La misteriosa chica que hizo vibrar el sentido arácnido de Spiderman lo observa mientras se aleja, en su mirada se nota cierto grado de deseo.
En el despacho de J. Jonah Jameson:
J. J. Jameson: Despedido.
Peter Parker: Des... ¿despedido?
J. J. Jameson: Qué pasa, ¿tengo que explicártelo en vuestra jerga para que lo entiendas? “Tío, fuera de mi curro”.
Peter Parker: Pero, señor Jameson, no... no lo entiendo.
Joe Robertson: Peter tiene razón, no puedes despedirle así como así sin darle una explicación.
J. J. Jameson: ¿Quiere una razón? Está bien, Parker, te daré una razón: Spiderman ha pasado de moda, la gente se ha acostumbrado a su ridículo pijama, cada vez vendemos menos periódicos.
Peter Parker: Pero puedo seguir trabajando, puedo hacer fotos de cualquier otra cosa, de lo que sea...
J. J. Jameson: ¿Y para que iba a querer pagar a otro fotógrafo inútil? ¡Para eso tenemos a Bannon!
Peter Parker: He... me he dejado el culo por usted, me he jugado el pellejo para sacar fotos que luego usted me compra a precio de risa. Pero me despide... muy bien, ¡me marcho!
Peter sale enfadado por la puerta.
Joe Robertson: Peter, espera... Te has pasado Jameson, ya puedes buscarte otro editor jefe.
J. J. Jameson: Pues adelante, te pago mucho más de lo que vale tu trabajo.
Joe Robertson: Jonah, nunca cambiarás.
Joe Robertson también se va, en busca de Peter.
Joe Robertson: Peter, espera... espera.
Peter Parker: Es un hijo de...
Joe Robertson: Tranquilízate, hijo, trataré de solucionarlo. Ven mañana a comer a mi casa, mi esposa estará encantada de conocerte.
Peter Parker: Gracias, “Robbie”...
Joe Robertson: No me des las gracias... Peter, tengo que volver a mi trabajo, ¡Mañana en mi casa a las ocho!.
Peter Parker sonríe.
Peter llega a casa, y mientras se desnuda para dormir un rato escucha un mensaje de su tía que hay en el contestador.
Tía May (contestador): Hola, cariño. Recuerda que mañana es “el día”, no faltes, por favor.
Peter Parker: No lo he olvidado, tía.
Peter duerme, y tiene pesadillas: Ve a su tío reprochándole su muerte, y a Harry, e incluso a Norman Osborn, el Duende Verde. Entonces suena el teléfono.
Peter Parker: mmmm... ¿quién es?
Mary Jane Watson: Hola, tigre. ¿A que hora pasas a buscarme?
Peter Parker: ¿Buscarte? Mary Jane, no recuerdo que...
Mary Jane Watson: No lo has hecho, es una sorpresa. Escucha, creo que si ponemos la mitad cada uno podemos ir al cine a ver Morbius, el Vampiro Viviente...
Peter Parker: Lo siento, M. J., pero hoy no puedo.
Mary Jane Watson (decepcionada): ¿Cómo que no puedes?
Peter Parker: Verás, voy a ir al museo a asegurarme de que nadie intenta robar la tabla.
Mary Jane Watson: Ya hay policías para eso. Y cámaras de seguridad, y alarmas infrarrojas...
Peter Parker: Ya, pero hoy en el museo mi sentido arácnido a reaccionado, y además me he enfrentado de nuevo al Doctor Octopus. Comprende que no puedo arriesgarme. Escucha, quedamos otro día.
Mary Jane Watson: Peter, ya es la sexta vez que me dices eso. Trato de entenderlo, que... tienes responsabilidades, que no puedes salir por ahí con tu chica si un rinoceronte humano o un tío de arena amenazan la ciudad, pero... lo siento Peter, es demasiado para mi. Creo que lo mejor será que la próxima vez que nos veamos... sea como amigos.
Peter Parker: Está bien, lo entiendo. Adiós M. J. (cuelga el teléfono, y en una fracción de segundo lo estampa contra la puerta)
Casero: ¡Parrkerr algunos necesitamos dorrmirr!
Peter Parker: ¡Lo siento!