He leído Mansión Arkham: un hogar para criminales dementes.
Voy un poco atrasado con mis lecturas de las diferentes series regulares del personaje, por lo que me he llevado una pequeña sorpresa al leerme este tomo que parte de hechos ocurridos en Batman Eterno, incluso sitúa la aparición de la trama tras un número concreto del Batman de Snyder, concretamente creo que la saga "Muerte en la familia". Aún así, tanto el artículo introductorio como la importancia tangencial de este hecho no impide poder disfrutar de la lectura sin sentirse perdido. Aunque si es cierto que choca la situación actual de Silencio y alguna cosa más. Pero, cómo digo, nada especialmente importante, por lo que creo que se puede leer de manera aislada, al menos yo no he tenido el mayor problema para ponerme en situación.
La miniserie de seis números, escrita por Gerry Duggan y dibujada por Shawn Crystal parte de una premisa muy interesante y de un concepto muy ligado al Bruce que todos conocemos: su capacidad de sacrificio por Gotham. Al fin y al cabo, a pesar de que bajo su origen subyace la búsqueda de justicia por el asesinato de sus padres, con el paso del tiempo se ha convertido en una obsesión, pero también en un deber y obligación por y para su ciudad natal. De ese modo, tras la destrucción del Asilo Arkham y aunque por maniobras legales podría haber impedido este hecho, parece que la mansión Wayne es el lugar más apropiado para convertirse en la nueva ubicación de este psiquiátrico destinado a recoger a los perturbados psicópatas que asolan Gotham y que de momento han quedado sin techo, a expensas de una reubicación por parte del ayuntamiento, que se le ocurre la feliz idea de expropiar el terreno de los Wayne para aclimatarlo a su nueva función, a caballo entre un sistema carcelario y un lugar de sanación mental.
En su nuevo asentamiento, los pacientes de Arkham comienzan a ser asesinados por alguien desde dentro y Batman se infiltra bajo la identidad del indigente Jack Shaw, en un intento por esclarecer el misterio. Así comienza una misión que aúna todos los elementos propios de una historia de Batman, donde se entremezcla el terror con el suspense más opresivo, centrada en una carrera contrarreloj para salvar la vida de algunas de las figuras más indeseables de la ciudad. Duggan consigue muy bien transmitir la atmósfera propia del nuevo escenario, así como la caracterización propia de los protagonistas, con algunos momentos que quizá chirríen un poco, sobre todo con la identidad del objetivo principal de la trama y la resolución de los asesinatos. No obstante, son detalles nimios que no ensombrecen el resultado final, que en líneas generales me parece óptimo. Me parece especialmente reseñable que la historia mantenga durante bastante tiempo a Batman en un segundo plano, siendo la nueva identidad ficticia la que se lleve el mayor protagonismo, en beneficio de un relato que sin dejar de pertenecer al género de los superhéroes busca más el drama carcelario o psiquiátrico, así como una historia en la que el murciélago no es la parte esencial de la misma, sino una pieza más del conjunto del argumento.
Bajo mi punto de vista, el punto flaco reside en que el guionista no es capaz de mantener le suspense durante toda la miniserie, adelantando la resolución antes del último número, esto provoca que la parte final beba más del tópico de paciente fugado al que hay que detener, aunque también sirve para resolver varias subtramas que se han ido planteando de forma paralela. No puedo decir que sea original, pero a mí me ha parecido muy entretenida esta historia, bien escrita, buscando una simplicidad que funciona muy bien y que presenta un relato sin grandes pretensiones, pero que consigue firmemente su objetivo: entretener.
El apartado gráfico me parece correcto. Muy apropiado para el tono que imprime Duggan a la miniserie, donde prima un aire oscuro y sombrío. Creo que la combinación de guión y dibuja funciona ala perfección, por lo que aumenta la experiencia lectora y el disfrute de la lectura. En definitiva, una historia entretenida, que pretende explorar el nuevo status quo de uno de los lugares más emblemáticos de Gotham que, posiblemente, nunca estuvo mejor vigilado que en estos momentos.