Pluribus o Plur1bus.
Visto hasta episodio #3.
¡Qué maravilla!
Sobre la serie y su trama se podría hablar durante días. No voy a entrar ahora en el libre albedrío y demás filosofías, que ya tuvimos suficiente con Devs y Westworld, y MC, Essex, Murry un servidor y algún descarriado mas ¿verdad?

Pero es que aquí hay mucho más y si luego se tercia la discusión, podemos hablar largo y tendido sobre la pérdida de identidad, de privacidad y del propio yo. Todo en nombre de la felicidad absoluta, ¡oh my god supremo! Porque claro, se podría pensar que Pluribus esa mente colmena, ese virus (o vacuna, elija usted bando) es algo bueno, que no hay dolor, ni sufrimiento, pero, ¿a costa de qué? ¿Qué sacrificamos y perdemos por el camino? Demasiado.
Eso sí, no hay guerras, ni asesinatos o robos. Todo peace and love porque este Pluribus es tonto de cojones. Para ser “el más listo”, capaz de convertir a cualquiera en un piloto de avión, resulta ser una especie de Sheldon Cooper alienígena incapaz de pillar el sarcasmo cuando alguien le pide una granada.
A mí me da que, poco a poco, parte del público va a ir bajándose del tren: la serie es lenta, muy contemplativa, y quizá no va hacia donde muchos esperaban. Pero también me da que los que nos quedemos, las pocas personitas inmunes (sí, yo ya he elegido bando) al virus de la felicidad agilipollada, lo vamos a disfrutar muchísimo.
Muy, muy recomendable