He leído
Vengadores Nº 89-91, Campeones Nº 13-15.
En este bloque tenemos el
crossover moderno entre las alineaciones de los Vengadores y los Campeones, orquestado por el guionista Mark Waid, el cual sigue en su línea de tibieza. A pesar de los esfuerzo de Clemente por querer presentar equivalencias con la clásica aventura que cruzaba los camino de ambos grupos en los años setenta, de la mano de Steve Englehart, la verdad es que lo que tenemos aquí es una extraña combinación entre Las Guerras de la Evolución, la saga de los ochenta narrada en diversos anuales de la época, y el susodicho
crossover. No obstante, Englehart está mucho más inspirado que Waid y, sobre todo, ofrece una mayor dosis de entretenimiento, sin contar la aportación narrativa de Sal Buscema, con algunas escenas míticas. Por lo tanto, y a mi modo de ver, estamos ante un producto de segunda categoría que hace un flaco favor a los aficionados con un homenaje algo insulso. Desde luego, si este es el broche final de la etapa de Waid en los Vengadores, su paso por los Héroes más Poderosos de la Tierra ha sido toda una decepción, y para mí incluso la podría considerar una etapa fallida. Esperaba mucho más de un autor que quizá es el más adecuado para mostrar esa simbiosis entre los clásico y lo moderno, pero el resultado ha sido poco satisfactorio, siendo amables.
La excusa para unir a los Campeones y los Vengadores no es otra que una amenaza a nivel global procedente de la Contra-Tierra, donde el Alto Evolucionador quiere llevar a cabo un experimento que producirá la colisión de ambos mundos, pudiendo así crear uno nuevo desde cero. Nuestros protagonistas intentarán dejar a un lado sus diferencias para intentar detener a los Ani-Hombres y su creador, para salvar así al mundo. Si hay un aspecto que no me gustó de la etapa inicial de Waid en los Vengadores, es que al poner en primera línea a las nuevas creaciones de Marvel, convertía el título en una cabecera para adolescentes. Yo, como lector veterano, me sentía excluido. En aquellos comienzos, me parecían tebeos entretenidos, pero que no estaban dirigidos a un público como yo, y que por lo tanto me alejaban un poco emocionalmente de este Universo Marvel actual, que en cierta forma busca conectar con nuevos lectores, pero con el que cada vez me cuesta más conectar, independientemente de la calidad de sus historias o de la diversidad social que le quieran imprimir. Quizá esto es lo que pasa en esta saga, que tengo que admitir que durante los primeros número leo con cierta avidez, pero poco antes de llegar al ecuador mi interés ha decrecido bastante y básicamente espero que llegue la página final para terminar lo antes posible. No es una aventura emocionante, y divertida, donde la acción nos lleve a cotas altas de entretenimiento. Esta saga es algo anodina en ese aspecto, fallando quizá en uno de los elementos más importantes de una línea argumental de estas características. Por otra parte, au8nque hay un buen tratamiento de los personajes, al final Waid deja a un lado el aspecto coral de la saga para centrarse en Visión y su hija Viv, con las grande protagonistas de la historia. Reconozco que el guionista trabaja bien en este aspecto, continuando lo planteado por Tom King en la alabada maxiserie del sintezoide y su familia, siendo quizá lo único realmente destacable de todo este bloque.
Cabe destacar que
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tengo que decir que justo la escena final me deja con curiosidad de saber que pasa, pero después recuerdo el párrafo anterior y es uno de los motivos principales por los que no me subí a los Campeones, y creo que va a seguir siendo así. Entiendo que en la Casa de las Ideas este tipo de
crossovers son precisamente para atraer lectores a ambos títulos, pero en mi caso ha sido algo puntual. Aunque lo entiendo, en cierta forma me molesta cada vez que hay un cruce de estos en una de las colecciones que sigo, tampoco me ha gustado que hayan concluido la saga con un
cliffhanger. Por otra parte, si bien es cierto que la relación padre e hijo es posíblemente de lo mejor de la saga, también tiene aspectos que no me terminan de convencer como este giro final. Tampoco termino de entender como en los primeros compases de la historia los personajes debaten sobre la existencia de la Contra-Tierra, algo que no debería suscitar ninguna duda en el Universo Marvel. Esto es algo que me ha descolocado bastante, además de ofrecer un punto de arranque algo extraño para la propia historia, ya que no solo hay cierta tensión entre vengadores y exvengadores, sino entre los miembros de ambos grupos por algo que no tiene demasiado lógica en el Universo Marvel. en definitiva, otro trabajo muy soso de Waid, que prácticamente se despide aquí, aunque también tendrá su papel en la macrosaga Sin Rendición, que será el siguiente punto de la serie. Desde luego, así es complicado valorar nada, porque durante unos meses parece que los vengadores solo avanzan a golpe de evento, macrosaga y
crosover, recordándonos los excesos de los noventa, pero veinte años después. Terrible y totalmente desesperanzador...
Por último, destacar dos aspectos de este bloque. El primer de ellos es que entramos en Marvel Legacy, lo que para la Casa de las Ideas es un regreso a las esencias y al legado d la editorial, pero que como bien explica Julián en uno de los Spot On esto va a ser ligeramente diferente dependiendo del editor y el guionista de cada cabecera. Está claro que aquí tenemos un guiño a los setenta, pero también a los ochenta, pero curiosamente con una estética de los noventa. Una amalgama de conceptos que la verdad es que no termina de funcionar muy bien en este caso concreto. En el apartado gráfico tenemos a Jesús Saiz y varios artistas españoles como Javier Pina para la cabecera de los Héroes más Poderosos de la Tierra, que dejan atrás el tono disruptivo de Mike del Mundo. Sinceramente, el cambio es positivo, pero el resultado tampoco es que mejore una barbaridad. hay demasiados altibajos, aunque Saiz hace un buen trabajo en general. Me gusta, sobre todo porque tiene cierto tono clásico. En los campeones tenemos a uno de los dibujante más malos que tenemos que soportar en la actualidad, Humberto Ramos, que también contribuye a que los guiones de Waid transmitan menos de lo que ya lo hacen. Es un auténtico horror, y yo sigo pensando como alguien capaz de dibujar así no solo se dedica a hacerlo de manera profesional, sino que además lo hace en una de las principales editoriales del cómic
mainstream, y hay hasta quien tiene el valor de alabar semejante atrocidad hacia cualquier disciplina artística. Solo he tenido que sufrirlo tres números y me han parecido toda una eternidad. No obstante, debo agradecerle su labor a Ramos, que así es imposible que me de por continuar las aventuras de los Campeones. No hay mal que por bien no venga...