He leído Robin: Hijo de Batman nº 2. Es el segundo, y último, tomo dedicado a esta colección que protagoniza Damian. El cierre tan tempranero se debe a que la propia serie original fue cancelada con solo 13 números publicados. Así que ECC la ha liquidado con dos tomos (tres, si tenemos en cuenta que el número 7 apareció en La guerra de los Robin).
Este libro va en la línea del anterior. Una historia dirigida al público infantil, con Damian viajando por todo el mundo para detener una amenaza, establecido amistades en el camino. Se hace hincapié en el carácter duro y rebelde del protagonista, ya que es su principal característica, pero también en su lado más humano: la necesidad del cariño que da de un padre y una madre, de tener la compañía y confianza de amigos, de cuidar de mascotas...
En el primer tomo Patrick Gleason se ocupó de todo (no lo he mirado, pero yo diría que fue el primer comic que escribió); esta vez solo se ocupa de un número y el resto queda en manos de Ray Fawkes y Ramón F. Bachs. El nuevo equipo cumple y, pese a lo diferente que son los estilos, realmente no se aprecia una diferencia en el tratamiento del personaje. Hay una buena continuidad entre un libro y el otro.
Personalmente, una de las cosas que más me han gustado de estos dos tomos es la introducción de Goliat. Es una especie de murciélago gigantesco, que hace de compañero fortachón de Damian, además de permitirle desplazarse volando, y ofrecer un puntito de sensibilidad e inocencia.
En la práctica, se puede decir que es una serie limitada, si bien deja un final que promete más aventuras de Damian y los amigos que ha hecho en estos números. Al parecer, se retomará todo en un próximo número de Superman. Pero me parece llamativo lo poco que duran hoy en día las series en EE.UU. Si en los 90-2000 la serie de Tim Drake superó los 100 números, esta de Damian apenas ha aguantado un año en el mercado.