No te escaquees Taneleer Tivan, si hubo la ley de vagos y maleantes en España imagina la condena en Megacity...
Ante un argumento disuasorio tan convincente, no queda otra sino respetar la ley.
Pues a ver, haciendo una revisión de los primeros meses de esta época, la verdad es que 1987 comenzó de la misma manera que había terminado el año anterior, historias cortas de uno o dos episodios de duración, llenas de sátira y de aplicación de la Ley. Es posible que Wagner y Grant empezasen a ir en piloto automático en este periodo previo a su separación, pero también es verdad que aún les quedaban en la manga una serie de historias que se acabarían convirtiendo en auténticos clasicazos a través de sus posteriores reediciones.
Una de ellas fue
el Taxidermista (Progs. 507 a 510), cuatro sorprendentes e hilarantes episodios dibujados por Cam Kennedy que presentaban a Jacob Sardini, un verdadero apasionado de su trabajo: la taxidermia humana, reconocido arte para el que se exigía un elevado nivel de preparación y que había llegado a ser considerado deporte megaolímpico durante varias décadas; de hecho, el anciano Sardini incluso había llegado a ganar la medalla de bronce durante las MegaOlimpiadas del 2082. Con este planteamiento previo, la historia suponía una nueva visión de aquella escena del Padrino en la que Don Vito encargaba al funerario Bonasera que embalsamase el acribillado a balazos cadáver de Santino, salvo que en esta ocasión lo que Sardini recibía era el encargo de llevar a cabo su trabajo sobre el hijo del gangster y los hombres que le habían matado, disponiéndolos a todos en una heroica escena a modo de pose final. El problema radicaba en que alterar el escenario de un crimen es ilegal en MegaCity, lo que producía la entrada de Dredd en el asunto.
Otra de esas historias destacables fue
la Hora del Lobo, la saga veraniega de Cassandra Anderson que apareció publicada durante los meses de Mayo a Julio de aquel año y a lo largo de los doce episodios que aparecieron en los Progs. 520 a 531, conformando un total de 62 págs. Dibujada por Barry Kitson (1-10) y Will Simpson (11-12), lo primero que hay que mencionar es lo curioso que resultaba observar como al igual que había ocurrido con
Judge Death Lives y su continuación en
4 Jueces Oscuros, la secuela más directa de la otra gran saga escrita a principios de los ochenta por John Wagner y Alan Grant, es decir,
la Guerra del Apocalipsis, estuviera también protagonizada por la Juez Anderson.
Otra curiosidad era la manera en que encajaba el título de la historia con lo que sucedía a lo largo de la misma. Obviamente, hacía referencia al lobo que aparecía en los sueños de Anderson, pero al mismo tiempo también parecía desprenderse un cierto paralelismo con determinadas supersticiones del folklore anglosajón, toda vez que
la Hora del Lobo es la hora situada entre la noche y el amanecer en la que según los mitos populares anglosajones y centroeuropeos, el lobo acecha a las puertas de las casas donde vive la gente. Popularizada por la película del mismo título de Ingmar Bergman, se supone también que es la hora en que muere la mayoría de la gente, cuando el sueño es más profundo, las pesadillas más reales y cuando los fantasmas tienen más poder. Algo de todo esto tenía su reflejo en la historia, no sólo porque la muerte rondaba la vida de Anderson durante aquella hora de la madrugada, sino también por las pesadillas que le advertían del peligro que corría la megaciudad.
La historia comenzaba cuando Anderson captaba un flash psíquico de un gigantesco lobo cerniéndose sobre la ciudad mientras patrullaba las Puertas del Muro Oeste de MC-1. La impresión psíquica también era captada por una ciudadana que respondía al nombre de Glenny Mexworth, sólo que esa no resultaba ser su verdadera identidad, como se descubría inmediatamente después cuando hundía el cráneo de su marido de un puñetazo en pleno rostro.
