He leído
Coleccionable Ultimate Nº 45: Ultimate X-Men Nº 10: Norte magnético.
Con este tomo llegamos al final de la etapa de Brian K. Vaught al frente de la colección. Un periplo en el que el autor me ha dejado con un buen sabor de boca. La clave reside en que es capaz de utilizar con mucha habilidad los recursos que ofrece la franquicia mutante para moldearlos a una versión tan definitiva como diferente. Además, utiliza herramientas similares a las que empleara el patriarca mutante en la década de los ochenta sin perder de vista que estamos en un nuevo siglo más moderno.
En esta entrega, el autor pivota todas sus tramas sobre dos bases fundamentales: el desarrollo de los personajes y las relaciones establecidas entre ellos. Bajo mi punto de vista, la interrelación de los protagonistas es el tema más acaparador, aunque va íntimamente ligado al otro concepto, sobre todo en personajes como Pícara, que brilla con luz propia en el primer anual de la serie, el cual sirve de punto de partida para este tomo. Pero, como decía, no hay que perder de vistas esas relaciones y el triángulo amoroso formado por Juggernaut, Gambito y la propia Pícara. Además de aprovechar la ocasión para atar cabos sueltos, quizá otra de las características de este tomo. De ese modo, el autor deja vía libre al siguiente guionista.
A continuación, tenemos la historia principal del tomo, donde el gran protagonista es Magneto. Vaught vuelve a poner en el tablero de juego al eterno enemigo de Xavier, mostrando una versión en las que las motivaciones del villano están a la altura de su carácter. Si bien se hace un especial énfasis en su habilidad como estratega, lo cual queda perfectamente reflejado en la fase final de la historia.
Una vez más, salen a la palestra las relaciones. El mismo Eric tiene una muy especial con Xavier, pero aquí destaca su relación con Mística. En los componentes de la escuela tenemos diferentes parejas que reclaman su atención. Jean y Scott, los cuales ven aparecer una chica del pasado de Cíclope, Polaris, que ahora sale con su hermano, Kaos. Además, ambos hermanos tienen una rivalidad añadida, que se extiende a los alumnos de la escuela dirigida por Emma Frost, curiosamente antiguo rollete de Xavier.
Como si de una revista de papel cuché se tratara, la relaciones van y vienen en una mansión donde las hormonas se encargan de mantener las emociones a flor de piel. Kitty y el Hombre de Hielo viven una tórrida relación similar a una montaña rusa, en la que nadie sabe a ciencia cierta quién está con quién, pero sobre todo cuando. Coloso hace de tripas corazón y admite su homosexualidad, aunque de una manera tímida y recatada, mientras Alison y Warren, aislados del resto del grupo, viven su relación al margen de las reglas preestablecidas. Es decir, desobedeciendo en todo lo posible al profesor Xavier.
Posiblemente alguno piense que no quede tiempo para otras cosas, pero Vaught combina perfectamente todas estas relaciones personales con el motor que impulsa cualquier colección mutante: la lucha por la igualdad y el sentimiento de rechazo. Dos valores superpuestos entre esta amalgama de sentimientos adolescentes, que los involucran en una guerra social, potencialmente sumergido por el gobierno. Ahí es donde entra Nick Furia y su agencia gubernamental, los cuales intentan controlar, en todo momento, a aquellos con un poder especial que pueden suponer un riesgo para los demás. Responsables del encarcelamiento de Magneto
Sorry but you are not allowed to view spoiler contents.
En definitiva, aquí termina la recopilación de una serie que ha vuelo a congraciarme con los mutantes, los cuales nunca suscitaron demasiado interés tras la marcha de Claremont, quizá porque nadie supo darle ese punto que a mí me gustaba. Ahora Millar, Bendis, posteriormente, y Vaught en esta recta final, han conseguido hacerme disfrutar de unos personajes a los que no me importa darle el marchamo de definitivos.
El aspecto negativo recae en el dibujo. Tom Raney está muy flojo e irregular en el anual, pero Immonen está horrible en todos los números. Casi me ha costado reconocerlo en estas páginas. Nunca ha sido un dibujante que me haya gustado en exceso, pero éste me parece uno de su peores trabajos con diferencia. Si no fuese por los guiones de Vaught, estos tebeos serían bastante mediocres.