tras la puesta en marcha de Imposibles Vengadores , debería hacer que los escépticos los viesen como los héroes que son más allá de las razas, a los radicales no los van a cambiar, está claro
Pero solo por un tiempo. Como la Edad Heróica, como la Patrulla-X de San Fran.
El día que elimines el "temidos y odiados", te cargas la serie.
Lo último que quiere un autor, fan o lector, es que los X-Men sean aplaudidos o admirados.
Ya lo dijo Claremont "nunca hay que dar a los personajes lo que desean. Menos a los lectores".
Puede parecer que ambos queremos que sean considerados héroes, pero es lo último que yo querría.
Porque además, eso de los buenos contras los malos ya no interesa a nadie de más de 15 años que acabe de llegar a la industria.
Creo que ese concepto quedó desfasado en los años 70, muerto y enterrado. Lo enterró Miller, y Moore, y Demmaties, y muchos más. La época dorada es un reducto extraño de mentalidades del siglo pasado, con héroes que se comportan como un muñeco de cartón piedra. No son personas, son caricaturas, algo en lo que caen muchísimos personajes de cómic. Buenos, buenos y malos, malos. Nadie quiere ya héroes perfectos, modelos que no existen y que crean historias que se asemejan más a un manual de la DGT o los boys-scouts. Nadie quiere a un tío en calzoncillos como ejemplo de nada.
Lo que queremos son matices. Historias. Fallos. Errores humanos.
Muchos desprecian a los Fraction, Bendis o Brubaker por no ser capaces de escribir historias de superhéroes y punto. Pero es que precisamente son los escritores como ellos los que han hecho que el medio avance. Y sí, sí que han inventado la rueda. Porque podían haberse dedicado simplemente a copiar, a ser continuistas, y en lugar de ello, experimentaron con el medio y lo ligaron a otros géneros a veces poco habituales en estas cabeceras.
Porque si el Capitan América de Brubaker ha triunfado, no es porque sea una historia de superhéroes, eso está claro.
Porque hoy en día nadie quiere leer el tipo de historias que algunos añoran.
Lo siento si alguien no se ha enterado, pero el género de superhéroes como tal, ese concepto de los Pow!, Crash, cuatricomía, personajes vestidos cogiendo el autobús, comiendo en restaurantes, salvando el día, sin apenas retazos de vida civil o social, esas luchas contra el mal, en el que el mal es el mal y el bien es el bien, esa héroe maniqueo que suele hacerlo todo bien, esos superamigos del alma, todo eso, se ha ido para no volver y deberíamos dar gracias. Porque además, son muy pocos los elegidos capaces de hacer verdaderas obras maestras con ese material. Muy pocas obras maestras absolutas surgieron en los años dorados. Muy pocos tebeos Marvel puedes recomendarle a un lector adulto que vaya a tomar contacto con esas historias por primera vez, por más que tenga las pelotas arrugadas de leer a Joe Sacco.
Y sin los Roger Stern y Chris Claremont de este mundo, en un mundo que adora a los superhéroes como las revisiones mitológicas que son, pero que para trasladarlas a la narrativa moderna, y más a un paisaje reconocible y urbano, o a unos problemas reales, no tiene sentido pedir a unos creadores con cuarenta años menos que recreen algo desfasado y que no conocieron. Algo que el gran público no demanda, algo que la propia narrativa ha dejado atrás. Los bocadillos de presentación interminables, los soliloquios que expresan lo mismo que vemos en la viñeta. Bien o mal hecho, muchos de estos recursos no son válidos ya. Como la actitud de ciertos héroes que parecería irreal a ojos de los lectores. No es lo mismo tener a Gokuh levantando las manos por la humanidad en el planeta Namek, que a un puñado de tíos más buenos que cristo en medio de la suciedad de New York. El naif, excepto como recordatorio melancólico, no es estimulante.
Yo al menos no lo encuentro estimulante.
Hoy en día, una historia así no resulta atractiva para nadie. Excepto el núcleo duro de seguidores que sigue enamorado de esas historias de hace 40 años que leyeron en su juventud. Pero es necesario avanzar. Es necesario cambiar. Si no, llegará el día, si no ha llegado ya, que en esto de Marvel solo quedaremos treintañeros y cuarentañeros, leyendo siempre las mismas historias.
En ese sentido opino como Bill Jemas: "No se puede ser tan friki". Que le den a la continuidad. Que le den a los conceptos de héroe. Hay que hacer buenas historias. Para chicos y no tan chicos. El universo Ultimate de Spider-Man fue todo un acierto. Era extremadamente necesario. En vez de revolcarnos una y otra vez en la retrocontinuidad, para hacer cambios y cambios sobre un material que muchas veces solo conocemos un puñado, haz algo nuevo. Juega. Trae a Morrison. A Millar.
Y mira quienes son los que triunfan. Una pista; no siguen las reglas. No te presentan a los Vengadores de Roy Thomas o Kurt Busiek. No te dan un grupo de chico bienintencionados y bonachones, esculturales y de sonrisa diez. Por más culebrones que metas dentro, por más botellas de alcohol o triángulos amorosos. Eso ya no funciona.
Echemos un vistazo a los grandes clásicos modernos. ¿Cuales han sido? En mi opinión solo 2. Solo hay 2 obras en estos últimos 13 años, que tengan la grandeza del pasado, se hayan adaptado bien al futuro, hayan tenido éxito y su calidad las haya hecho destacar por encima de los demás.
Una es el Spiderman vuelta a casa de JMS.
La otra es el Astonishing X-Men de Whedon.
¿Y en Vengadores? ¿Que hay de ese grupo que combatía amenazas cósmicas embutidas en calzonas de pádel y polos pijos?
Pues según algunos -poco, muy pocos- seguidores, no hay grandes historias de Los Vengadores ya. Hay que retrotraerse muchísimo para encontrar una Obra maestra incontestable. Porque lo de ahora no gusta. Tienen éxito atroz los Ultimates, los Bendisdores, Los Vengadores Oscuros. Pero ni una sola representación del concepto de boy-scout ha estallado al nivel de las historias antes mencionadas.
Muy posiblemente, aunque todo sea cíclico, diría que nosotros no las vamos a ver.
A eso me refiero con los conceptos de Spider-man o X-Men. Hay una manera de hacer la vieja magia, porque el concepto es extremadamente adaptable. Se pueden hacer historias de ayer, hoy, y que no solo no queden ridículas, sino que se alcen como grandes éxitos y fan favourites.
¿El concepto de supregrupo del siglo XXI? Sí, lo tienes ahí mismo.
Se llama Ultimates. The Boys. The Authority. Kick-Ass 2. Bendis. Millar.
Porque para usar ese concepto de unión, para engrandecer el concepto de side-kick hasta las últimas consecuencias cuando un puñado de tíos decide reunirse, ha habido que darle la vuelta al concepto como un calcetín, para que el lector lo aceptara y funcionase.
Y mirando las ventas de cómics, películas, merchan y de que grupo es el que reparte el bacalao hoy día...ha funcionado de puta madre. Y solo han tenido que desechar su pasado para ello.