Como en los buenos clásicos del género de espías, del que la historia tomaba muchos elementos recurrentes procedentes de la Guerra Fría, Glenny se revelaba como una agente durmiente que llevaba cuatro años infiltrada en MC-1. Más tarde se descubriría que se trataba además de una Juez Psíquica de la antigua Mega-Este 1, como también lo eran los ciudadanos Josh y Ena Thurber, con quienes Mexworth contactaba inmediatamente después de matar a su marido. Siguiendo un plan establecido, los Thurber recogían el armamento que tenían oculto en su apartamento y tendían una emboscada a Anderson mientras regresaba de su patrulla.
Provocando una explosión, Anderson lograba salir con vida del atentado y obligaba a huir a los Thurber, cuyos verdaderos nombres resultaban ser Josef e Irina y ni mucho menos estaban casados, si bien la telépata acababa hospitalizada y sin conocimiento en la Unidad Médica durante los cinco episodios siguientes. A causa de lo sucedido, el Juez Supremo Silver ponía en alerta al Departamento de Justicia intentando averiguar quién había tratado de eliminar a su mejor psíquica.
Con Anderson fuera de combate, los acontecimientos comenzaban a producirse a través de los personajes que se iban incorporando a la trama. La falsa Glenny Mexworth, en realidad la Juez Psíquica Natasha Gulag, accedía y dominaba a uno de los Jueces a cargo del Iso-Bloque 41 con el evidente propósito de montar la fuga de uno de sus presos, mientras Josef e Irina continuaban el ataque contra Anderson al haberse determinado por los pre-cogs soviets la necesidad de su eliminación como condición para el éxito de la misión. Su segundo intento tenía lugar en plena madrugada, durante
la Hora del Lobo, mientras la telépata se encontraba inconsciente en la Unidad Médica. Tras darse la voz de alarma, varias patrullas al mando de la Juez Hershey iniciaban una persecución de los dos durmientes por las calles de MC-1 que concluía con su muerte. A pesar de todo, la falsa Glenny Mexworth cumplía su parte de la misión y conseguía liberar al misterioso preso del Iso-Bloque 41, que resultaba ser el más reconocido y peligroso de los antiguos Jueces Soviets, Orlok el Asesino, el responsable de desatar la
Blockmania sobre MC-1.
Anderson recobraba de manera súbita la consciencia al conectar sus pesadillas con la figura de Orlok. Ante la complicada situación que ahora se les planteaba, las contrapartidas soviets de Dredd y Anderson tomaban la decisión de separarse. La telépata atraía sobre ella la atención de los Jueces y resultaba capturada con vida, mientras Orlok abandonaba la megaciudad y se desvanecía sin dejar rastro alguno. Extraída toda la información de la que Gulag disponía, la propia Anderson advertía a Silver de la amenaza que suponía retener con vida a la peligrosa Juez Psi de los soviets, siendo Silver quien dictaba su sentencia de muerte. La historia concluía en algún lugar desconocido del mapa, donde Orlok juraba ante una multitud de seguidores su propósito de hacer pagar a MC-1 por la destrucción de sus hogares durante
la Guerra del Apocalipsis.
La historia, que a la postre serviría para consagrar a Orlok como una de las presencias más importantes en la vida de Anderson durante los años siguientes, concluía con un enigmático “El Fin... Por Ahora”. Sin embargo, cualesquiera ideas que tuvieran Wagner y Grant para continuar aquella anunciada trama sobre la venganza de los soviets, se verían truncadas por su separación al año siguiente. Alan Grant, que fue quien se hizo cargo de Anderson, la recobraría indirectamente en
Triada, pero sólo para hacerla desaparecer paulatinamente y centrarse más en el enfrentamiento entre Orlok y Anderson, siendo John Wagner el que de alguna manera la retomase doce años después, en el 2121, en
Doomsday for Dredd (Progs. 1141 a 1164).
