Acojonante. Serie imprescindible para todo aquel al que le guste el cómic, el western y el buen cine.
No sé ni por dónde empezar para decir todo lo que me gustaría largar sobre esta Obra Maestra de la historia del cómic, sin acabar enrollándome como siempre hago sin que se me entienda ni la mitad de lo que quiero decir y para que se me acabe olvidando la otra mitad.
Lo primero, que para mí Blueberry (siempre refiriéndome a la serie original) es el mejor comic europeo que he tenido el placer de leer (no sé por qué, pero en este sentido a los comics británicos nunca les he acabado de considerar del todo europeos, y hago muy mal, porque ya quisieran muchos americanos y muchos europeos hacer tebeos tan buenos como hacen los ingleses; de hecho, los yanquis no se cansan de importar a sus autores). Ya sé que los amantes de Tintín se me van a echar encima por lo que acabo de decir (y con razón), pero yo con Blueberry jamás he logrado ser objetivo. Lo siento mucho, pero es lo que hay.
La segunda, es que Charlier me parece el mejor guionista que ha tenido el cómic franco belga en toda su historia (suplico mil perdones a los seguidores de Hergé y Gosciny; un saludo por cierto a todos ellos). Ya sé que algunos me dirán que con el mejor Gir a los lapices, hasta el más tonto hace un tebeo para la historia; pero yo pienso que no es así. Y a la prueba del "psicomago" me remito.
Charlier era un fenómeno. Y Gir, Giraud, Moebius o como cojones quiera llamarse mañana o pasado mañana, es otro. Y cuando dos talentos tan maravillosos vienen a coincidir en una misma cosa, la única posibilidad que queda es la de salir un cómic tan alucinante como Blueberry.
Personalmente, yo a Blueberry lo divido en varias etapas, cada una de ellas tomando como base a las referencias cinematográficas que Charlier y Gir fueron utilizando con el paso de los años para contar su historia:
La primera es lo que yo llamo la etapa Fordiana: el primer ciclo de Fort Navajo, Tormenta en el Oeste, Aguila Solitaria -¡Dios, que portada más de John Ford!-, El Jinete perdido y la Ruta de los Navajos, y luego toda la saga siguiente del Caballo de Hierro (título incluso cogido a Ford), con ese final maestro que es el General Cabellos Rubios, un tebeo basado en dos colores, el blanco de la nieve y el azul de los uniformes de la caballería.
Me podría escribir fácilmente un libro entero contando las reminiscencias de películas concretas de John Ford usadas por Charlier para todos estos tebeos y los actores de la vida real que Gir utliza para definir los rasgos de los personajes que aparecen en estos diez albumes, pero supongo que el ladrillo sería antológico y que además no vendría mucho al caso.
La segunda sería el Oro de McKenna; o lo que es lo mismo, la única saga corta de Blueberry, la compuesta por la Mina del Alemán Perdido y el Fantasma de las Balas de Oro.
Esto es una puta OBRA MAESTRA. Son sólo dos tebeos y si alguien se quiere acercar a Blueberry, este es el mejor sitio por donde empezar. Lo tiene todo: Palomito, un pueblo de mierda perdido en medio de Arizona al que Blueberry ha ido destinado como marshall con el borracho de McClure como ayudante; dos pistoleros cabrones y sin escrúpulos como Wally y Cole (Spencer Tracy); uno de los mejores villanos de la historia de los tebeos como es Prosit Luckner (una verdadera rata, canalla, cabrón, perro, traídor, carne de horca: cualquier calificativo que le queráis poner se le queda corto; una sabandija, un verdadero hijo de puta capaz de matar por la espalda a su propia madre, y que si te fías de su aspecto canijo, tus huesos acabarán tostándose al sol del desierto); los Montes de la Superstición, rodeados de apaches y a los que nadie consigue llegar con su cabellera intacta, y en los que se supone que existe una fabulosa mina de oro de la que hablaban los conquistadores españoles, y que algunos cuentan que están habitados por un misterioso fantasma que dispara balas de oro y que acojona a los apaches hasta el punto que ninguno se atreve a pisar por allí. Bueno, aventura a toda pastilla.
