Tampoco hay que dejar pasar el giro final, en el que
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No obstante, todo parece indicar que ambas situaciones pudieron convivir perfectamente, y que lo segundo es una especie de autocrítica al propio autor, que ya sabemos que experimento con el peyote para escribir ciertos capítulos de su etapa en Animal Man, y que no en pocas ocasiones parece que toma algo que no está al alcance del resto. Sea como sea, bajo una pátina de simplicidad poco habitual, tenemos otra historia con el sello de Morrison.
Cabe destacar un par de aspectos de este anual. El primero de ellos es la relación entre los familiares, haciendo alusión a hechos que sucedieron en la serie clásica del personaje, cuando la dibujara Gil Kane, como la complicidad de Hal con su hermano, que se llegó a hacer pasar por Green Lantern, en una época en la que la identidad privada era moneda común en los superhéroes. A mí es una situación que siempre me ha recordado un poco a Matt y Mike Murdock, pero sin llegar a esos niveles de surrealismo de Daredevil. El segundo aspecto interesante es que tenemos al sobrino de Hal, Hal Jordan Jr., cuyos poderes de radiofrecuencia vienen al pelo para esta historia. Sinceramente, no estoy muy al día de lo que sucede en el Universo DC, y desconocía la existencia de este personaje, que se hace llamar Air Wave, y me ha llamado mucho la atención. No sé si es una creación de Morrison, que también puede ser. Finalmente, comentar que Camuncoli no lo hace nada mal, quizá tiene un estilo algo noventero, no sé si fingido o está trabajando últimamente en esa línea, aunque se echa de menos a Liam Sharp, que para mí está siendo la gran revelación de esta etapa.
En la segunda parte de esta entrega volvemos a nuestra programación habitual, con lo que parece ser el inicio de una nueva línea argumental, que girará en torno al Multiverso del Universo DC. Todo parece indicar que Morrison está decidido a explotar al máximo este concepto en la mayoría de sus trabajos para la editorial de los últimos años, y que The Multiversity no fue suficiente. En esta ocasión, siguiendo un poco la estructura de los especiales de aquel maravilloso proyecto, el guionista nos introduce en una catástrofe a niveles interplanetarios con la destrucción de un planeta, si que los Supervigías de los Planetas Unidos puedan hacer nada al respecto. Tengo que admitir que Morrison aquí me descoloca un poco, porque nunca soy capaz de recordar a la primera si está introduciendo a nuevas creaciones o está haciendo algún tipo de arqueología. No obstante, esto no es más que una especie de interludio, ya que la historia se centra en Hal Jordan, que pasa sus vacaciones en el Planeta Athmoora, introduciéndonos en un mundo de fantasía heroica. Desde luego, no se puede negar que el escocés le gusta exigirle al lector, porque uno no termina de saber si esto s una especie de Otros Mundos u otra cosa. No obstante, estando en el sector 2.814, algo que se apunta en los pocos cuadros de texto del cómic, podemos confirmar que es la realidad que todos conocemos.
Como no podía ser de otra forma, las vacaciones de nuestro protagonista son bastante moviditas, viéndose envuelto en una guerra contra dragones y criaturas aladas, todas de color verde eso, sí. Además, se las verá con una especie de hechicero que e en realidad
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Continuara...
Pinta interesante, desde luego, y quizá podríamos estar ante una especie de secuela de la miniserie El Multiverso. Con ganas de ver que nos plantea Morrison. Por otra parte, Liam Sharp sigue mostrando su versatilidad, así como su camaleónico estilo, adaptándose según la historia que nos va contando el guionista, dando la sensación de que el cómic lo dibuja otro artista. Yo diría que tenemos aquí algo del estilo de Ron Lim, mucho más pulido y con una mayor profusión de detalle, pero con un aire similar a ese dibujante, quizá en algún tipo de homenaje a finales de los ochenta y principios de los noventa, donde Lim estuvo muy ligado a lo cósmico en Marvel, por ejemplo. En fin es una idea. No obstante, Sharp está tan bien como hasta ahora. Sin duda, una de las mejores series actuales.