En el mismo número en que terminaba
la Hora del Lobo, comenzaba su réplica veraniega por parte de Judge Dredd,
Revolución (Progs. 531-533), tres episodios publicados desde mediados de Julio a principios de Agosto y que con un total de 24 págs suponían la continuación de los hechos narrados en
Carta de un Demócrata, siendo además escrita con el propio John Higgins en mente a fin de que la dibujase con el mismo contundente resultado que la anterior.
Ambientada a mediados del 2109,
Revolución comenzaba mostrando cómo el sacrificio de Hester Hyman había inspirado a millones de ciudadanos para solicitar el regreso de la Democracia a MC-1, reclamando el final del Sistema Judicial y el regreso del poder a las manos del Pueblo. Los ciudadanos Blondel Dupre, Morton Phillips, Rosie Bethann y Kenzal Davitcek eran quienes aparecían como líderes de un movimiento que recibía además el apoyo de Gort Hyman, el marido de la difunta Hester, durante una televisada asamblea que era presenciada por millones de espectadores. En ella, Dupre convocaba a los ciudadanos de MC-1 a una marcha masiva hasta el Palacio de Justicia con el fin de exigir pacíficamente a los Jueces la devolución del poder a sus legítimos propietarios.
Ante la inminente y multitudinaria manifestación de los demócratas que iba a tener lugar, Silver declaraba a los medios de comunicación que los Jueces no eran tiranos que negasen a los ciudadanos su derecho a una reivindicación pacífica, por lo que se les permitiría manifestarse mientras actuasen dentro de la ley. Sin embargo, tan pronto como se quedaba a solas, Silver mandaba llamar a Dredd y le ordenaba reventar la marcha utilizando para ello cualquier medio que estuviera a su alcance, aún cuando estuviera por encima de la ley. Silver invocaba para ello el Acta de Seguridad de MC-1, que permitía a los Jueces actuar al margen de la ley cuando lo que estuviera en juego fuera la propia seguridad de la megaciudad. En definitiva, lo que Silver declaraba y Dredd ejecutaba, era un Estado de Excepción contra los demócratas.
De acuerdo con las órdenes recibidas, Dredd reunía su propio grupo de operaciones, del que también formaba parte la Juez Hershey, y adoptaba las medidas necesarias para que la Marcha Democrática resultase en un fracaso total. Aprovechando los cuatro divorcios de la ciudadana Bethann, sus apellidos se modificaban con el fin de imputarla cuatro delitos de bigamia que conllevaban su arresto inmediato, procurando que todos los medios informasen detalladamente de qué tipo de persona se hallaba al frente de la reclamación de sus libertades civiles. Igualmente, aprovechando una fotografía tomada durante una fiesta de disfraces, se filtraba la mediática noticia de que Morton Phillips era un antiguo colaborador de los Soviets, lo que provocaba que multitud de ciudadanos se congregasen ante su domicilio intentando lincharle. El anciano Davitcek recibía por su parte la visita de los Jueces en plena madrugada, acusándole de una chorrada que les permitía tenerle toda la noche en pie realizando fatigosos ejercicios físicos. Aún cuando Davitcek era liberado antes del inicio de la manifestación, el agotamiento le obligaba a abandonarla nada más comenzar. Por último, aunque nadie era capaz de encontrar cargos contra Gort Hyman, era Dredd quien le comunicaba que sus hijos iban a recibir el honor de ingresar en la Academia de la Ley dado el servicio proporcionado por su padre a la causa de la libertad. Ante un chantaje tan manifiesto, Hyman se veía obligado a retirar su apoyo a la manifestación y tampoco acudía a la convocatoria. Finalmente, con la ciudadana Dupre como única líder al frente de su causa, la Marcha Democrática resultaba reventada desde dentro al haber infiltrado los Jueces a varios miembros del Escuadrón de Wally entre los manifestantes, provocando violentos enfrentamientos con los Jueces que les proporcionaban a éstos la excusa necesaria para intervenir y disolver la manifestación de manera expeditiva y contundente.
