Buenas!!

Sobre las últimas películas...
Tierras lejanas: 7,5
La leyenda de la ciudad sin nombre: No vista (tras leer el comentario de Cimmerio, intentaré hacerme con ella).
Cint Eastwood Toma 1: “Infierno de cobardes” 
Una vez votadas las últimas películas, paso a seguir con los comentarios de los films dirigidos por Sergio Leone y Clint Eastwood.
Por mi parte, había dejado al jinete pálido al final de la magnífica aventura de “El bueno, el feo y el malo”, que ponía punto y final a la colosal trilogía del dólar. Tras este film, el bueno de Clint protagonizó varios westerns más, autohomenajes a su personaje de hombre sin nombre, algún thriller que otro, el notable díptico de Brian G. Hutton de la Segunda Guerra Mundial y la obra maestra de Don Siegel, “Harry el sucio”, una de las películas más imitadas e influyentes de los últimos 40 años.
Un año después de su primera encarnación como el rudo detective Harry Callahan (hasta 4 veces más retornaría a este personaje, siempre con inferiores resultados), Clint Eastwood debutó como director en “Escalofrío en la noche”. En esta trasnochadísima película, Clint interpreta a un locutor de radio acosado por una psicópata obsesionada sexualmente con él. A pesar de su dirección inexperta y de lo delirante del argumento, Clint firmó un producto tan digno como olvidable que parece haber influenciado a la posterior “Atracción fatal”, protagonizada por el infravalorado Michael Douglas y la gran Glenn Close. Pero dejando al margen la mediocre calidad de su debut, lo importante es que éste había tenido lugar. Clint Eastwood, actor de moda, ya era también director.
El año siguiente, C.E. dio el paso que se suponía más lógico en su carrera y decidió dirigir su primer western, “Infierno de cobardes”. El año 1972 alumbró también dos westerns muy superiores a éste, “La venganza de Ulzana” del gran Robert Aldrich y “Las aventuras de Jeremiah Johnson” del siempre interesante Sydney Pollack y otros dos westerns no tan notables pero también superiores como son “El juez de la horca” del magistral John Huston y “El rey del rodeo” del admirable Sam Peckinpah. Vamos, que siendo que en los 70’ el western estaba de capa caída, la película de Eastwood difícilmente se encuentra en un hipotético top 5 del año, y desde luego, decepcionantemente lejos de las primeras. Pero vamos a hablar de la película en sí.
Clint Eastwood interpreta a su arquetipo de duro pistolero de misterioso que arriba a un pueblo con intenciones poco claras y que pronto deja claro quien va a mandar a partir de ahora. Estas escenas de la llegada al pueblo de Clint son de lo mejor de la película, su paseo por el cementerio (con las lápidas de Don Siegel y Sergio Leone) y su entrada en el pueblo bajo la atenta mirada de los hostiles lugareños del lugar. Sí, creo que este inicio es de largo lo mejor de la película y que los problemas empiezan bastante rápido.

En primer lugar, cuando Clint llega al pueblo (y en todas las escenas posteriores), todas las casas, la iglesia, las puertas y los cristales parecen nuevos, todo recién pintado y extraordinariamente limpio. Es tan exagerado que ni siquiera procede la comparación con los westerns de la época clásica en los que difícilmente los protagonistas atraían el polvo del camino y siempre iban impecablemente afeitados. No se trata de esto, es que da la sensación de que hubieran levantado todo el pueblo la misma noche antes de la llegada de Clint (lo cual probablemente sea cierto). En este sentido, recordar que George Lucas tras construir los escenarios de Star Wars (1977) ordenó ensuciarlo todo para dar sensación de credibilidad. Exactamente lo que no hace Eastwood con su segunda película, con lo cual la sensación de falsedad y cartón piedra es notoria.
