Y además esta el estigma de que "segundas partes nunca fueron buenas". Hubiera hecho, lo que hubiera echo Pizzolato. Si hubiera realizado algo relativamente parecido a la primera temporada todo el mundo le hubiera echado en cara su repetición, si cambia, como ha hecho se le culpa justamente de lo mismo.
Es que ahí radica precisamente uno de los principales problemas: que la serie no se ha alejado lo suficiente de su primera temporada. Que la sombra alargada de Fukunaga, Rust y compañía ha terminado fagocitando a la nueva, todo porque Pizzolato no ha sabido encontrar un equilibrio.
Porque lo peor no es que no se haya alejado lo suficiente. Lo peor es que muchos elementos son repeticiones de la primera temporada que rayan en el plagio. Y podemos empezar a citar:
- elementos estéticos y temáticos: los asesinatos casi rituales, el sexo y su enfoque muy similar, la corrupción de las altas esferas y su involucración, la desaparición de chicas jóvenes, ese tono casi onírico y sobrenatural por momentos, la pretensión de que la ciudad y el paisaje sean un personaje más...
- planos y secuencias durante los primeros episodios que Lin toma directamente de Fukunaga: los planos aéreos, los planos del protagonista desde un extremo de la mesa como esa primera reunión de Farrell con su abogada, las conversaciones en el coche...
- desarrollo de la trama descaradamente plagiada de la primera temporada: y no sólo me refiero al comienzo de todo (con un asesinato en circunstancias macabras y con un evidente simbolismo, entre otros aspectos), sino a la modificación del
statu quo que acontece superado el ecuador de ambas temporadas, y que es idéntico, como ya comenté mensajes atrás (tras un lapso de tiempo en el que el caso queda cerrado antes de tiempo y con unos acusados ya fallecidos que no eran los verdaderos responsables, uno de los investigadores sigue con remordimientos e intenta convencer al otro de reabrir el caso, a lo cual éste último se opone en un principio al abrigo de una conversación de bar, tras la cual, y por motivos familiares, decide pensarlo mejor y redimirse de esta forma).
Sí, sobre el papel la historia tiene lugar en otra ciudad, con otros personajes y blablabla. Pero, en la práctica, es más de lo mismo. Y peor, bastante peor.
Peor porque, por una parte, esa falta de originalidad es patente, alarmante en alguno de los casos que comento como el del desarrollo de la trama, además de haber metido con calzador y a la fuerza muchos de los elementos que diferenciaron e hicieron especial la primera temporada, sin que terminen de funcionar.
Peor porque, por otra parte, los pocos elementos innovadores u originales que introduce Pizzolato suelen ser totalmente fallidos. Sin ir más lejos, los personajes: una Bezzerides sosa y poco interesante, un Frank Semyon nada creíble y que resulta más una caricatura que otra cosa (y buena parte de culpa corresponde también a la deficiente interpretación de Vaughn), un Farrell impredecible y confuso que en ocasiones resulta una veleta... El único personaje más o menos equilibrado, interesante y coherente resulta Paul Woodrugh, y del cuarteto protagonista es el que menos aparición tiene. Y si hablamos de desaprovechar personajes, pues ahí tenemos a secundarios como el alcalde y, en menor medida, el psicoterapeuta, cuyas intervenciones han sido meramente anecdóticas.
Y otro de los elementos que podía enriquecer mucho la serie y suponer realmente una novedad que era el de la corrupción, tanto del poder, de las clases gobernantes o del cuerpo policial (incluyendo aquí también esa dinámica y juego tan interesante que se apuntó en los primeros episodios en relación al conflicto de intereses entre los diferentes cuerpos de seguridad involucrados en la investigación). Pues bien, ¿en qué ha quedado todo eso? En nada. Absolutamente nada. Simplemente se apuntó, para pasar de puntillas por ahí y no profundizar lo más mínimo. Vuelta a los asesinatos, las desapariciones de las jóvenes, los rituales sexuales, el simbolismo y todo lo ya visto. Exactamente lo mismo que en la pasada temporada.
Ojo, recordemos que desde el comienzo Pizzolato nos había vendido la temporada como "la historia secreta de la red de transportes de los Estados Unidos", o algo así. Ya. Pues todavía sigo esperando que se trate lo más mínimo ese tema, o que se profundice algo más allá de ver a Vaugh dar vueltas y más vueltas en conversaciones totalmente banales y superficiales que no llevan a ningún sitio acerca de ese "corridor" , y de lamentarse una y otra vez que el tal Caspere se la jugó. ¿Y esa es la "historia oculta de los transportes"? ¿Dejarnos ver y repetirnos una y otra vez que el dinero sucio de los malos puede acabar en cualquier sitio? Pues vaya genialidad, no podía ni imaginarlo... Y ahí se queda la cosa.
Así que a Pizzolato le echo en cara justamente lo contrario: que no se haya atrevido o haya sabido crear algo verdaderamente original. De hecho, yo hubiera sido el primero que hubiera aplaudido el que hubiera roto totalmente y de verdad con lo anterior. Aunque hubiera fracasado estrepitosamente. Pero, al final, se ha quedado en tierra de nadie, no acertando ni al aprovechar lo bueno de la pasada temporada ni al introducir algún elemento nuevo. Se nos vendió como algo nuevo, y al final, nada de nada. Esa supuesta novedad se ha quedado en la superficie.