La historia concluía con Silver proclamando ante los medios de comunicación que la democracia era un ideal del que había que proteger a los ciudadanos en aras de la propia seguridad de la ciudad, mientras Dredd y la arrestada Dupre se acusaban mutuamente de lo que había ocurrido y discrepaban frontalmente acerca de lo que era mejor para el pueblo.
Alan Grant, que pensaba que cualquier intento de suavizar a Dredd era perjudicial para el personaje, fue el principal responsable de
Revolución. John Wagner, por el contrario, estaba cada vez menos convencido de la idea de retratar a Dredd como un fascista del futuro. Las divergencias entre ambos escritores empezaban a estar cada vez más definidas, y de hecho, unos años más tarde, en el prólogo a la edición integral de
Oz, Alan Grant no tendría reparos a la hora de reconocer que era Wagner quien quería traer un mayor sentimiento de realismo a la historia y mostrar que Dredd aún tenía un lado humano, mientras que la presencia del propio Grant era la responsable de que la serie tendiera cada vez más a buscar una parodia de la realidad, favoreciendo un Dredd más siniestro y totalitariamente absurdo como el que había mostrado su peor cara en
Revolución. De haberse continuado por ese camino, el personaje posiblemente se hubiera acabado encontrando ante un callejón sin salida de difícil justificación.
Sea como fuere, y ya con Wagner a las riendas de la serie, la trama de la Democracia regresaría a principios de 1990 en
Una Carta para el Juez Dredd, donde los lectores podrían apreciar los sentimientos de culpa que rondaban por la cabeza de Dredd tras su papel en los acontecimientos que habían tenido lugar durante esta historia.
Apenas hubo terminado
Revolución, el episodio inmediatamente siguiente sería el que presentase a un villano destinado a convertirse en la gran némesis de Dredd en nuestros días, un pequeño cabrón disléxico de doce años que respondía al nombre de Philip Janet Maybe. Lo de Janet venía porque su madre hubiera preferido tener una niña.
Bug (Prog. 534), que podría traducirse algo así como Bicho, Insecto (o Sabandija, si el título iba por el propio P.J. Maybe) era una historia de ocho páginas a cargo de Liam Sharp que presentaba a otro de esos individuos peculiares que pululaban por MC-1, como bien podían ser los Fatties (Gorditos), el propio Marlon Shakespeare, o el recientemente aparecido Jacob Sardini, y que luego acababan convirtiéndose en un tema recurrente dentro de la serie. La peculiaridad en este caso consistía en que el pequeño PJ Maybe, con tan solo doce años de edad, era un asesino en serie verdaderamente excepcional.
La historia trataba sobre el misterioso asesinato de una pareja en el bloque Karen Berger. Los Jueces llevaban a cabo una investigación que no conducía a ninguna parte salvo a averiguar que se había utilizado un pequeño robot para cometer el crimen. Sólo los lectores descubrían que su autor era un Juve de 12 años al que su madre llamaba P.J. mientras le regañaba por botar la pelota dentro de la casa. Tal y como se prometía al final del episodio, el pequeño psicópata regresaría al año siguiente con motivo de sus vacaciones de verano, siendo entonces cuando se proporcionasen nuevos datos sobre sus ambiciones y su personalidad.
Sin embargo, antes de que P.J. Maybe regresase a la serie, Dredd se vería envuelto en la primera macrosaga tras dos años y medio sin aparecer ninguna en la revista. El inicio del otoño sería el que viese el comienzo de la publicación de
Oz, una macrosaga de 26 episodios de duración que traería consigo el SuperSurf 10, el regreso de Chopper, la aparición de los Judda y el origen clónico del Juez Dredd. Todo ello en lo que fue la última historia juntos de John Wagner y Alan Grant. Aquellos que la hayáis leído, espero que estéis de acuerdo conmigo en que tantas cosas juntas se merecen un comentario aparte.