"Nightmare Alley" (Edmund Goulding, 1947)
("El callejón de las almas perdidas")
Tras el magnífico comentario de Essex de una de las grandes obras de su época, no por obvia menos genial, me gustaría recomendar otra joya desconocida que requiere de una reivindicación firme, rotunda y sin paliativos. Es cierto y conocido, para cualquiera que se haya molestado en investigarlo superficialmente, que el Hollywood de la edad dorada ofrece un insondable océano de clásicos impepinables, obras maestras absolutas y grandísimas películas. Demasiados títulos como para recordarlos todos, siquiera fugazmente. Ciertamente, la Historia no ha hecho justicia con muchas de esas películas. Se han convertido en la joya de la corona a descubrir por aficionados y críticos que no se conforman con todo lo establecido, y tienen a bien investigar por su cuenta y formarse un criterio propio.
Sin más dilación, damos la bienvenida a Edmund Goulding y al infravalorado Tyrone Power, director y protagonista de "The Razor's Edge" (1946), satisfactoria película acerca del inconformismo espiritual que azota a un joven en la frenética sociedad de su época. Tan sólo un año después presentaron en sociedad la que, en un mundo justo, debería figurar entre los visionados obligados de todo aficionado al séptimo arte.

El protagonista de esta historia es Stan, un seductor charlatán que trabaja en un circo ambulante realizando números de adivinación. Sin escrúpulos y sin moral, (pero sin que la película le juzgue), saca partido de una desgracia que se le revela como un gran golpe de suerte y consigue llegar a lo más alto, actuando por su cuenta en los más prestigiosos locales de la gran ciudad. Stan sabe rodearse de los colaboradores adecuados y su audacia e innegables dotes interpretativos le ponen el mundo a sus pies. Stan adivina lo que los asistentes a sus espectáculos llevan en sus bolsillos. Sus números de teléfono, el lugar donde viven, el nombre de su primer amor... Es el desgraciado que ha cambiado su suerte y está dispuesto a sacar partido a la situación. Su ambición no conoce límites, por lo que no titubea en doblar la apuesta y afirmar rotundamente que puede comunicarse con los muertos...

"Nightmare Alley" es una película turbadora, abrasiva y apasionante. Cuenta con poderosas escenas que se graban en la retina y otras tremendamente ambiguas que estimulan la imaginación de formas terribles. La película se torna en un maravilloso laberinto que se sumerge en el cine noir, el drama y el fantastique, tomando y filtrando de esos géneros sólo lo que la historia requiere. A la acertada mezcla de géneros y lo insólito del argumento se suma una fotografia soberbia y absolutamente magistral, que retrata atmósferas y lugares que ya no se olvidan, consiguiendo una sensación de opresión absoluta, no ya en los ambientes cerrados si no, insólitamente, en los espacios abiertos.
Ambientes ensoñadores, oníricos e irreales que contrastan con el resultado final, un film que se siente terriblemente vivo y cercano, totalmente alejado del delicioso manierismo del noir y del natural distanciamiento hacia el fantastique, creíble hasta el delirio, en el que las imágenes duelen y el horror, apenas insinuado, se palpa con la punta de los dedos, y que se ve recorrido de principio a fin por la omnipresencia del mal, la fatalidad del destino y el abismo de la locura.
Es una película que gustará especialmente a aquellos que detestan a ese "espectador de al lado" que intenta adelantarse a los acontecimientos que van a suceder y que es incapaz de sentirse embrujado por el arte del cine y dejarse llevar por una narración apabullante. Quien quiera creer, creerá. Por supuesto, recomiendo el verla totalmente solo, a altas horas de la noche y sin haber leído ni una sola coma de más al respecto de su argumento.
Saludos
