En mi casa, con aquello de la excusa para no echarnos la siesta, nos leíamos hasta la propaganda de los buzones, así que naturalmente, Alfred Hitchcock y los tres investigadores acabaron siendo todo un hit en mi ámbito familiar. En mi caso concreto, guardo un extraordinario cariño de todos ellos y aún conservo los 29 primeros, que fueron los que llegué a tener. Salieron más, pero yo lo dejé ahí.
Lo más cachondo es que son libros que actualmente no puedo decir que los tenga en desuso. El motivo es que mis sobrinos se engancharon a leerlos hace ya un par de veranos. Y al ver que aquello atraía a sus primos mayores, el mayor de mis churumbeles también se ha enganchado a su lectura. Todo es cíclico.
Mi favorito siempre fue el misterio del loro tartamudo, pero ante títulos como el Castillo del Terror, la Cueva de los lamentos, el lago fantasma, y alguno más que se me olvida, no puedo más que deshacerme en elogios hacia Robert Arthur y sus continuadores.
Hablando un poco de Robert Arthur, como ya sabéis casi todos, escritor y lector de pulps, guionista radiofónico de programas de misterio, era además uno de los guionistas detrás de la serie Twilight Zone y también, y sobre todo a los efectos de los libros que estáis comentando, era también uno de los guionistas de la serie de tv "Alfred Hitchcock presenta..." que fue la principal razón que hizo que Random House decidiera contratarle para escribir la serie en cuestión.
Tenéis que entender que a principios de los 60, tras el reconocimiento multitudinario de Hitchcock a raíz de Vértigo, Con la Muerte en los talones y Psicosis, el filón Hitchcock era explotado a todos los niveles comerciales posibles, no sólo en el ámbito cinematográfico y en la famosa serie televisiva, sino que su nombre era un buen reclamo publicitario incluso para la literatura de misterio. En este último campo, fue donde Random House decidió echar mano de Arthur y su conocimiento y trabajo previo con Hitchcock para escribir una serie de antologías de relatos de misterio amparados en el nombre del cineasta, donde al igual que en la serie de televisión, Arthur escribía la introducción que supuestamente presentaba Hitchcock, y ya de paso, una novela entera.
Buscando la explotación comercial de la franquicia Hitchcock a los mayores niveles posibles, esto también tuvo su reflejo en otra serie de antologías de misterio, pero enfocadas esta vez al público juvenil que acabaron desembocando en "Alfred Hitchcock presenta: los tres investigadores y el misterio del castillo del terror" (1964) y así fue como comenzó todo.
La putada fue que Arthur no pudo aprovechar demasiado el éxito comercial que por fin había alcanzado, ya que murió apenas cinco años después, en 1969. Su salud ya no era demasiado fuerte, motivo por el que sólo escribió los primeros nueve libros de la serie y el undécimo, el de la Calavera Parlante, cuya portada de Molino (y de Jano), os ha puesto Angelus. Sus problemas de salud, le llevaron a contratar para el décimo (la cueva de los lamentos) a Dennis Lynds (William Arden), que sería el otro escritor principal de la serie. Y luego ya, con Arthur fallecido, llegarían M(ary) V(irginia) Carey, Kim Platt (Nick West), etc. Por cierto, no os fieis ni un pelo de los créditos que ponía Molino sobre la autoría de las novelas, porque en bastantes ocasiones son erróneos.
Como última curiosidad que se me ocurre para los que también les gustase la serie, el tercer investigador, Bob Andrews, era la transmutación al papel del propio Robert (Bob) Arthur. Su aspecto físico, su personalidad y su manera de hacer las cosas, eran las del propio Robert Arthur.
Hoy, con los herederos de Arthur y los dueños de Random House dándose de leches en los tribunales por los derechos de los tres investigadores, y con la imposibilidad legal además de seguir explotando el nombre de Alfred Hitchcock que iluminaba la cabecera de la franquicia, no creo que vuelvan a ser ya reeditados ni explotados comercialmente, así que supongo que estarán destinados a pasar al limbo y al olvido.
Ni que lo hubiera planeado Skinny Norris.
