He leído
Universo-X, una historia absoluta, una historia de
todos.
En Universo-X todo es una mentira. Todo es una ilusión, expuesta a una interpretación metafísica sin más validez que la que sus personajes quieran otorgarle. No hay reyes, ni dioses, ni hombres. Solo una amalgama de personajes que antaño fueron héroes, convertidos ahora en una misma masa mutada, ni viva ni muerta, ni hombres, ni dioses.
En Universo-X todo forma parte de algo mayor. Y es ese propósito último el medio y el fin. Las piezas pequeñas están ancladas unas a otras, formando un inmenso tapiz. Pero no hay individualidad. Los héroes ya no son héroes. Sus pequeñas luchas han dejado de tener sentido. El bien y el mal, el sacrificio y la salvación, tampoco tienen cabida ya en este nuevo orden. Aquí todo es todo y nada tiene entidad propia. Los mutantes han dejado de tener un significado, ya que ahora todos son mutantes, y esto puede extenderse a todos los que alguna vez tuvieron un sentido, diluido ahora en las ideas de entropía y existencialismo que ahogan el pulso narrativo del niño mesías, este Mar-Vell que se arrastra incansablemente arrancando la esencia de los héroes para convertirlas en piezas de un puzzle, para un juego mayor. Un juego mayor, y mucho más aburrido. Uno en el que los hombres ya no importan.
En Universo-X todo villano es un héroe perdido. Siempre hay una cara, antaño amiga, tras el rostro de la desesperación. Cada enemigo fue un amigo, no hay sitio para la creación, todo ha de ser reutilizado. No hay paz para los héroes. No en este mundo, ni en el otro. Las piezas del puzzle de Mefisto, de Cráneo, de cada decisión extraña y retorcida forjada en este extraño mundo que dictan Alex Ross y Jim Krueger por boca de Mar-Vell y los últimos combatientes no muertos, han de encajar, aún a costa de deformar la propia pieza. Todo es un golpe de efecto, todo una sorpresa que aburre.
En Universo-X todo es explicación. Pero no hay comprensión. La historia fagocita a muchos de sus personajes a un ritmo aún mayor que el de los villanos. Sus creadores juegan con juguetes de los que saben perfectamente cada resorte, cada articulación, cada botón, pero a los que no comprenden. Hay mucho maltrato en este canto de amor al Universo Marvel. Mucho afán megalómano de aunar en una misma gesta algo que es imposiblemente complejo. No hay verdadero amor por los personajes. No por muchos de ellos. Solo pinceladas, confusas y distorsionadas, sacadas al azar de una ficha descriptiva que no sustituye décadas de seguimiento y lectura incondicional. Para amar a un personaje hay que acompañarlo, sufrirlo, llorarlo. Solo se puede hacer un canto, una oda, un homenaje, de lo que se comprende. Y solo se comprende lo que se ama.
En Universo-X todo es colectivo. No hay identidad. No hay personas. No hay historias. Ha dejado de tener interés si Peter caza al ladrón. Si Logan sucumbe a la bestia. Si la justicia callejera de Matt Murdock supera a la divina. Todas las pequeñas historias han muerto. Solo hay sitio para las grandes. Para la grandilocuencia. Para la muerte del alma, para los planos plegados de la existencia. Para el bucle eterno. No hay amor de verdad en una resurrección de carne. No hay perdida en una muerte con conexión telefónica continua. No hay vida sin muerte. Aquí todo es tan grande, que todo deja de importar.
En Universo-X todo es reflexivo. Donde debería haber acción, hay narración. Donde debería haber dolor, hay explicación. Donde debería haber perdida, hay aceptación. Capítulo tras capítulo, introducción tras introducción, repetitiva enciclopedia tras otra de historias que ya conocemos, y que son resumidas de forma insistente e insatisfactoria, sintetizando vidas y cambios que han ocupado décadas en unas pesadas lineas que justifiquen lo que el personaje va a experimentar en la página siguiente. Cada introducción no es una historia, sino una excusa. Un recurso narrativo, una red por si todo falla.
En Universo-X todo es más que nada, y nada, es humano. No hay héroes, todos llevan mucho tiempo retirados o muertos, o vivos y desnaturalizados, o en el espectro opuesto de lo que alguna vez fueron. Pero por encima de todo, en Universo-X no hay X-51. Y este sea quizás su mayor error. No hay superación humana. No hay hombre dentro de la máquina. No hay tormento, no hay lucha. No una de verdad. No hay una confrontación que de verdad nos interese. Con las perdidas de protagonismo de Reed Richards, Aaron Stack y Steve Rogers, todo se ha perdido. Mar-vell no es humano. Es un niño-dios-mesías que no refleja nuestra humanidad, nuestra fragilidad. Nada importa. ¿Por qué habríamos de sufrir nosotros, lectores de carne y hueso, por personajes irreales que sientan o padezcan, no son los protagonistas de su historia? ¿Qué sentido tiene para nosotros la entropía, la muerte como entidad, la personificación de los dioses en un interminable bucle de personajes divinos que creen tener potestad sobre esa diminuta mota de polvo, y que juegan partidos tan elevados que ni nos van ni nos vienen, y en los que sin embargo se nos supone una importancia capital? ¿Qué interés tienen las muertes dentro de las muertes, las resurrecciones multitudinarias, las balanzas del universo que transgreden y deforman nuestra propia humanidad?
¿Es Universo-X una mala lectura? No del todo. Ni mucho menos.
Pero tan alejada del núcleo del héroe, de lo que hace funcionar a estos personajes de papel y colorines, tan farragosa, densa y pretenciosa, tan retorcida en una trama imposible que pretende ser mas grande que la misma vida a través de unos personajes de ficción que se quedan en el folclore al no tener espacio suficiente para ser personas, tan hinchada, que dista mucho de ser una buena historia.
Habría que quitar páginas y páginas, tramas y subtramas, para encontrar algo verdaderamente bueno. Los momentos de épica, de verdadera importancia, de que ocurra algo, de construcción en lugar de contemplación de los cimientos, son tan escasos, que me es imposible pensar en ella como algo más que un enorme catálogo de posibilidades encilopédicas, que gracias al cielo, jamás se harán realidad.
Todos los aciertos que Tierra-X ostenta, han desparecido aquí. Todo lo que funcionaba se ha hecho repetitivo, todo lo que estaba bien cerrado se ha mal abierto. Todo lo que hacía grande a la historia del robot humano, del héroe incansable, del ser humano roto, se ha perdido.
En Universo-X lo tenemos todo. Y todo resulta ser otra de esas partidas de ajedrez maniqueas entre personificaciones antropomórficas, que se disputan un mundo que no comprenden. Una representación primitiva y pueril, el escalón más bajo de la reflexión existencialista.
Universo-X es tan
todo, que queda prácticamente en nada.
He leído Universo-X. Y en ese nuevo cielo que dicen estar construyendo, no creo que haya nada para mí. Que dios me perdone.
-----------------------------------------------------------------------------------------------------------
Sorry but you are not allowed to view spoiler contents.