Estamos en el año 1991.
Falta poco para que todo se vaya a tomar vientos en un sector sumido en crisis, pero por un breve momento, parece que las vacas gordas durarán eternamente y que la especulación y los héroes haciendo posturitas durarán eternamente. Años después, veríamos que se equivocaban.
Este es EL cómic. Representa una época, no para hacer la gracia y caricaturizar un periodo, sino como firme valedor de un estilo concreto que en aquellos tiempos subyugaba a lo mejor de cada casa. Hoy en día decimos muchas cosas, algunas más o menos plausibles, pero si entonces no te gustaba Jim Lee, tenías un problema. Eras "el tío raro ese al que no le gusta Jim Lee".
El fin de la era Chris Claremont tras 16 años de servicio, el relevo de los dibujantes sobre los guionistas -craso error que hipotecó el mañana-, y el cómic que batió todos los records. Hubo otros, pero este, era el rey de aquel erial. Y durante un tiempo, pareció que funcionaba.
Influenció a otras colecciones, implantó un estilo y vestuario que duraría una década, inspiró la serie animada, mil versiones de muñecos y merchan... Por no hablar de que vendió 8 millones de copias, algo absolutamente bestial, que hoy parece un sueño. Y ese que se dieron factores -buenos y malos- que harían irrepetible un éxito como aquel -Eso sí, los especuladores se lo comieron-.
¿Qué os suelo decir? Que normalmente valoro la historia de la portada. Sí la tiene, claro.
Pues bien, esta portada es historia del cómic Marvel, igual que lo es el FF 1 o el Amazing Fantasy 15. Esta es una portada que todos hemos visto, y que cualquier aficionado conoce instintivamente.
Técnicamente, ni las posturitas, ni las miradas a cámara, ni los alardes de fuerza tienen el efecto que tuvieron...aunque sigo sonriendo cada vez que veo el "chaquetas para todos", las chicas espectaculares (que se lo digan a Cíclope con Betsy) o los "tíos duros".
Una portada de las más importantes -para mí- de lo que significaba y significa
Marvel X-men
UN 10