Literariamente, Michael Moorcock me ha parecido un escritor mediocre en la mayoría de los casos. Sin embargo, sí he sido siempre capaz de reconocer su importante papel en la evolución de la fantasía y la ciencia ficción, cuya influencia sigue siendo palpable hoy día en el género, no sólo en los medios escritos sino también en los visuales, lo que me ha llevado a terminar leyendo casi todos sus libros a lo largo de los años. Incluso he sido lo suficientemente valiente de acabarme El Tiempo de los Señores Halcones, castañón protagonizado por los, por otra parte queridos por mí, Hawkwind (con Lemmy -Motörhead, para más señas- y el propio Moorcock incluídos como personajes), cuyo escenario de actuación pasa a ser un Londres post-apocalíptico, con naves espaciales, ataques psíquicos, Rayos de la Muerte y caspa a raudales. Y qué decir del hecho de seguir hasta el final esa ópera bufa en forma de tetralogía protagonizada por Jerry Cornelius cuando desde la primera página quedaba claro que me esperaba un sinsentido de proporciones cósmicas.
Pero mientras Jerry Cornelius es su personaje más "de culto", Elric es el más comercial y reconocido de entre todos los antihéroes moorcockianos que, cómo no, antes o después han terminado siendo avatares del Campeón Eterno multiversal. La Ciudad de los Sueños (The Dreaming City en el original, de cuya traducción se pierde el sentido del título) fue el primer relato que Moorcock escribió sobre Elric de Melniboné, el príncipe albino de porte lánguido e interior atormentado, luego formando parte de la novela El Misterio del Lobo Blanco, como bien ha dicho Taneleer. La novela gráfica, de cuya versión Forum pudimos disfrutar en su momento, me hizo darme cuenta que esas historias de Moorcock que me parecían deslavazadas y apresuradas, se tornaban en muy interesantes en las manos adecuadas. Roy Thomas, estudioso de los pulps como ya sabemos, se limitó a adaptar con fidelidad el relato de Moorcock, pero fue Philip Craig Russell quien le dió la dimensión sugestiva que me capturó totalmente. ¿Esta es la misma historia que había leído yo antes? Parecía increíble. Ya sabía que Elric era un personaje con un potencial real nunca aprovechado por su propio autor, pero aquí Russell plasma el aspecto y el ambiente que encontraría continuidad para el personaje en las ediciones de Pacific primero y de First después. Ayuda mucho que Russell tenga una personalidad pictórica asombrosa, y que a las historias de Elric les beneficie ese aura de irrealidad. Estoy seguro que Russell tomó nota de las portadas de las ediciones de los libros de Elric aparecidas pocos años antes, donde Michael Whelan, daría la imagen definitiva del personaje, pero alejándose de la más tenebrosa ofrecida por Frank Brunner en Heavy Metal o de la más "comiquera" que Barry Windsor Smith dibujaría en un par de cómics de Conan en los que el príncipe emo de Moorcock cruzaría su camino con el bárbaro machote de Howard.
La viñeta escogida no tiene personajes, pero contiene todos esos elementos que traducen la historia de Moorcock en un todo superior al original escrito, aun siguiéndolo aparentemente a pies juntillas: grandiosidades arquitectónicas antes torpemente descritas y ahora maravillosamente construidas, esquemas de colores aleatorios moorcock-style que ahora encajan, detallismo barroco que se corresponde con la historia y con el personaje y que nunca se vió reflejado realmente en la prosa de su creador y, sobre todo, una atmósfera mágica, épica y trágica en la que el relato nunca antes se había imbuido. El mérito de Russell es enorme.
En cuanto a Thomas, siempre he visto cierta influencia en los efectos de la espada de ébano del Caballero Negro y la maldita hoja negra, Tormentosa, que Elric se ve obligado a llevar consigo. Tal vez no sea así, pero desde luego queda claro que Thomas conocía de sobra la obra de Moorcock.
Originalmente, las dos primeras partes de The Dreaming City aparecieron en el magazín Epic Illustrated, revista Marvel de cómics al estilo de Metal Hurlant/Heavy Metal pero en bueno. Esas dos partes fueron luego incluídas en la posterior novela gráfica que, además, también finalizaría el relato. Esta obra es un buen ejemplo del crecimiento de Marvel durante la época de Shooter y de la diversificación de conteidos a los que era capaz de llegar. Os invito a buscarla a todos aquellos que no la conociéseis e incluso a aquellos a los que Moorcock no os haya convencido nunca demasiado. Es una experiencia totalmente diferente.