Creo que fue Alfred Hitchock quien dijo que una película vale tanto como su villano y esta lección Clint no la aprendió hasta su obra maestra de 1990 con el enorme Gene Hackman. Quizás podría argumentarse que el villano es el pueblo mismo, un poco a lo Fuenteovejuna, pero luego se apunta a varios personajes como los peores entre los malvados, siendo interpretados todos por mediocres figurantes.
De hecho, no hay un solo secundario que le pueda dar la réplica a Clint, amo y señor de la película. Esto será lo habitual en todas sus películas de los 70’ y 80’: actores desconocidos, su novieta Sondra Locke por ahí dejándose violar o lo que toque y Clint a su absoluto antojo. Se acabó compartir escenas con Donald Sutherland, Telly Savallas, Lee Van Cleef, Gian Maria Volonté, Andrew McDonald, Richard Burton o quien sea que le pueda robar un ápice de protagonismo. Esto no me molesta demasiado en el sentido de ver a Clint como epicentro de sus films, ya que se trata de un actor con mucha presencia y carisma, pero claro, cuando toca el “duelo final” de turno, coser a tiros a un mediocre figurante no se puede comparar a batirse en singular combate con cualquiera de los actores anteriormente citados. No se sabe si por ahorrar costes o por complejo de inferioridad, Eastwood actor/director no comparte pantalla con nadie que pueda hacerle sombra.
Esto, cambiará a partir de su obra maestra de 1990 y ya no será raro verle dar la réplica a actores tan reconocibles y talentosos como Gene Hackman, Morgan Freeman, Meryl Streep, Hilary Swank o Kevin Costner en su mejor momento.
Por otra parte, aunque en “Infierno de cobardes” no trabaje, no creo que nadie me niegue que el nivel de sus películas mejoró extraordinariamente en cuanto rompió su relación y su colaboración profesional con Sondra Locke ¿casualidad? Quien sabe...
A la falta de grandes nombres y lo precario de la puesta en escena se le suma la torpeza del guión. Eastwood quiere ser turbio y amoral pero más bien resulta chabacano y efectista, además de hacer gala de un dudoso gusto. La historia no es muy allá: Clint se dedica hora y media a chulear a los lugareños hasta la obligada orgía de tiros. El problema no es lo qué cuenta, al fin y al cabo películas mejores cuentan básicamente lo mismo (“El jinete pálido”, sin ir más lejos) si no cómo lo cuenta. Y es que Eastwood no pone nada de su parte para que este mediocre título merezca una revisión. Sí deja para el recuerdo absurdas y grotescas escenas que acabarán con la paciencia del más pintado y le hará abandonar el visionado de esta obra y dedicarse a menesteres más interesantes.
En primer lugar, Clint llega al pueblo y en 5 minutos viola a la primera mujer que se encuentra. Porque sí, porque soy Clint. Tal como suena. Ya en su insulso debut, "Escalofrío en la noche" nos martirizó con un videoclip similar a un anuncio de colonia de unos 20 minutos donde se dedicaba a retozar en la naturaleza con la chica de turno a ritmo de música de ascensor. Este sexo chabacano y a veces no consentido será una constante en su filmografía de los 70’ y 80’.
Está claro que tantos años de cabalgar en solitario en el desierto de Almería dejó a nuestro héroe algo necesitado, así que los años posteriores se dedicó a descargar tanta tensión acumulada hasta saciarse casi definitivamente cuando, en el curso de sus investigaciones de rutina, fue bendecido con una buena mamada en "Impacto súbito", otra de sus mediocres secuelas sacacuartos de “Harry el sucio”.
Me pregunto qué pensarían si vieran estas películas todas aquellas románticas mujeres que tienen “Los puentes de Madison” en un altar. Porque sí, Eastwood volvería por sus fueros, pero ya en plan amoroso en los 90', en plan madurito seductor. En plan gran director, ya bendecido merecidamente por la crítica internacional y por el público que acudirá acríticamente a cualquiera de sus estrenos como si se tratara de Woody Allen y se cuidará a partir de ese momento muy mucho de ser la nota disonante en sus alabadísimas películas, sean éstas de la calidad que sean.
