Sobre la capacidad de los personajes de Fábulas para adquirir nuevos estatus supongo que el truco consiste en intentar no profundizar en absoluto en ellos hasta que la ocasión lo requiera, y esto es un arma de doble filo: por una parte es algo muy positivo, porque siempre hay una sensación de frescura al tener la impresión de estar descubriendo grandes personajes que habían estado delante de nuestras narices, en un segundo plano, y a los que no habíamos prestado mucha atención; pero también se corre el riesgo de prolongar la historia más de lo necesario (tantos personajes dan para muchos años de colección) y de defraudar a quien se encariña con unos personajes que, de repente, desaparecen.
En cualquier caso, Willingham ha construido una serie apasionante, con un toque de originalidad que cada vez es más difícil de encontrar y una trama que consigue enganchar desde el primer momento. ¿Obra maestra? No hasta que veamos hacia donde va todo esto. Es importante que el autor sepa culminar bien y a tiempo la jugada. Pero de momento, me parece una de las series más recomendables que uno se puede echar a los ojos, lo cuál ya es mucho.