con la jeringa en primer plano, antes de la pareja, rodeados de nieve (el polvo blanco)...
Bueno, es que está bastante claro que no sólo fue Matt el que renació en esta historia, por mucho que el tebeo llevase el nombre de Daredevil en su cabecera. Precisamente, una de las consecuencias que conllevaba esta viñeta era descubrir que el título de esta historia, el famoso Born Again, no afectaba sólo al personaje principal; de hecho, aunque ahora no venga a cuento a la hora de comentar esta viñeta, hilando fino se podría incluso especular con que no sólo fueron Karen y Matt los únicos personajes que renacieron durante el Born Again, puesto que la odisea personal de Ben Urich durante esta historia pudiera también interpretarse como un “volver a nacer”, aunque eso sí, teniendo claro que la simbología de su papel a mí me parece más acorde con la posición de Pedro en el Nuevo Testamento.
En cualquier caso, se puede decir que esta es la viñeta en que renace Karen Page. Como muy bien dices, la jeringuilla que Karen le había quitado a Paulo (Scorsese) y que estaba destinada a ser su chute final, se queda ahí tirada y olvidada, entre el polvo blanco de la nieve que bien puede simbolizar el otro polvo blanco del que Karen por fin ha conseguido escapar.
Born again. Vamos, que el título te lo está diciendo todo gracias precisamente a viñetas como ésta.
Como seguramente muchos ya habreis supuesto, estoy relatando como fue mi primera toma de contacto con esa historia llamada Born Again, y fue pues seguramente de la misma forma que le llegó a muchisimos lectores: A traves de los complementos de Web of, ya que la serie regular de DD se canceló meses antes. Uno podría pensar que cómo es posible que semejante obra nos llegase de una forma tan chusca, pero si lo piensas en perspectiva, casi que nos podemos dar con un canto en los dientes y contentarnos con que al menos nos haya llegado. En serio, no os parece curioso todo ello? Una de las obras maestras del Noveno Arte que a muchos nos llegó de tal forma, y que a los mas crios, pues encima casi la rechazasen por aquel contraste ya mencionado.
Mi experiencia personal también fue bastante “traumática”. En aquel entonces, yo no me podía creer que Forum estuviese cancelando Daredevil (o el Thor de Simonson, ya puestos). Sin saber aún cuál iba a ser el contenido del Born Again, me parecía increíble que con una nueva saga de Miller en puertas, aquel despropósito pudiese de verdad ocurrir.
Y claro, ver un año más tarde las páginas de Miller y Mazzucchelli haciendo de “plato de segunda mesa”, o lo que es lo mismo, de complemento del maravilloso y rústico mundo narrativo de Al Milgrom y su Spectacular Spiderman, aquello sí que fue ya un auténtico descenso a los infiernos.
Y si creía que ya nada podía ser peor, iluso de mí. Años después, con todavía más muescas de semejante estilo en los revólveres de Planeta, aún me quedaría por ver a los aficionados llorando y echando de menos a Planeta cuando Panini les levantó la publicación de los tebeos Marvel. Pero bueno, por aquello de ver la botella medio llena, al menos aquel lamento generalizado también me sirvió para entender lo que era el Síndrome de Estocolmo sin necesidad de tener que sufrirlo en mis propias carnes.
Frank Miller es un gran aficionado a la novela negra o policiaca. Si bien existen dos corrientes bien diferenciadas por un lado el estilo británico, más intelectual, mas refinado, más elegante pero a su vez más frívolo. Son un conjunto de obras basadas en la resolución de un dilema mediante la lógica y el pensamiento. Usando lo elementos para dar pistas en la resolución de las tramas, sin sacarse conejos debajo de la chistera como la señorita Agatha Christie o el señor Bendis.
En EEUU nace otro estilo de contar las historias policiacas. Las barnizan con unos ambientes oscuros, deprimentes, corruptos... La novela negra nace y se hace como una forma de crítica social, de mostrar lo más bajo del ser humano. Todo se diluye en grises. Un mundo deprimido pero con un pequeño hálito de esperanza.
Lo que mejor sabe hacer Miller es sintetizar todo su conjunto de influencias en algo que luego hace suyo. Si en su primera etapa en Daredevil nos hizo malabarismos con Will Eisner, el manga de samuráis y de chicas guerreras, y el cine hongkonés de los setenta, en esta segunda supo deslizar como un guante entre los mitos religiosos del cristianismo y la violencia (no necesariamente física) de la historia, el ambiente opresivo, corrupto y urbano típico de la serie negra más clásica, logrando retratar una Cocina del Infierno que hubiera firmado el propio Raymond Chandler sin necesidad de hacer muchos aspavientos.