Y lo mejor de todo no es la historia, sino los dibujos de Gir: Es-pec-ta-cu-la-res.
La tercera etapa es la que yo llamo "a lo Sergio Leone", y que es la que va desde Chihuahua Pearl (sólo con ver la portada ya ves dibujada a Marilyn Monroe) hasta Arizona Love, una larguísima saga que contiene lo que para mí es lo mejor de lo mejor de Blueberry, con esa historia del oro confederado con toda esa caterva de cabrones persiguiéndolo: Vigo (la otra cara de blueberry, su reflejo oscuro, lo que Blueberry podía haber sido de haberse encontrado en la posición de Vigo), el cabrón del coronel Maximiliano López, Finlay, Kimball y sus desertores sudistas, el pobre Lindsay Trevor, y sobre todo, la gran Chihuahua Pearl, el personaje femenino de la serie: no es mala y tampoco es buena, su problema es que en su escala de valores no hay nada por encima del dinero. La primera trilogía desemboca en el Fuera de la Ley y Angel Face (otro hijo de puta; no sé de dónde sacaba Charlier inspiración para tanto personaje cabrón), con el intento de magnicidio de Ulysses Grant: Blueberry es de los que siempre las pasa putas, pero nunca tan putas como en estas dos partes de la saga, que acaba desembocando en la siguiente trilogía de los apaches que comienza con Nariz Rota, y en la que regresa mi querida Chihuahua Pearl, aparecen Wild Bill Hickock, Vittorio, Chini, y la larga marcha de los apaches, una saga preciosa, de esas que te llegan cuando la lees por primera vez.
Y todo concluye con la última trilogía, la ultima carta, el final del camino y Arizona Love. Quizá se trate de un final precipitado para todo el lío que Charlier y Gir habían montado, pero en algún momento se tenía que acabar tanta cuesta abajo sin frenos. Lo único que voy a decir es que Arizona Love te deja sentimientos encontrados: no había otro final posible, aunque en el fondo a más de uno nos hubiera gustado que fuera otro.
La última etapa es ya la obra de Gir en solitario. Muerto Charlier, lo mejor de Gir como guionista se lo reservó para la última saga, la del duelo de OK Corral: los cinco albumes que componen la saga de Mr. Blueberry, ambientada varios años después de Arizona Love, en un oeste crepuscular con los indios encerrados en reservas, Gerónimo subsistiendo a trancas y barrancas y donde poca cabida tienen ya personajes como Mike S. Donovan, alias Blueberry, si no es para ser un jugador profesional en el Tombstone de Wyatt Earp, sus hermanos, los Clanton y Ringo Kid.
Siendo bueno su guión, no es un prodigio como lo eran los de Charlier, pero eso sí, el dibujo de Giraud es detallista y fastuoso como ningún otro; sobre todo el de Mr. Blueberry es una verdadera pasada. No me extraña que Gir no quiera seguir dibujando más Blueberry. Debe de ser una tarea agotadora.
Bueno, como os dije habréis comprobado que con Blueberry no puedo ser objetivo ni quiero serlo. Así que tampoco hagáis mucho caso a todo lo que he puesto. No soy muy de fiar en este caso. Si queréis probar suerte, cogeros de alguna biblioteca la Mina del Alemán Perdido y el Fantasma de las Balas de Oro, en este orden. Y si os gustan, luego podéis probar desde Chihuahua Pearl en adelante.
Y otra cosa; si alguien os recomienda algún día que veaís la película de Blueberry, llenarle la barriga de plomo sin contemplaciones y ningún remordimiento.
Es lo mismo que yo haré si alguien me pone algún día al tal Jan Kounen delante.
