He leído Coleccionable La Espada Salvaje de Conan Nº 64.
Comenzamos este volumen con "Los Hermanos del Cráneo", el capitulo final de la línea argumental titulada "Odisea Hiboria", obra de Gerry Conway y Mike Docherty. Tengo que reconocer que es una saga que a mí me ha gustado mucho, aunque tenemos un desenlace bastante previsible. Ya he comentado en anteriores tomos que la historia tiene una fuerte inspiración en el poema de Homero, y esto es algo que se constata en el episodio final, presentando a Conan regresando a un reino que nada tiene que ver con el que dejó cuando se marcho. Incluso esa figura del cimmerio embozado recuerda a la iconografía de Ulises cuando regresa a Ítaca. Conway lleva al terreno de la fantasía heroica el desenlace, con la incorporación de un hechicero que controla a Zenobia, pero que no contaba con el amor sobrenatural de ambos, la pieza clave para que el cimmerio devuelva el orden al trono de Aquilonia. Uno de los aspectos más anecdóticos es que en esta historia tendría su primera aparición cronológica Conn, el primer hijo de Conan, que tendría un importante papel en la cabecera Conan Rey, publicada en paralelo a la revista en blanco y negro. También cabe destacar el trabajo de Docherty, que a medida que avanza muestra un estilo muy influenciado por John Buscema, quizá también debido al entintado del artista filipino Ernie Chan. En definitiva, una saga muy entretenida, con un Conway en estado de gracia, combinando mitología y fantasía, demostrando una vez más la versatilidad del género y, sobre todo, de la creación de Howard. Posíblemente una de las mejores aportaciones de esta etapa oscura de la colección.
Después tenemos "Ansias de esmeraldas", un relato que supone el regreso de uno de lo equipos creativos más estables del magacín. Me refiero al guionista Charles Dixon y al dibujante Gary Kwapisz. La historia gira en torno a la búsqueda de una gigantesca gema en las heladas tierras del norte, cuyo descubrimiento no estará exento de sorpresas para estos particulares buscadores de tesoros. Además, contaremos con la presencia de dos viejas aliadas del cimmerio, Red Sonja y la pirata Valeria, que protagonizarán su particular "pelea de gatas" por Conan. Admito que la historia está bastante bien en algunos aspectos, sobre todo en la elaboración de la trama, que utiliza dos focos de atención que acaban conectando en la fase final. También es digno de mención el trabajo de Kwapisz, que poco a poco se ha ido convirtiendo en un importante valor para la revista. Debo reconocer que no recordaba a este artista como un dibujante tan bueno, sobre todo explotando las posibilidades que le ofrece el formato en blanco y negro, además de jugar con las tonalidades de los grises. Y es que la serie tiene habitualmente un nivel gráfico bastante alto. Sin embargo, el punto negativo se lo llevan los personajes. Primero hay que decir que la representación que utiliza Kwapisz de Valeria y Sonja no me gusta demasiado. La guerrera hyrkania ya aparece así durante esta época en las series a color de Marvel, pero no por ello me parece bien, creo que la imagen icónica del bikini de malla es irreemplazable. Con Valeria ocurre exactamente igual. Es inevitable tener en mente la imagen que representó de ella Barry Windsor-Smith en Clavos Rojos, que es de hecho la que más se ha utilizado. Aquí parece una especie de combinación entre Pumuki y una saltimbanqui de circo. Horroroso es poco. Pero más allá de eso, lo que realmente no termina de encajar es la manera en la que se representa a la pirata, que al ver al cimmerio se tira en sus brazos literalmente, mostrando un afecto excesivo y un encariñamiento muy poco habitual en ella. Ambos tuvieron una relación, ya lo vimos en estas misma páginas, pero el carácter de ambos y sus capacidades de liderazgo no encajaban en la relación. En anteriores apariciones de la pirata veíamos como se trataba esa especie de amor imposible, a pesar de los sentimientos de ambos. Aquí Valeria aparece como una colegiala loca obsesionada con su "hombre". Esto obedece en cierta forma a los planes de Dixon para la fase final del relato, en la que los tres deberán vivir una experiencia de supervivencia en un terreno gélido y devastador. No obstante, bajo mi punto de vista, el guionista podía haber utilizado el triángulo amoroso de igual forma, pero sin llegar a esos excesos. Valeria está muy desdibujada y Sonja está más fría de lo habitual. Además, el final no lo parece en absoluto, y el mismo Conan parece afirmar que es una aventura sin mucho sentido. Desde luego, no es de los mejores trabajos de Dixon en la serie.
Finalmente, tenemos "La luna del cazador", en lo que supone le debut de un nuevo equipo creativo, aunque solo sea por un tiempo limitado y único. Se trata del guionista Doug Murray, un veterano del Vietnam cuya trayectoria en el mundo del cómic estará ligada a su experiencia en combate. Es recordado por su trabajo en The 'Nam para Marvel, o en su traslado a las viñetas del videojuego Medal of Honor, por poner algunos ejemplos. En el tablero de dibujo tenemos a Dave Hoover, un fallecido dibujante que tuvo una etapa recordad con el Capitán América y algunos títulos importantes de DC, además de dedicar gran parte de su carrera a la animación. En mi opinión, es un artista con fuertes vínculos con los noventa, aunque sin llegar demasiado a ciertos excesos. Aquí realiza un trabajo cumplidor, con un trazo fino, que si bien no destaca entre los artistas que han pasado por la revista, tampoco desentona demasiado. Creo que los hubo mucho peores que Hoover. Murray, por su parte, nos aleja de la idea habitual que tenemos de la Era Hiboria, para presentar un escenario más propio de la Edad Media, con un señor feudal que ejerce el derecho de pernada y que utiliza a los campesinos de sus tierras en un ritual anual en el que uno de ellos se convierte en presa de sus señor. Un argumento que en los noventa fue utilizado hasta la saciedad en películas de acción, y que tampoco faltó en los cómics es la base del escritor para plantear una historia en la que pretende enfatizar las ventajas de nuestro bárbaro protagonista sobre el acomodado señor feudal, además de colar cierta crítica al gremio de los cazadores, que en realidad no se pueden considerar como tal, sino más bien asesinos de animales. Esa es la línea de una historia que no está mal, a pesar de la presencia de ciertos clichés.
Con este tomo alcanzamos y superamos las 171 entregas de la colección original, y nos adentramos en la década de los noventa, estableciendo un nuevo récord en la que a la postre sería la revista de Marvel más longeva del sello Curtis Magazine. Llegado a este punto, debo admitir que a pesar de los altibajos, y tras adentramos en lo que podemos conocer la etapa oscura de la serie, el nivel medio es bastante alto. Incluso en ciertos momentos bajos, siempre suele ofrecer una dosis de entretenimiento más que aceptable. Yo me lo estoy pasando francamente bien con esta lectura y no me arrepiento en absoluto de haber aguantado hasta aquí. Esperemos que lo que queda para llegar al final no cambie de opinión.