Pero ojo, que si lo consiguió, composiciones y ritmo narrativo del propio Miller aparte, fue porque tuvo la fortuna de tener a su lado a aquel novel David Mazzucchelli para contar esa historia, una afortunada coincidencia que le vino tan bien para obtener aquel resultado como si hubiesen sido los mismísimos Alex Toth o Chester Gould quienes se hubieran prestado a dibujarla. O quizá incluso mejor, porque creo que Mazzucchelli consiguió un resultado final mucho más “plástico” que el que hubieran podido obtener ellos, al menos para mí.
No sé explicarlo muy bien, pero aunque esta viñeta no sea la más adecuada para hablar de esto, el Mazzucchelli del Born Again es como una mezcla de Gould, Toth, Adams y Colan en un único artista. Es una sensación que se me viene a la cabeza cuando me fijo únicamente en los dibujos sin prestar atención a los textos, aunque reconozco que es hacer trampas porque sí sé previamente de qué van esos textos.
Y en cuanto a la viñeta, pues como siempre me pasa con cualquier cosa relacionada con el Born Again, no sé ni qué decir ni por dónde empezar.
Desde luego, el Born Again es una historia de amor, aunque también es cierto que es una historia de amor entre otras muchas historias que al mismo tiempo el Born Again también resulta ser.
En este caso concreto, yo creo que esta es la viñeta dónde por fin nos damos cuenta de que Miller al final nos ha acabado colando una historia de amor, por mucha sangre, mucho tiro y mucha caída en la mierda que hayamos leído antes. Se puede discutir si es el amor de una madre el que redime al hijo (esa otra imagen tan evocadora de
la Piedad de Miguel Angel, o la del propio
Descenso de la Cruz entre Maggie y Matt), pero lo que creo que sí está claro es que el amor de un amante el que redime al otro, en este caso, a Karen Page.
Y por si no hubiera quedado claro que es el amor el que hace volver a nacer a Karen (o a Judas, o a María Magdalena, según se vea en el contexto del papel que Karen Page va interpretando a lo largo de esa alegoría cristiana que es también el Born Again), Miller y Mazzucchelli (por la estructuración de las splash al principio y al final de cada capítulo del Born Again, yo creo que más cosa de Miller que de Mazzucchelli), después de este abrazo entre los dos amantes de la splash del final del DD #231, vienen a completar ese círculo con el abrazo entre ellos que vuelve a aparecer en la splash inicial del DD # 232, si bien en este caso apoyado en los textos de Miller para contar como Karen ha superado definitivamente su adicción al caballo y a ese chute final que tenía en la cabeza meterse con la jeringuilla de Paulo (Scorsese) que iba a suponer su muerte justo antes de que volviera a nacer al reencontrarse con Matt.

En todo caso, este segundo abrazo como puede comprobarse es mucho más sereno que el anterior. Y eso es así porque tiene otro mensaje distinto al primero, en este caso un mensaje paralelo al que ya se nos había contado sobre el renacimiento que había experimentado Murdock a través del juego de la splash final de
la Piedad del #229 y la splash inicial del #230 del
Descenso de la Cruz en lo que había sido su propio “volver a nacer”, y que ahora en cambio le tocaba experimentar a Karen a través de esta splash final del #231 y la inicial del #232.
La verdad es que al pensar un poco en todas estas cosas, no entiendo como Cup O´Joe y Smith pudieron acabar matando a este personaje. Yo creo que todo el curro y la simbología que hay implícita en el Born Again se merecían un destino mejor que una muerte destinada a llamar la atención e incrementar unas ventas. La Edad del Dólar, que empezaba a poner sus semillitas, supongo.
Y, aunque sea por encima, no quiero que se me olvide comentar el recuerdo a los
Amantes en la Calle de Picasso que siempre me viene a la cabeza al ver estas dos viñetas, supongo que por las similares sensaciones de reencuentro o de ternura que subyacen en su concepción, por mucho que aquí los amantes no están de pie sino arrodillados. Me pasa lo mismo con
el Grito de Munch y la expresión de Ben Urich al teléfono cuando están cepillándose a Nick Manolis en el número anterior, donde Mazzucchelli también es capaz de narrar su propia historia y demostrar que hay silencios que suenan más fuerte que cualquier grito.
Born Again. Pues eso, volver a nacer.
