"La mujer en la luna". Sé que tratar de recomendar un filme de 1929 a posibles espectadores del siglo XXI que están siendo testigos del desarrollo de la HD y el 3D puede resultar un tanto frustrante (e incluso ingenuo) por mi parte. Pero lo haré principalmente basándome en dos motivos: 1) el amor que le sigo teniendo (en general) a las producciones mudas (muchas de las cuales, aun
sin voz, siguen a día de hoy
diciendo mucho más que algunos filmes actuales); y 2) el firmante de la obra: el magistral, inimitable e irrepetible
Fritz Lang.

¿Qué puede ofrecer al espectador de hoy un filme como éste? La mayoría de cosas positivas que se me vienen a la mente ya han sido destacadas por el maestro
Chimov y a las mismas me remito. Como anécdota, diré que Hermann Oberth, Willy Ley, Gustav Wolf o Horst Von Harbou, colaboradores-científicos de Lang, trabajaron realmente en el programa alemán de desarrollo de cohetes espaciales. En este sentido, gran parte de la verosimilitud científica del filme se debe a dicho asesoramiento, llegando a conseguir el reflejo de tales detalles "de realidad" que todas las maquetas de la nave espacial fueron destruidas por los nazis, al creer que éstas ponían en peligro el programa secreto de las V1 y V2. Más allá de lo anecdótico, y reafirmándome en la idea que ya puse de relieve al argumentar mi defensa del cine de Cronenberg, me gustaría comentar otro ejemplo en la misma línea que sirva para aclarar algo más al respecto de lo dicho más arriba, es decir, por qué una película como "La mujer en la luna" (por ser en este caso la que nos ocupa), más allá de su envejecida factura, sigue siendo válida y enriquecedora cinematográficamente en nuestros días. El ejemplo es el que sigue: en el Festival de Cine Europeo de Sevilla del año 2009 asistí a una frenética exhibición de filmes durante toda una semana (como es habitual en los festivales). Como es lógico, esos días pude ver cinematografías de variados y dispares países del viejo continente, producciones de todo tipo, estéticas mil y concepciones del séptimo arte tan distantes como válidas. Por supuesto, los filmes venían firmados por realizadores pertenecientes, a su vez, a distintas generaciones, esto es, los había de todas las edades. Entre todos ellos, destacaré a un hombre que, si Dios quiere, cumplirá (filmando) este año 103 años:
Manoel de Oliveira. ¿Por qué esta mención? Porque si no hubiese tenido la oportunidad de ver esa pequeña joya suya titulada
"Singularidades de una chica rubia", aquel Festival me hubiera provocado una úlcera.
Un sólo plano de este maestro centenario (el plano final para ser exactos, un plano tan sencillo como bello: la protagonista femenina aparece sentada en un butacón
de forma ordinaria, consiguiendo con ello el maestro mostrarnos cómo esa
chica rubia ha perdido en un segundo toda la fascinación que la ha envuelto y nos ha fascinado, a nosotros espectadores y al protagonista masculino, durante el resto del metraje);
un sólo plano, repito (eso sí, magistral), salvó toda una semana de proyecciones banales, vacías y faltas, no ya de
originalidad, sino lo que es peor aún, de
humildad cinematográfica. Cómo veis, quizás mi forma de ver (y defender) cine sea un tanto particular, pero con ello no pretendo convencer a nadie de "mi religión", sino únicamente transmitiros mis ideas en torno al séptimo arte. Bueno, y ahora mi
nota: 8Y como ya me he comido el tiempo que tenía estipulado para comentar esta mañana de miércoles, las otras dos pelis las puntuó sin más (si me es posible, luego me pasaré y añadiré alguna cosilla más):
- "Stargate". 5
- "Perseguido". 5