Como persona que se dedica a esto y a la que pagan por escribir y definir a ciertos personajes icónicos:
-Siempre, SIEMPRE, voy a estar en contra de que se mezclen la vida personal y la laboral. Me da igual que uno haga pan o escriba libros. No debería haber diferencia; un trabajo es un trabajo (excluyo docencia, pero con casos analizables uno por uno, sin generalizar).
Ya hubo revuelo con el tema de Orson Scott Card. Me importa una mierda que el tío sea un homófobo intolerante. Quiero que el hombre trabaje y se gane la vida en lo profesional, porque como escritor, hace bien su trabajo. Distinto sería que hiciera APOLOGÍA clara de esa homofobia, pero es que aún así, tendría que ver el caso concreto. Un escritor tiene derecho, aunque sea un gilipollas retrógrado, a llevar a cabo su trabajo. Y a crear los personajes y temas que crea conveniente, reflejen o no su particular visión del mundo.
Ergo:
-NO a que expulsen a alguien de su puesto de trabajo por ser racista, homófobo, idiota o gilipollas. Distinto es que esa persona sea racista u homófoba en su puesto de trabajo. Pero mientras se calle y tenga su opinión en su casa, no a la discriminación. Combatir fuego con fuego es mala idea.
-Si incurre en delito penal, habría que ver el delito, y aún así, supuestamente, una persona culpable debería ser capaz y debería permitírsele que fuera capaz de ganarse la vida una vez haya cumplido con la sociedad. A ver si vamos a estar como en Los Miserables.
Si el día de mañana me echan de alguna editorial o publicación por ateo, por ir contra los valores cristianos en mi vida privada, o estar en contra de esas enseñanzas, montaría el pollo y denunciaría a mis empleadores. Porque mi vida privada no deber juzgarse en mi puesto de trabajo.
Del mismo modo, si soy gay, rojo, negro, mujer, o lo que sea, me importa un pimiento trabajar con un homofobo, fascista, racista o machista, tanto en cuanto SE COMPORTE debidamente en su puesto de trabajo y me respete, no me ofenda, ni me haga partícipe en horario de trabajo de su asquerosa forma de pensar. Pero en su vida privada que piense y opine como quiera. No voy a pedir que lo echen porque sepa como piensa realmente.
Esto de la vox populi y el clamor popular en la era digital da un miedo de cojones.
De demagogos a indignados de red social a turba de linchamiento hay un paso.
Y no me parece. Ni cuando nos la hacen a nosotros (ateos, izquierda, blabla) ni cuando se las hacen a ellos (homofobos, creyentes, blabla).