Esta violación tan gratuita (en el fondo te ha gustado, muñeca) supongo que tiene la misión de mostrarnos lo amoral y ambiguo que es el personaje de Clint, lo mismo que el 90% del resto del metraje, en que se debate entre seguir chuleando a los lugareños o tirarse a cuanta mujer pase cerca.
Por tanto, uno de los grandísimos aciertos de Sergio Leone (la mujer no aparece jamás a no ser que aporte de verdad a la historia, por ejemplo Claudia Cardinale), Eastwood aquí lo obvia y nos machaca con una insufrible historieta de sexo y atracción a dos bandas que le resta tensión a la historia y nos escatima así buenos momentos de pistola y cigarrillo, que es, en definitiva, para lo que estamos aquí.
Ceder a los momentos de romance encajado con calzador en el western clásico era obligado, aunque no cuajara con el resto de la película (pienso sobretodo en Río Rojo) pero en los 60’ y 70’ ya se podían obviar tan intrascendentes asuntos de faldas aunque Eastwood opta por potenciarlos, utilizando la vieja táctica del cine europeo de meter sexo a destiempo y enseñar pechuga gratuitamente.
Luego hay momentos tan grotescos como las escenas en plan slasher (o videojuego tipo Doom, a saber) con música inquietante y cámara subjetiva incluida o personajes tan delirantes como el del enano, que hace gracia una de cada veinte intervenciones, o repetitivos flashbacks metidos a destiempo, intentando emular a Leone sin conseguirlo. Sin duda la decisión más extravagante es la de pintar todo el pueblo de rojo, en plan infernal, de un simplismo y estupidez asombrosos. Este tipo de detalles hacen que sea imposible tomarse en serio la película.
Luego, la traca final, es bastante confusa y hay escenas horribles como aquella en que se enteran todos los lugareños del pastel: Eastwood corriendo a un tipo a latigazos y primeros planos de todos los pueblerinos. Por cierto están apalizando a un tio a dos metros de donde están reunidos todos pero nadie asoma la cabeza a la calle. Es mejor que Clint corra a esconderse y así pueda sorprenderlos más tarde por la espalda.
Por tanto el director que es la bandera gracias a “Sin Perdón” del hiperrealismo en el oeste nos dispara un ridículo e irritante western que parece un mal cómic pintado con plastidecor y no acierta ni con el casting, ni con la puesta en escena, ni con la historia y ni siquiera deja buenos momentos para el recuerdo y la estética que pretende ser feísta se queda en sencillamente cutre y nada fascinante.
Por supuesto es Clint Eastwood lo mejor de la película, en su eterno papel de taciturno pistolero, el mismo papel que hace que una producción tan olvidable como "Infierno de cobardes" se vea sin problemas. A pesar de esto tampoco sus característicos y chulescos diálogos están aquí a la altura, aunque algunas veces sí aciertan, faltaría más. Se salvan también algunos flashbacks, con la víctima iluminada, los verdugos medio iluminados y los mirones a oscuras, dando el visto bueno al crimen y cometiéndolo de la misma forma que los que empuñan el látigo. Por cierto si el doblaje no engaña, cabe preguntarse porque Eastwood recuerda algo que no vio.
Y por hoy creo que ya está bien. Próxima parada: El fuera de la ley. Hasta entonces...
Saludos!!!

PD: Excelentes tus comentarios sobre las películas de Eastwood, Chimov, que leí en su momento y creía haber comentado y que ahora no he vuelto a leer para tener una visión más subjetiva de la película y poder realizar la reseña sin su influencia. Disculpad también el retraso pero no quería hablar de estas películas sin volver a verlas, para compensar os he deleitado con un buen ladrillo con el que estaréis entretenidos todo el fin de semana.